- Dice que, más que un historiador, es “un poco cotilla”. Pero le encanta investigar y ha conseguido ser el mejor en lo suyo, porque pocos vecinos habrá en Navarra -si no ninguno- que sepan más que él sobre el lobo. Sobre lo relativo a este animal que ha dejado, según explica, más de 300 topónimos en la Comunidad foral y de todo lo que, aquí, ha formado parte de su historia. El vecino de la Txantrea Ignacio Etxeberria, electricista y amante de los animales, ha recopilado en un trabajo de cerca de ocho años datos, curiosidades, leyes y todos esos lugares a los que da nombre un animal que, para él, no ha pasado desapercibido.

“Comencé por casualidad. En 2012 acompañé a un amigo a una charla que ofrecía Aranzadi, en la que hablaban sobre todas esas costumbres que, desde la Prehistoria, han llegado hasta nuestros tiempos. Me llamó la atención, mi madre es del valle de Ollo y sabía que ahí había por lo menos dos antiguas loberas, otsoportillos, donde se cazaba a los lobos. El amigo me animó a recopilar esos lugares y así empezó todo”, confiesa. Encontró otros dos lugares similares en el mismo valle, y ha descubierto un buen número de ellos que, además de ver, ha querido documentar mientras se iba animando con curiosidades.

En su página web, que creó hace ya un año (otsoanafarroanelloboennavarra.home.- blog), conserva una recopilación exhaustiva de la toponimia lobera en Navarra, además de la posición GPS de todos estos lugares que les dan nombre: “Solo el lobo genera más de 300 topónimos raíz y más de 400 registros con los topónimos derivados”, señala. También recoge los escritos de diversos autores sobre la toponimia navarra -Mikel Belasko, Jimeno Jurío o Rafael Carasatorre- y una pequeña exposición del personaje Otsoa, además de una recopilación de lo escrito en la literatura Ibérica y Francesa sobre su caza, sobre la legislatura, noticias loberas en la prensa del siglo XIX, XX, y algo del XXI, mitos y leyendas.

Para él, lo que siente respecto al lobo es un tanto ambiguo. “Lo defiendo porque es un animal precioso y admirable, pero también me da mucho miedo y entre los rebaños de los pastores ha hecho verdaderos estragos. Es terrible”, señala, mientras explica que a pesar de ello es un animal que “ayuda a eliminar animales enfermos a los que caza, reduciendo la transmisión. Y en Yellowstone, por ejemplo, los herbívoros estaban acabando con la vegetación y los ríos estaban desapareciendo, hasta que soltaron lobos, que consiguieron mejorar la biodiversidad enormemente”.

En Navarra hace ya muchos años que no hay lobos. “En la enciclopedia Madoz cuenta, por ejemplo, lo que había en cada pueblo y lo que se cazaba. Aquí antes había lobos en las Bardenas, de Gallipienzo hacia arriba en todos los pueblos. Ya en el siglo XIX se utilizaba la esterlina como veneno para matarlos, hacían estragos en los rebaños. El último lobo autóctono desapareció en 1922. Veinte años después apareció un lobo solitario en Otsagabia, y ya en 1962 en Lerín, que venía probablemente de La Rioja. En el 82 apareció otro en Urbasa y el último desapareció en Petilla de Aragón en el 96”, relata el experto, que explica que puede que en el futuro alguno pase por Navarra. “Actualmente hay ejemplares en La Rioja y en la muga entre Burgos, Bizkaia y Álava. Hay algunos que vienen desde Italia, están atravesando Francia y han llegado a Zaragoza, a los Monegros. “En cualquier momento llegan”, dice. Sería una “buena noticia”, aunque asume que “hay que cuidar al ganadero, defenderle para que pueda vivir del campo y del monte, porque les hace bien. Pero también tenemos que favorecer que exista el lobo, no creo que sean realidades incompatibles, la Administración tendría que potenciar ambas cosas”.