Cada vez son más los grupos de consumo que apuestan por lo local, por el producto de aquí, y eligen el kilómetro cero para poner en valor la soberanía alimentaria y otra manera de consumir. Pero sólo en la microcooperativa Ondalankoop han decidido ir un poco más allá y ofrecer todos esos valores que se cosechan en la tierra ya cocinados. De la huerta al plato, por supuesto, pero listo para comer. Sano, rico y elaborado: no se puede pedir más.

Hace apenas cuatro meses que Maider Ondarra y José Osés subieron la persiana en Burlada, afincados en el antiguo Bar Burladés -que pasó después a ser la sociedad gastronómica Eguzkilore-. Cuentan con una cocina y espacio e infraestructura que les han permitido, de momento, arrancar con su proyecto más sólido, el de la cocina, pero nacen con visos de futuro y muchas ganas de emprender. "Al principio quisimos instalarnos en San Martín de Unx, porque José es de allí y además uno de nuestros objetivos es luchar contra la despoblación con proyectos como éste. También buscamos sitio en Tafalla pero teníamos pocas opciones así que al final decidimos quedarnos en casa", cuenta Ondarra.

Han establecido, eso sí, puntos de recogida en San Martín de Unx, en Tafalla y en Ujué, donde disponen de espacio y de bastante demanda. Parte de sus 70 socios adquieren allí sus pedidos, y están estudiando abrir también otro punto de recogida en el Casco Viejo. El proyecto, asumen, "viene de lejos". El confinamiento les vino bien para rematar el papeleo, ponerse en marcha y lanzarse con la página web. Ondarra siempre ha tenido inquietud por el kilómetro cero, confiesa que se hizo socia de Landare (Asociación de Consumidores de Productos Ecológicos) hace años e incluso intentó desarrollar un proyecto similar en Zaragoza, donde estudiaba, pero al volver a Burlada dejó esa idea aparcada. "Creo que existía esta necesidad porque es cierto que hay muchos grupos de consumo, cada vez más. Gente que vende las cestas con los productos pero nadie que los cocine. Así que pensamos en darle una vuelta de tuerca y ofrecer ese servicio para facilitarle la vida a la gente".

Trabajan con los productos ecológicos de la asociación Ekoalde, que une a pequeños agricultores de Navarra. Los cocineros Daniel Fernández y Garikoitz Elizalde elaboran un menú cada semana, con 12 platos y pedidos que se pueden realizar de jueves a jueves. Cada uno se organiza como quiere: "Al principio pensábamos que iba a ser un servicio enfocado sobre todo a personas que, por su trabajo, no tienen tiempo para cocinar. Pero lo cierto es que hay de todo, desde familias que prefieren llevarse la comida preparada hasta personas viudas o separadas, o simplemente a quien le gusta comer bien, rico y de aquí. Es rápido y cómodo. Estamos trabajando para llevar los menús a centros escolares, para los txikis de 3 a 6 años, y también a las empresas que ofrecen el servicio de comedor", avanzan.

Lo que no encuentran en Ekoalde lo adquieren del comercio local de Burlada y la inspiración les llega, también, de un antiguo libro de recetas con el que apuestan por la comida tradicional. "Son productos de temporada, intentamos que el precio sea lo más asequible posible. Parece que sólo puede comer bien quien más paga, y no tiene por qué ser así", explican.

Para hacerse socio no hay cuota ni permanencia, aunque sí que piden cierta constancia, un mínimo de 6 platos a la semana (verduras, legumbres y cereales valen 4 euros; carne y pescado 6) aunque también se puede hacer la compra en la tienda virtual, donde disponen de más de 400 productos locales.

Ondarra manda todas las semanas a los socios y socias una lista con los menús disponibles, que aunque varían, "las albóndigas de bacalao en salsa verde o los pimientos rellenos de morcilla se han repetido a petición popular", confiesa. El caso es que suenan muy ricos y llegan, además, con envases compostables que se fabrican en Areso y prolongan la fecha de caducidad porque están termosellados. Ahí es nada.

Nuevos proyectos

Pero la cocina es sólo parte de un proyecto que engloba mucho más y que quiere hacerse más grande. Van a llevar la huerta a San Martín de Unx para crear dos puestos de trabajo para dos personas jóvenes que vayan a vivir al pueblo en el marco también de un proyecto de una panadería comunitaria. "A los socios les pedimos implicación al nivel que quieran pero para nosotros es importante trabajar también otras cosas. Queremos que Ondalan sea dinámico, parte del beneficio que se obtiene se destina a impulsar proyectos sociales, que tengan que ver con la soberanía alimentaria o la lucha contra la despoblación, como en este caso". Tenían planteadas charlas y talleres que han tenido que retrasar por culpa de la pandemia pero ninguno de los dos ha dejado de moverse.

"Hemos tenido suerte porque abrimos ya con la pandemia avanzada y hemos podido mantener la actividad. La gente está muy contenta, es una opción de consumo que cada vez se va conociendo más aunque sólo estamos dando nuestros primeros pasos", explican, animando a todo el que quiera a hacerse socio o socia. "La verdad es que el proyecto está teniendo buena acogida, incluso hemos hablado con los Servicios Sociales de Olite porque es una buena idea para personas más mayores". Es un buen momento, dicen, "porque al final se está viendo que lo local, lo de aquí, también vale. Hay que darle su importancia, impulsarlo, valorarlo y sobre todo mantenerlo".