- Sabe que es un peligro con patas y no les ve ningún sentido a sus andanzas. Pero tiene que apechugar si quiere conservar su trabajo. Ángel Zoco Avendaño se dedica a la mensajería y su ruta no varía en estado de alarma: Mendillorri, Sarriguren, Huarte, Burlada o Villava, de la furgo a la calle, entrega a domicilio, vuelta a la furgo, calle, domicilio, calle, furgo, calle, domicilio... toda la jornada expuesto al coronavirus. “Ha bajado la paquetería a empresas porque muchas han cerrado. Pero se ha mantenido, y pensamos que va a subir, la paquetería on line. La gente ahora se dedica a sentarse en casa, coger el ordenador y pedir. Porque claro, eso no cierra. El Gobierno permite comprar desde casa, y alguien lo tiene que repartir. Por desgracia nos toca a nosotros”, explica este vecino de Barañáin, natural de Carcastillo.

A sus 64 años, Ángel vive esta crisis con la jubilación en el horizonte. Y cree que en estas circunstancias su trabajo, siempre que no se trate de productos de primera necesidad, debería cancelarse. “Salimos por la calle con la gente todo el rato. Y tenemos que ir a sus casas. Si prohiben que la gente salga, ¿por qué nosotros tenemos que salir y estar en contacto con la gente? ¿Por qué lo permiten? Es un poco absurdo que la gente tenga que estar en casa por miedo al contagio y nosotros en la calle... para que nos contagien o contagiemos. Un sin sentido”, dice. La situación “no refleja lo que es la mensajería y paquetería. El Gobierno nos ha metido a todos en el mismo paquete: el transporte no cierra. Y nosotros estamos en el gremio del transporte, sí, pero no somos transporte urbano ni camioneros. Somos gente de a pie que está todo el día en calle”, argumenta.

“Somos autónomos y estamos jodidos”, confiesa Ángel sobre un “sector desprotegido. No digo que el 100% porque igual me equivoco, pero el 90% somos autónomos dependientes de las empresas y sin protección de ninguna clase”. A Ángel nadie le obliga a subirse a la furgoneta y repartir, pero si no lo hace “ellos buscan a otro, porque no hay ningún contrato firmado. Es así. Tenemos que trabajar porque tenemos que trabajar, no hay otra opción. No puedes negarte, te juegas tu puesto de trabajo”, lamenta este transportista.

Además, cualquier medida de protección frente al coronavirus corre de su cuenta. “Los guantes me los tengo que buscar como pueda, que casi no hay. Y mascarillas no existen, al menos en mi ruta en ninguna farmacia venden. Entonces, ¿qué protección tenemos nosotros? Porque como somos autónomos las empresas para las que trabajamos dicen que es cosa nuestra”.

Visto lo visto, Ángel ha optado por poner distancia con los suyos. “Estoy preocupado, y mi familia no vive conmigo en casa. Se ha ido al pueblo. Ahora estoy solo porque tengo miedo de poder contagiar a alguien, porque estoy en el foco del contagio. Puede ser que no me contagie, pero puede ser que me contagie. Y no puedo permitir que mi familia esté viviendo conmigo, cuando ellos no trabajan porque les han dicho que no trabajen y se queden en casa. He preferido que se vayan, por si acaso. Al final te ves en la postura de decir, oye, me voy a quedar yo solo tranquilo, que por lo menos evito problemas a la gente que está a mi alrededor. Yo no me junto con nadie, no quiero saber nada de nadie, cuando vengo de trabajar me meto en mi casa y a la mañana siguiente tengo que salir a trabajar, y a la vuelta otra vez me meto en mi casa. ¿Que no me ocurre nada? Todo perfecto. ¿Que me ocurre? Pues me ocurre solo a mí. Y se acabó. Qué le vamos a hacer”.

Este transportista que sabe qué pasa en la calle porque se la recorre diariamente, ve “mal” la situación y considera que la alerta “va a ser para largo, porque voy por la calle y veo a mucha gente andando. El Gobierno dice que se confinen todos en casa, pero uno aprovecha que va con el perro para dar un paseo, el otro sale a comprar... la realidad es que hay bastante gente por la calle y se ven circular mucho coches. Claro, si tienen que ir al trabajo no les queda más remedio. Pero lo que es un confinamiento, confinamiento... no hay mucho. Eso sí, todo lo que dicen que hay que cerrar se ha cerrado, pero la gente siempre se busca para salir a la calle. Pienso que esto va a ser más largo que lo de los 14 días, porque se está viendo que cada día hay más gente”.

Por último, su visión es igual de poco halagüeña sobre las consecuencias económicas y laborales del coronavirus. “Es una debacle. Un bajón terrible. La paquetería en sí ha bajado mucho. Un autónomo ante este bajón tenemos que seguir pagando los impuestos, y dinero no nos entra. Yo tengo que sacar todos los días la camioneta, tengo que llenar gasoil y cada día repartes menos y cada día te pagan menos, porque tú cobras por paquete que entregas. Esto es un sin vivir, y como se alargue mucho... Yo al final ya estoy casi a punto de jubilarme y digo, lo que pase, pasó. Pero veo que para los autónomos que vivimos de esto, que no estamos teniendo sueldo ni tenemos ninguna ayuda, esto va a ser un golpe muy fuerte”.

“El Gobierno permite comprar desde casa, y alguien lo tiene que repartir. Por desgracia nos toca a nosotros”

Autónomo del sector del transporte (paquetería y mensajería)