esde Lumbier, el portal del prepirineo, Romanzado, Almiradío de Navascués hasta Belagua, en Roncal, y todo el Valle de Salazar, los fines de semana y festivos desde que comenzó el desconfinamiento de la covid-19 el acercamiento a la naturaleza y al mundo rural es un hecho evidente que ha desbordado las previsiones de los ayuntamientos, obligados en muchos casos a tomar medidas y a adaptar zonas.

Esta semana los datos de turismo en Navarra del Gobierno foral revelaban las previsiones positivas para el turismo rural, con un promedio de ocupación del 87% para la primera quincena y del 85% para la segunda.

Por zonas, Roncal alcanza casi el 100% de ocupación estas primeras semanas, seguido de de Baztan (95%) y Sakana (90%). Para esta segunda quincena, Baztan mantiene este 95% de ocupación, mientras que Roncal y Sakana se sitúan en el 90%. La Ribera baja al 78% y la zona de Irati se sitúa en el 80% a lo largo de todo el mes.

En lo que se refiere a apartamentos turísticos, en la primera quincena de este mes han rondado el 90%, mientras que en la segunda están al 40%.

Estos datos revelan que la opción vacacional de este agosto del 2020 está siendo preferentemente la de los pueblos y valles navarros, turismo de proximidad en contacto con la naturaleza, espacios abiertos donde poder moverse y respirar con mayor libertad.

La imagen es la de aparcamientos completos y arcenes repletos de vehículos. La Foz de Lumbier, por ejemplo está contabilizando entre 180 y 200 coches en su parking. En la de Benasa, se extienden los coches en un reguero hasta la carretera y "ahí donde cabe un coche, te lo encuentras", resume una voz popular.

Esta situación se viene arrastrando desde finales de primavera. En la Venta de Juan Pito, Julián Gabás atiende ligero al público que espera en las mesas extendidas al sol. Son las primera horas de la mañana de un día laborable, pero estamos en agosto, pleno verano. La imagen se repite día a día desde el 30 de mayo, cuando les permitieron reabrir sus puertas, días antes del levantamiento del estado de alarma. "Ni respirar. Así estamos y seguiremos hasta mediados de septiembre. Hay mucha gente en todo el valle".

Abierto de 12.45 a 17.30 horas, es parada obligada en ruta montañera, o simplemente, un alto en el camino de turismo por el valle, turismo familiar que disfruta de vistas y viandas entre altas montañas. Para un mejor funcionamiento, las normas están escritas . "Cuando todo se llena, se reparten números y toca esperar. Esto es muy habitual", señala Gabás.

Autoridades y habitantes de los pueblos pirenaicos coinciden en que es inevitable sentir cierta invasión. Ocurre que, sobre todo, los fines de semana las pozas de los ríos y arboledas se llenan de gente de paso y en horas punta de comida se produce la sensación de aglomeración.

Una forma de evitar esto y de no depender de lo que te encuentres es viajar en autocaravana o furgoneta. La tendencia aumenta y es otra imagen que se repite este verano. Su proliferación pone de manifiesto un turismo en auge durante la crisis.

"Es viajar con lo tuyo muy acorde con lo que estamos viviendo", declaran unos turistas en Belagua. "Aporta improvisación, te permite moverte con mayor libertad porque lo muy turístico está ahora a rebosar", añade una cuadrilla de Bergara en Belagua, sin pasar por alto que es fundamental que se tenga en cuenta esta opción y que los ayuntamientos regulen su uso. "Este veranos somos muchos por todos sitios y cierto es que en ocasiones sentimos cierto resquemor por nuestra presencia, en general por la presencia de tantas autocaravanas. Pero es nuestra opción y somos respetuosos con el medio ambiente. Nosotros, a veces, también vemos cosas que no nos gustan porque se hacen mal, como el vertido de deshechos. Por eso, es necesario que se adecúen los lugares", opinaban.

En Mata de Haya, a 12 km de Isaba, Karin Hübner sirve al otro lado de la barra de la cabaña que regenta desde hace diez años, tras la firma de dos contratos consecutivos con la Junta del Valle que la construyó en 2006.

Esto le ha permitido atender al turismo en la entrada del bosque con su oferta de bizcochos caseros, raciones y comidas. Es un área de descanso abarrotada también de coches y autocaravanas.

"Aquí también se nota mayor afluencia este verano durante toda la semana. Estamos cuatro personas este año y casi vamos justas", lamenta.

En el balcón de Katalingarde I, en Isaba, que goza de una panorámica extraordinaria, María Ángeles Ezquer, presidenta de la Asociación de Casas y Apartamentos Rurales del Valle de Roncal, y gestora de las casas rurales Katalingarde I y II junto a su hermana Ana Rosa, recuerda cómo en junio empezó el movimiento del turismo sobre ruedas con autocaravanas y furgonetas repartidas por términos de Arrako, Mata de Haya, refugio y la zona del río. Fue a partir del 21, cuando las casas comenzaron a llenarse. "Julio hemos trabajado muy bien, y hasta el 23 de agosto estamos al 100%", señalan.

Procedentes de Cataluña, Valencia o Madrid han vuelto al Pirineo, si bien subrayan ambas que este verano ha aumentado la demanda navarra. También la clientela juvenil. "Llegan de todas las edades, también el albergue lo ha constatado". El monte está más demandado que el bar -puntualiza Ana Rosa esta, entre risas-. "Desde el confinamiento, ha aumentado la afluencia al monte o el deporte al aire libre, y en los últimos meses nos encontramos más gente joven también en los pueblos. Unos se estrenan y otros renuevan afición", señalan.

A pesar de las buenas cifras, la incertidumbre está ahí, recuerdan que todo está condicionado por la pandemia, también el exhaustivo protocolo de limpieza.

El Valle de Salazar, desde los primeros días de julio, acoge también al incesante turismo que llena sus apartamento, casas rurales y campa por los parajes municipales. Las casas rurales que sufrieron importantes cancelaciones en primavera se ven ahora compensadas con la ocupación total, tal y como señala María Luisa Tanco, de la casa Martinezker de Otsagabia. "Hay mucha gente por todo, turistas que disfrutan de la tranquilidad y de la naturaleza sin aglomeraciones. Aquí se sienten seguros. Eligen el medio rural y nos dan la oportunidad de recuperarnos", reconoce.

El acalde de Isaba, David Baines, admite la concurrencia de turistas y de habitantes de segunda residencia. "Todas las casas están abiertas y el verano el consumo de agua está en máximos. En cuanto a la abundancia de caravanas y furgonetas, admite que le llegan quejas y que el Ayuntamiento tiene pendiente regular el tema. "Estamos haciendo hincapié en la limpieza de ríos y montes para el disfrute de todos. Nos hemos volcado en el turismo, hemos perdido mucha fuerza en el sector primario y ni podemos ni lo debemos evitar. Para mí todo el mundo es bienvenido. Somos pueblos turísticos", insiste.