Hay mojitos variados -el clásico, de fresa, mango, coco, manzana o maracuyá- Moscow Mule, Sex on the Beach, Bloody Mary, Piña Colada y así hasta 13 combinados diferentes para arrearse un pelotazo con clase. Se entregan en packs de dos o cuatro con su bolsa de hielos, una premezcla del licor, el refresco o zumo, las frutas frescas y las deshidratadas y un pequeño manual para que el cliente culmine el asunto, aromatice y ejerza de barman en su cocina, salón o terraza. El Infernu en casa. “La idea es que sepan igual que si te lo tomaras en el bar”, dice David Murillo Jiménez, desde 2008 y junto con su hermano Pedro Javier al frente de esta nocturna taberna de la calle San Agustín, en el Casco Viejo de la capital navarra.

“Cuando a los locales de hostelería nos cierran por segunda vez a finales de octubre, dándole vueltas al coco y viendo opciones, se nos ocurrió esta idea de llevar el bar a las casas de la gente para seguir en contacto con ellos y que vean que seguimos trabajando, que tenemos ganas de trabajar... y que no podemos estar quietos. Más que nada lo hacemos por mantener el contacto con la gente”, defiende este hostelero inquieto. “Cuando nos ocurrió la idea estuvimos dos o tres semanas trabajando a destajo sobre ella; cómo llevar nuestra coctelería a las casas, el tema de conservación y cuánto aguantaría en las casas de la gente... Y ya la semana pasada la pusimos en marcha”, argumenta.

“Estamos bastante contentos, no esperábamos la respuesta que hemos tenido. Sobre todo porque en Pamplona el take away de bebida es un tema novedoso, y no sabíamos cómo iba a funcionar”, dice.

Con el bar abierto, “el producto con el que más éxito teníamos eran mojitos y gin tonic. Si hacíamos algo a domicilio tenían que estar sí o sí en la carta. También son los que más trabajo nos ha costado adaptar, pero hemos conseguido que sepan igual”, explica. El más problemático ha sido el mojito. “Lleva la lima, la menta, azúcar, el ron... Y en el bar utilizamos sifón para terminarlo. Le hemos dado vueltas hasta dar con el producto que más se asemejaba. Ha sido la soda”.

Aunque en condiciones normales el Infernu solo abre de noche, “con la pandemia y las restricciones de horarios, el fin de semana decidimos abrir desde la una de mediodía”. Los últimos meses se han adentrando en el mundo del vermú, que ahora también reparten a domicilio. “Para nosotros es como si fuera un cóctel más, lo preparamos de manera artesanal. Tenemos uno rojo y uno blanco, y es lo que ofrecemos a la gente”. Para cerrar el círculo, también llevan a los domicilios de Pamplona y Comarca las alrededor de 50 marcas de cerveza que ocupan sus baldas. “El reparto lo hacemos nosotros mismos. Hemos ido a casas de clientes y se muestran muy agradecidos... y nosotros también. Ven que nuestra situación es bastante mala y nos están apoyando mucho. Porque este servicio es también una forma de que la clientela apoye al sector”, dice.

“Se nos ocurrió llevar el bar a las casas para seguir en contacto con la gente”

Socio del Infernu