altsasu - Ayer se agradecieron las sombras de los viejos robles de San Pedro, un lugar rodeado de leyendas y también de celebraciones. Y es que la campa que rodea la ermita se convierte cada 29 de junio en lugar de encuentro de los altsasuarras. Es la fiesta entre las fiestas en opinión de muchos y muchas, un día que se disfruta en cuadrilla o en familia, y más ayer con la meteorología como compañera. Lo cierto es que para ayer anunciaban tormentas y por ello, muchos acudieron con jaimas y otros con los toldos a la vista por si el tiempo se torcía. Pero no fue necesario desplegarlos y se pudo disfrutar de un día largo e intenso.

La jornada comenzó temprano, con el acarreo de mesas, sillas, leña, alimentos y bebidas hasta San Pedro. Y es que a las 10.30 se cerraba el acceso por Altsasu, por lo que había que andar listo para después arrancar con los preparativos de la comida, uno de los principales ingredientes de esta fiesta. Otro es el vino que reparte el Ayuntamiento en las tradicionales tazas de plata. Las barricas se abrieron con la llegada de la Corporación, que acudió en comitiva hasta la ermita, a unos 3 kilómetros del núcleo urbano. A partir de entonces no dejó de correr de mano en mano. Fueron en torno a 600 litros. Asimismo, se repartió mosto y agua.

El otro ingrediente fundamental de esta fiesta es el zortziko, baile imprescindible en las celebraciones de la villa. Por la mañana se bailaron cuatro, encabezados por mujeres, que eran mayoría en este baile -en su origen una gizon dantza que en Altsasu se ha abierto a las mujeres de una manera natural-. Por la tarde se disfrutaron más. El primero, como manda la tradición, lo encabezó el alcalde, Javier Ollo. Antes se repartieron puros, en torno a 700.

Pasadas las siete de la tarde comenzaron a caer gotas, una lluvia fina que decidió a algunos a volver al pueblo, donde la fiesta continuó en la plaza con bailables. No obstante, muchos y muchas apuraron su regreso, con meriendas y cenas en el monte.

El robledal de San Pedro volverá a ser marco festivo mañana, con motivo de la romería de Urdiain, localidad con la que Altsasu comparte la titularidad de esta ermita, lugar en el que según se cuenta y se lee en la inscripción del dintel en el año 717 fue proclamado Garzia Ximenez como primer rey de Navarra. Si bien buena parte de los expertos consideran que lo anterior es una leyenda sin ninguna base histórica, lo cierto es que los pueblos de valle de Burunda, desde Ziordia hasta Bakaiku, estuvieron exentos de impuestos hasta el siglo XV por ser la cuna de la monarquía navarra.