Hola personas, ¿hemos sobrevivido?, ¿a duras penas?, bueno, ahora una semana de calma y como nuevos.

El domingo pasado vimos unas cuantas pinceladas de cosas, costumbres, personas y personajes que son fijos y que, a priori, ya sabemos que van a estar o que esta o aquella cosa va a suceder, pero en la Semana Mágica también hay cosas que son nuevas, que no son previsibles y que cada año nos sorprenden. Para empezar, cada año esos pobres vendedores ambulantes, andarines que cargados de su mercancía van todo el día de la Ceca a la Meca, que cada año traen un producto novedoso, que si pistolas de láser, que si gafas enormes, que si canotiers de colorines, y un sinfín de cosas inútiles que la gente compra sin necesidad de que se lo ofrezcan; este año han triunfado con unos velos de novia y unas coronas luminosas con flores de colorines, que nos han convertido las fiestas en una gran boda. Un paso más allá que los modestos velitos iban un novio y dos novias que ataviados perfectamente, él de chaqué, ellas de organdí, comían el día 8 en la Raspa de la calle de la Merced, ¡¡Boda de lujo!!. Uno para dos, valiente el tío.

Los vendedores antedichos demuestran siempre una capacidad de ajuste a la situación digna de encomio: el día 8 empezó el tremendo aguacero después de comer y en un minuto estaban en la calle ofreciendo paraguas e impermeables, ¿cómo lo hacen?

Así mismo varían las estatuas humanas que con estoica paciencia aguantan inmóviles horas y horas. Al principio eran personajes más o menos sencillos como el hombre sin cabeza o una triste novia, con su marchita flor, recuerdo del abandono, caída sobre su mano, pero ahora no, ahora son de una complejidad increíble, elementos extraños que desafían la gravedad o figuras y estatuas que conforman un grupo que el propio Mariano Beinllure firmaría y en el que no es fácil diferenciar la carne del cartón. Carlos III está llenó de estas esculturas fugaces sobre soporte vivo.

También lo está de bailarines-saltimbanquis que forman sus corros de público entregado al que hacen participe de su coreografía con sus palmas y al que ofrecen toda clase de piruetas, saltos, giros inacabables sobre sus cabezas y mil cosas más que a mí me producen dolor de huesos nada más verlos. Yo doy una pirueta de esas y se me mezcla primero de bachiller con el día que fui padre. ¡Qué horror!

Otra cosa que por sabida no deja de ser novedosa son los fuegos artificiales, el espectáculo más visto de todos los Sanfermines con diferencia, miles de personas rodean cada noche la ciudadela. Se disparan desde un “marco incomparable”, que dirían en el NO-DO y no es exageración decirlo, el espectáculo de luz, murallas, color, humo y ruido que se forma es inimitable. Bien, pero? ¿dónde está la sorpresa si son todos parecidos?, habrá quien pregunte, falso, sin ir más lejos la colección italiana quemada ayer miércoles fue bastante sosa, hubiese valido para la boda de Sergio Ramos pero no tenía fuste para nuestras Fiestas, a no ser que fuese de la escuela de pirotécnicos minimalistas y no los entendimos, pero la del día anterior, martes, fue bestial, tremenda, apocalíptica, de esas in crescendo que te va haciendo vibrar el corazón más y más a cada cohete, a cada bomba, a cada nueva palmera de luz, a cada traca y al final no puedes evitar lanzar un grito que acompaña el estruendo vívido y vivido. Ahora todos sabemos un huevo de estructura, vertebración, ritmo, fachadas aéreas, efectos, artificios, cadencia y color. Al terminar el espectáculo los autores subidos en un baluarte saludan al respetable que aplaude o lo contrario. Y es gratis.

¿Os acordáis cuando los lanzaban desde la Plaza del Castillo y se veían desde toda la avenida?, si los viésemos ahora nos parecerían una broma pero a mí me encantaban, era lo que había y eran magníficos. Los colocaban en la plaza desde la mañana, ahí estaban tubos, mechas y carcasas y nadie las tocaba, nada pasaba, el único peligro era que te cayese una varilla de algún cohete sobre la cabeza.

Otros dos datos desconocidos a priori son los nombres de dos toros que van a resultar ganadores en dos terrenos diferentes, uno en la arena, ganador del trofeo Carriquiri al toro más bravo de la feria y que lógicamente hoy, jueves aun no se sabe, y el otro en el puchero que será el ganador del premio al toro más sabroso organizado por la sociedad Gazteluleku y que en esta ocasión se lo han llevado las jugosas y sabrosonas carnes de Jabaleño, ejemplar del hierro de Victoriano del Río.

Las barracas también son elemento cambiante, tienen clásicos fijos como los autos de choque, la noria, los caballitos, el mesón del conejo, los maños que pisan uvas y el tren de la bruja, pero? hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad, que diría don Hilarión, y vienen unas máquinas infernales capaces de revolver las tripas al Capitan Ahab y unas nuevas atracciones de agua que tienen una pinta cojonuda, lástima que yo ya no gasto. Es una pena que las hayan desterrado del centro, daban vida. Sus músicas formaban parte de la fiesta.

En fin, que la semana va pasando y cuando me leáis ya habrá pasado del todo y habrá sido como siempre: el chupinazo impresionante, la procesión sentida y solemne, las noches noches, los encierros trepidantes, vibrantes, juego de vida y muerte y este año con controversia ya que cierto número de corredores han elevado sus protestas por los cabestros que acompañan a la torada. Hasta ahora los cabestros guiaban a los toros calle adelante con una técnica digna de un buen guardaespaldas, pero este año los seis bueyes abrían la carrera como balas y detrás los seis bureles pegados a sus guías y a sus hermanos ¿quién se mete ahí?, semejantes moles con sus 800 kilos y mucha leña en el testuz limpian los “estorbos” sin problemas, me gustaría saber la estadística de contusionados a consecuencia de arrollamiento cabestril. Obviamente también se han celebrado las corridas con sus decibelios al máximo y en dónde poco ha pasado (faltan dos cuando esto escribo), hoy he estado ocupando una localidad del tendido 1 viendo la brava y noble de Núñez del Cubillo, una corrida que se ha considerado como exitosa por el número de trofeos obtenidos pero, aunque no lo decía el programa de mano, debía de ser el cumpleaños de Ferrera y de Cayetano. No han estado mal, ojo, se han visto cosas, se han ligado tandas, Ferrera dio al cuarto unos naturales a cero por hora, Perera estuvo bien en su segundo, Cayetano lo dio todo, ha habido buenas estocadas y la corrida en general ha sido entretenida, y, aunque a mi gusto le falto transmisión, ¡ya me gustaría que todas fuesen como esta!, pero cuando se premia en demasía la cosa pierde valor, los aficionados somos así de picajosos, nos fijamos más en lo poco merecida que tenía la segunda oreja que en lo merecida que tenía la primera.

Y poco más me queda por decir, nos hemos divertido, ha acompañado el tiempo, la paz y la alegría. Solo un enorme borrón a medio centenar de kilómetros: la gran inundación de Tafalla y su comarca que a todos nos duele en carne propia, ánimo, fuerza y seguro que para fiestas ya lo tienen todo adecentado, otra cosa será adecentar las cuantiosísimas pérdidas económicas. Desde aquí mi solidaridad con todos ellos.

Y con un Pobre de mí os recuerdo que Ya falta menos.

Besos pa’ tos.

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