l domingo de Resurrección es el día en el que San Miguel deja su santuario en lo alto de Aralar para comenzar un periplo que año tras año, durante siglos, le lleva a visitar cerca de 300 localidades. Pero este año todo es distinto y la efigie salió el 15 de marzo, el mismo día en el que se declaró el estado de alarma, obligando a cerrar este centenario templo. Ese día se ofició la última misa, eso sí, siguiendo las indicaciones sanitarias. Sin abandonar el término de Uharte Arakil, bajó a la casa de espiritualidad de Zamartze acompañado del capellán de Aralar, Mikel Garciandía, que vive en este lugar junto a otros dos sacerdotes, José Antonio Apecechea y Javier Aldave así como una monja, Guadalupe Escudero.

Desde el confinamiento obligado, estos religiosos acompañaron ayer a San Miguel en la bendición de los campos y pueblos lau haizetara, tal y como lo hace en todas sus visitas. Era una secuencia muy diferente a la de otros años, una despedida rodeada de fieles, muchos y muchas incondicionales, para dirigirse a Baraibar. Son unos 9 kilómetros atravesando la sierra por el conocido como camino del cura de Madotz.

Así, San Miguel ha celebrado esta Semana Santa en Zamartze, desde donde se ha transmitido en directo de las celebraciones más destacadas a través de la aplicación periscope:@zamartze.com. El martes se celebró del día del perdón, el jueves la Hora santa y el viernes el Viacrucis con San Miguel, con 90 visualizaciones en directo y grupos. Ayer también se pudo ver la bendición de los campos y pueblos. Además , durante esta semana se oficiará una misa, de lunes a viernes a las 18.30 horas y el fin de semana a las 12.00 horas.

Lo cierto es que San Miguel goza de gran devoción, una vinculación espiritual que a veces va más allá de la religión católica. Además, en estos tiempos difíciles, la fe cobra especial importancia. “La fe es para nosotros un regalo capaz de transformar toda la vida, y que tal vez algunos valoran y aprecian más en el momento de vernos necesitados, y limitados”, observó el capellán. “Personalmente, para mí resulta peligroso unir fe y necesidad, pues entonces uno no puede estar seguro de si ese dios al que rezamos no es más que un invento nuestro. Ahí doy la razón a muchos ateos. Considero que es más humano y más hermoso relacionar la fe con todas las situaciones de la vida, incluso sobre todo las de plenitud, esperanza, comunión, gozo…”, apuntó.

Con ganas de volver a retomar la normalidad, el capellán de Aralar señaló que quiere pensar que esta cuarentena sirva para reflexionar pero teme que “tras la euforia y la huida para adelante, darán al traste con lecciones de sabiduría que nos está queriendo dar Dios ,o la vida para otros”, indicó. “La idea de libertad occidental, entendida como control ha entrado en crisis y eso puede ser maravillosamente positivo. Abrazar la indigencia propia y de los demás en un excelente comienzo para que las cosas comiencen a cambiar y tratemos de cambiar el mundo desde el único punto posible, desde mí y desde abajo”.

La crisis del coronavirus también tiene una repercusión importante en la economía del santuario de San Miguel, y más en un año lleno de proyectos. Lo cierto es que las visitas por los pueblos es una fuerte importante de ingresos, según apuntó el capellán. “En la medida en que vaya evolucionando la situación, informaremos sobre cuándo y cómo hacer las visitas a las diferentes comunidades cristianas”, observa Garciandía. “A la hora de organizarlas será importante sus sugerencias porque no se podrá llegar a todas”, apuntó.

Lo cierto es que a través de los siglos, la imagen titular del santuario de Aralar ha recorrido centenares de parroquias, colegios y otras entidades. La visita se originó el s. XII al tener que ir la imagen a la fiesta de la dedicación de la Catedral (1127). En tiempos, la cofradía llegó a contar con 40.000 miembros, en la segunda mitad del siglo XIII, y cuando el papa Urbano IV concedió cien días de indulgencia a todos los cofrades y bienhechores del santuario. Esas salidas tenían por finalidad facilitar a los cofrades enfermos y que no podían subir hasta lo alto de Aralar para venerar su imagen, una iconografía diferente de este ángel representado generalmente como guerrero y que porta la Cruz sobre su cabeza.

El coronavirus no ha conseguido parar aunque sí ralentizar el proyecto de rehabilitar Lakuntzetxe, también conocida como casa de Deierri, un edificio anexo al nártex que el obispo Pedro de Artajona donó la cofradía de San Miguel de Excelsis a finales del siglo XII. El motivo de la obra es doble. “El más urgente y que nos preocupaba en origen, es que el edificio amenaza ruina y la estabilidad del conjunto del Santuario queda comprometida”, explicó el capellán. El segundo tiene que ver con su uso. Y es que en el proyecto se contempla un centro de interpretación, biblioteca histórica y salón de actos además de la sede social de la cofradía.

Al respecto, el capellán, recuerda que el Gobierno de Navarra colabora con este proyecto a través de Mecenazgo (Mecna). Así, los particulares navarros desgravan un 80% de esta cantidad los primeros 150 euros y un 40% a partir de estos. A su vez las empresas también tienen importantes beneficios fiscales. “Nuestro objetivo es socializar este proyecto y también poner en marcha hacia mayo una campaña de crowdfunding. Hay un perfil de personas muy amplio que tiene vinculaciones con el santuario”, comentó Garciandía.

Las aportaciones se pueden realizar en la cuenta ES11 3008 0045 9840 7184 5517, en concepto de mecenazgo santuario Aralar. “Se debe dar el número del DNI y el Santuario tramita con el Gobierno toda la gestión para la desgravación”, explica. Más información en www.sanmigueldearalar.info.