- Robles de más de 300 años de antigüedad, pino rojo, helechos, acebos, jabalíes, corzos, zorros, murciélagos, erizos, musarañas, ranas, petirrojos, pájaros carpintero... Toda esta variedad de flora y fauna ofrece el frondoso bosque de Orgi, en el valle de Ulzama, a tan solo 20 kilómetros de Pamplona. "Es un sitio único, un remanso de paz", asegura Beatriz Otxotorena, presidenta de la fundación Ultzama, que desde 2018 gestiona el bosque.escapan a la naturaleza en busca de paz y tranquilidad y para desconectar del trajín de la estresante vida laboral. El robledal de Orgi ha sido testigo directo. "A falta de las personas que vengan en diciembre, el número de visitantes de 2019 y 2020 es el mismo. Pero hay que tener en cuenta que hemos estado cerrados cuatro meses: marzo, abril, mayo y junio", explica Beatriz. Desde la desescalada, a finales de mayo y tras más de 60 días encerrados, cada vez más navarros y navarras se

El prototipo de los visitantes es el mismo que antes de la crisis sanitaria: familias de la Comarca de Pamplona con niños y niñas. "Es un paraje ideal para que los más pequeños se adentren en el mundo de la naturaleza. También viene mucha gente de la Ribera que quiere disfrutar de un paisaje que no tienen allí", comenta. El único cambio es que ha incrementado considerablemente el número de personas mayores y de grupos de riesgo: "Hemos recibido muchas visitas de asociaciones de diabéticos, de jubilados o de residencias de mayores. Quieren disfrutar de un paseo sin miedo a contagiarse, alejados del gentío de Carlos III", señala.

En esa dirección, convertir al bosque en un destino seguro, la fundación ha tomado una serie de medidas como la reducción del aforo al 30% de vehículos (60), estancia máxima de cuatro horas, reserva previa obligatoria o circuitos de entrada y de salida. "Disfrutan del paraje sin ningún tipo de aglomeraciones", apunta.

El robledal cuenta con tres recorridos distintos: un laberinto, un camino y una senda. Mucha gente los camina por su cuenta, en total una hora de duración, pero existe la posibilidad de visitas guiadas para grupos de 10 personas. También organizan puntualmente actividades como el I curso de conexión ambiental, que se estrenó ayer. "El objetivo es crear una relación de tú a tú con la naturaleza. Enseñar a la gente a distinguir, interpretar y leer las huellas de los animales, los sonidos de los pájaros o las hojas de los árboles", expone. Para ello, se muestran las diferentes técnicas usadas desde tiempos ancestrales por el pueblo nativo-americano apache. El responsable del curso, incita Beatriz, es un "rastreador profesional que ha dado formación a algunos rangers de Estados Unidos".Durante estos dos años al frente del bosque, Beatriz ha visto de todo. Incluso ha ayudado en una pedida de matrimonio en el roble más longevo de Orgi: "Fue la bomba. Un chaval nos dijo que le gustaba una chica del valle y nos preguntó si le podía pedir matrimonio en el bosque", recuerda.

La respuesta fue afirmativa y puso todo de su parte para que saliera todo perfecto. "El día de la pedida el chico vino unas horas antes y cerramos el bosque para él. Durante ese tiempo, fue colocando notas, pistas que le guiaron al roble número tres, el más antiguo de todos. Cuando ella pasaba por ahí, puso una música de fondo, salió de detrás del árbol y le pidió matrimonio", relata. Al año siguiente, la pareja volvió para darle las gracias.