- Sale con sus zapatillicas rosas de andar por casa, pero siempre estupenda. Se pone los pendientes, dos perlas, y baja con el pañuelo para dar un poco de colorido a la calle. "Con toda la ropa que tengo en casa, ¿por qué no me la voy a poner?", bromea. Mercaderes le responde estos días con la misma estampa, pero Carmen Algaba no se desanima. Todos los días de confinamiento ha elegido su portal como rincón para aplaudir porque no tiene balconada -sus ventanas dan a un patio interior- y asegura que es su "ratico". Un compromiso: "Hoy no he salido a pasear porque de siete a ocho me viene fatal -bromea-. Y me gusta porque en los aplausos pongo mis mejores intenciones y mis deseos para toda la gente que lo está pasando mal. La calle ya me tiene muy vista".

A sus 71 años, dice que esto de la cuarentena lo lleva bien, "pero bien no se puede estar con todo lo que está saliendo en las noticias. Eso sí, mi casa es un taller, a mi me encanta estar aquí. No me aburro", asegura. Le gusta la costura así que pasa el tiempo entretenida arreglando vestidos, cosiendo para algunas amigas. "A una le escribo cartas todas las semanas. Ya sé que puedo llamar por teléfono, pero le hace ilusión recibirlas. Y me encanta escribir". Así se da un paseo hasta el estanco, dice que tiene todo el comercio a mano.

Nació en Madrid pero lleva más años aquí de los que estuvo allí, después de haber venido ya, desde pequeña, a Sanfermines con su padre. Lleva en Pamplona desde los 29 años y casi otros tantos en Mercaderes. Lo que más echa en falta son sus largos paseos, su ruta por Santo Domingo, cruzando el puente, por la ladera del río para subir por Labrit. "Llego hasta el museo y me pego casi una hora". Y salir sin horarios, "cuando a mí me apetezca. Tomarme mi cafetico en el Vallado, aunque sean las ocho de la tarde, que a mí no me quita el sueño".