La fuerza que está cogiendo la Selva de Irati a través de las redes sociales y los periódicos estatales ha provocado un colapso absoluto de vehículos en los dos accesos de entrada a este paraje natural. Tanto en Orbaizeta como en Otsagabia se han visto obligados estos días de puente a cortar al tráfico las carreteras, teniendo que desviar a más de 400 vehículos a otras zonas colindantes. Razones no faltan para querer visitar este remanso de paz que presume de ser uno de los hayedos más grandes de Europa. Especialmente en la estación de la hoja caída, cuando el bosque luce su gran magnificencia pigmentado de tonalidades ocres y anaranjadas.
Suscitados por esa fastuosa estampa, la cuadrilla de Elena y Carmen se presentó el jueves en Orbaizeta desde Santa Engracia y Murillo, en la Rioja. “Vimos una foto con los árboles de colores en Facebook y dijimos: queremos ir ahí”, decían entre risas mientras almorzaban en medio del atasco de coches. También desde La Rioja, Carmelo, quien ya visitó una vez la Selva de Irati, vino de nuevo en el puente para disfrutar del otoño acompañado de su mujer Julia y su hijo Pablo, de 11 años. “Sabíamos que esto era muy bonito y además, hace un día precioso. Aprovecharemos para hacer uno de los senderos circulares”, comentaba esta familia riojana después de recibir información de los guardas.
Asimismo, Cristina, leonesa que trabaja en Pamplona, trajo a sus padres Merichel e Isaías a la Selva de Irati. “Navarra es fabulosa. La conocemos casi al completo y es muy bonita y natural”, confesaban antes de comenzar con el primer itinerario. Un poco más decepcionada, Tere, de Tarragona, regresaba a mediodía de dar una vuelta con Joaquín, ambos amantes del senderismo y alojados en el camping Osate de Otsagabia. “No ha sido como imaginaba. Esperaba encontrar más colorido, la combinación de rojos y amarillos”, lamentaba Tere. “A mí me gusta igual”, decía entre risas Joaquín.
EL otoño, sinónimo de irati
Buscando la foto perfecta
Primavera vacía
Vender la Selva de Irati como un lienzo policromático estático tiene sus riesgos para quien sólo busca la fotografía perfecta, cuando, en realidad, la naturaleza es imprevisible y no siempre se ajusta al calendario de los turistas. “En Internet se vende que no conoces el otoño hasta que no vienes a Irati. Y es verdad que la variedad de árboles ofrece contrastes de colores en las hojas, pero en otros pueblos de Aezkoa, Salazar y Erro hay muchos senderos bonitos para disfrutar de esos colores”, reconoce Josetxo Ubau, uno de los cinco guardas que atienden en el punto de información de Arrazola.
Abrumados por el flujo de visitantes, esta semana han trabajado desde las 8 de la mañana hasta el anochecer y han tenido que contar con la ayuda de dos voluntarios para regular el aparcamiento. “En un día normal con buen tiempo pasan unos 50 turismos y estos días, estamos contando 600 coches, lo que se traduce en 1800 personas sólo en la parte de Orbaizeta”, apostilla Ubau. Ante esta situación, tanto en Salazar como en Aezkoa han puesto en marcha un proyecto para prevenir el boom de vehículos con un autobús o furgoneta lanzadera, que confían se implante durante la Semana Santa. “Es una pena que sólo haya cogido fama el otoño, porque aquí la primavera es espectacular y es una explosión de verde fosforito muy bonita”, asegura el guarda.
Después de la semana vibrante, hoy la selva de Irati se volverá a vaciar de coches y turistas, dejando al Pirineo en su eterna lucha contra la despoblación. Sin embargo, la naturaleza siempre estará ahí para, con las medidas necesarias, ofrecer sus múltiples facetas para el disfrute de todos.