Hace doce años que Patxi Arrieta Cambra entró a formar parte de la red de voluntarios de la DYA, la organización sin ánimo de lucro que se reparte por toda la geografía estatal, atendiendo emergencias gracias a labor desinteresada de sus miembros. Desde la base de Olite, de donde Arrieta es el responsable, atienden las urgencias de los pueblos de alrededor, algunos de ellos a una distancia de más de 40 minutos en coche, y con carreteras "que nada tienen que ver con las que hay en la comarca de Pamplona". Aunque la labor voluntaria de Patxi y sus 13 compañeros "va con la vocación", reconoce que también tiene mucho que ver con la devoción, pues sus días se reparten entre la vida social, la laboral, la familiar y la del voluntariado.

"Cuando hay una emergencia y se ponen en contacto con nosotros, tenemos que ver quienes están disponibles para poder acudir", apunta Arrieta, quien reconoce que "aunque ya estamos más o menos organizados" no siempre es fácil. "La realidad es que siempre que nos llaman intentamos ir, coordinarnos y conocer los horarios de todos para poder ir si nos requieren", explica Arrieta, y concreta que, aunque dan cobertura a los pueblos que rodean Olite, si se les necesita, también van más allá de su zona.

TRABAJAR EN LO RURAL El pasado fin de semana, con las nevadas y el temporal que azotó a parte de Navarra, la DYA de Olite estaba preparada para cualquier tipo de asistencia, "aunque no fue necesario porque no se nos reclamó para ninguna emergencia en la zona".

Y menos mal, "porque ser técnico de emergencias sanitarias en un entorno rural tiene lo suyo". "No es lo mismo acceder a la parte nueva de un pueblo que hacerlo por la parte vieja, hay pueblos en los que las ambulancias ni siquiera entran por sus calles", exclama Arrieta. Confiesa que en esta labor hay que tener en cuenta muchas variables, que hay que trabajar pensando en el estado de la carretera, en las distancias para los traslados y en los medios disponibles en cada momento.

"Hay carreteras entre pueblos por las que los equipos quitanieves no pasan a menudo, municipios como Ujué donde la nieve puede llegar a los doce centímetros y la ambulancia no puede ni entrar por las calles", explica Arrieta, quien también conduce la ambulancia y reconoce que no es lo mismo ir con prisa por una autopista que ir rápido por una carretera de pueblo y en según qué casos con condiciones meteorológicas "no muy favorables".

En esos casos la experiencia se vuelve en compañera y el conocimiento por los años en la asistencia rural guían los pasos de los técnicos en emergencia. "Sabemos que hay lugares en los que hay que dejar la ambulancia y salir con la silla, si la urgencia lo permite, para luego llevarlos en volandas hasta el vehículo y ya trasladarlo a donde corresponda", concreta Arrieta.