Viloria - Esteban Ugarte vive en Estella-Lizarra pero es uno de los últimos vecinos de Viloria en Lana, un valle de Tierra Estella conocido por el filme Tasio de Montxo Armendáriz. Ugarte estaba nervioso, iba a donar el tesoro que su afición a la arqueología le había permitido reunir durante más de treinta años. Desde primera hora de la mañana aguardó la llegada del vehículo del Servicio de Patrimonio de Navarra, a quien dejaría las 200 cajas con miles de piezas arqueológicas que ha ido recogiendo en superficie por 27 localidades de la comarca, desde los rincones de Azáceta pasando por las terrazas del Ega, hasta Lóquiz y Montejurra.

Ugarte va a entregar parte de su vida y, con ella, las emociones y vivencias que sintió al ir recogiendo pieza a pieza su colección. Un tesoro desconocido que desde esta semana formará parte del patrimonio de todos los navarros. Hachas, piedras de diferentes épocas, molinos? "Todo tipo de herramientas" en casi doscientas cajas con miles de bolsas en las que también señala la información del lugar de recogida para que, cuando esté entre los fondos del patrimonio navarro, "puedan ir unificando". Un trabajo que durante todo este tiempo le ha llevado a recorrer cerca de 60 yacimientos, de alguno de los cuales hay cerca de cuarenta cajas donde se encuentran joyas del tiempo que Ugarte encontró "de todas las épocas pero, sobre todo, de la Prehistoria". Un material que va desde el paleolítico superior; con una antigüedad de 10 y 20.000 años y que finaliza alrededor del 700 antes de Cristo. Parte del material recogido "en la zona de Ancín" podría ser de lo que se conoce como la época musteriense, es decir, piezas talladas hace 100.000 años, una época en la que el Homo Sapiens convivió con los neandertales. "Entre las piezas que he entregado también hay de este tipo de material, aunque yo no me atrevo a asegurar que tenga esa edad", indicó.

La afición de Ugarte por buscar trozos de sílex, cuarcita, fibrolita o cristal de cuarzo también le ha hecho hacerse una idea de cómo eran aquellos antepasados que ocuparon estas tierras entre la ribera del Ega y las sierras de Lóquiz, Urbasa y Andia. "Aquí la agricultura llegó muy tarde. En estos valles se dedicaban fundamentalmente a la caza, a la recolección de bayas silvestres y a la pesca. La agricultura era algo muy residual y había un poco de pastoreo". Una de las zonas donde más ha disfrutado es la de Lezaun, Ibiricu e Iruñela, que es como "si fuera otro mundo más antiguo aún y donde está claro que la vida estaba vinculada a la caza". Un dato que atestigua esta afirmación es que, por cada diente de hoz que aparece (agricultura), "pueden aparecer 300 raspadores" de grasa de las pieles para después curtirlas.

"La historia siempre me ha gustado", admite. Le encantaba escuchar las explicaciones sobre dólmenes y menhires. "Desde niño mi padre me llevaba a la montaña, y sin saber nada, me contaba cosas que intuía". Pero Ugarte salió de Viloria y se instaló en Bilbao durante dos décadas. Cuando volvió a vivir a Tierra Estella tomó contacto con el Centro de Estudios de Tierra Estella (CETE). "Un centro que ha hecho mucho por la arqueología", añade.

Ugarte piensa que su material puede dar mucha información sobre esta época que en esta zona sigue "inédita. No digo que no haga estudios de prehistoria en varios lugares de Tierra Estella pero, por ejemplo, la sierra de Lóquiz es la gran desconocida y yo he localizado ahí asentamientos, fondos de cabañas, trozos de cerámica, molinos y flechas en plena sierra".

Pero si algo ha tenido claro Ugarte es que todo este material que fue recogiendo durante décadas debía estar en manos de las instituciones públicas. "Lo que más me satisface es que vaya a parar al patrimonio público para que en un futuro la gente pueda verlo, aunque yo no lo vea. A ver si mis nietos puedan leer las publicaciones que digan que en esta zona había culturas que no se sabía". Ugarte insiste en que su trabajo siempre ha sido la búsqueda en superficie, es decir, material que ha estado enterrado hasta que el laboreo o las excavaciones movieron estos tesoros ocultos y los dejaron a la vista. También animó a que quien tenga material de este tipo que lo entregue para su análisis.

Ugarte advierte de que aquellos antiguos pobladores de estos valles ocultos comerciaban mucho más de lo que nos imaginamos. Hacían trueque y comerciaban; por eso ha podido encontrar trozos de cerámica en asentamientos de la Edad del Bronce. Pobladores que se instalaron en los mejores pasos de caza buscando el sol en las terrazas más soleadas y abrigadas. Parajes que miles de años después Esteban Ugarte fue recorriendo con la obsesión de quien no quiere que ninguna de esas huellas del pasado sea robada o desaparezca. Una tarea de décadas que cupo en un solo camión y que hoy ha dejado la oscuridad de la vieja casa de los carboneros de Viloria por el almacén del Gobierno de Navarra, a la espera de que alguien quiera y sepa leerlas para luego compartirlas. "Aunque yo no lo veré".