pamplona - Ion Barbarin es un apasionado corredor de los encierros de San Fermín, tanto que durante los tres años que vivió en Nueva York, no le importaba recorrer casi 6.000 kilómetros para eso. Este chico de 23 años de Mendillorri se pasa todo el año esperando sus ansiados encierros, y lo piensa seguir haciendo siempre.
Barbarin empezó a estudiar INEF en Huesca, y entre medio consiguió una beca para jugar a fútbol en una universidad de Nueva York. Ahora que ya ha concluido su estancia en Estados Unidos, retomará los dos años de carrera que le quedan en Huesca, donde también jugará en un equipo de fútbol. Su pueblo es Villamayor de Monjardín, donde veranea desde pequeño. Allí, desde los ocho años, iba a las fiestas de los pueblos de alrededor, para correr primero con becerros, después con vacas, novillos y toros. De ahí su afición.
Desde los 16 años corre los encierros de San Fermín en la calle Estafeta. Cuando suena el primer cántico le aparecen los nervios. El mozo aseguró que la mezcla de sensaciones es brutal: “Es una locura, pura adrenalina por todas las partes del cuerpo. No es miedo, es emoción, son muchas cosas”. Todo corredor del encierro sabe a lo que se atiene, ya que en el peor de los casos puede producirse la muerte. El mayor susto que ha tenido Barbarin fue el año pasado, cuando le pilló un toro y se fisuró el dedo gordo del pie. Sin embargo, el de Mendillorri continuó corriendo el resto de encierros cojo. Después de esperar todo el año para correr no se iba a rendir tan fácil. “Mientras aguantes un poco el dolor es suficiente, son solo quince metros, así que aprietas los dientes y para adelante”, añadió el corredor. El año pasado, en el encierro de Tudela, le sacaron la zapatilla de un pisotón, pero él decidió seguir descalzo.
La mayoría de la gente tiene supersticiones. El mozo por ejemplo siempre corre con la misma camiseta, la del Huesca. Su gran amigo Álex Berenguer, ex jugador de Osasuna, le regaló la camiseta de su actual equipo, el Torino, pero Barbarin admitió que ya no se la pone, porque cuando lo ha hecho no ha pillado toro.
En cuanto a la visión de los americanos sobre los Sanfermines, comentó que no entendían el correr delante de los toros, que no le veían sentido al jugarse la vida sin un motivo. Eso sí, “les dices que eres de Pamplona y no tienen ni idea, pero les nombras el encierro y lo conocen todos”, agregó. “Lo ven como una fiesta increíble, ya que aquí pueden hacer lo que allí no”, explicó.
Y respecto a su balance de los encierros de estos Sanfermines, el mozo disfrutó mucho durante todas las fiestas, excepto en el encierro del día 14 con los Miura, pues había “demasiada gente”. Este año el número de corredores ha descendido un 21%. En su opinión, esto es positivo, ya que es más fácil coger toro y más difícil caerse. Ahora solo toca aguantar una larga espera hasta los Sanfermines de 2019.