l futbolista de Sarriguren Alai Navarro Moreno acudió el sábado 26 de junio al campo de Gazte Berriak en Ansoáin para animar a su equipo desde la grada, porque una grave enfermedad le impide jugar. Su padre, equipado con dos cámaras, decidió acompañarle, lo que extrañó a Alai ya que no tiene la costumbre de ir al verde si él no juega. Poco antes de empezar el partido contra el Falcesino, Alai se acercó a sus compañeros con el objetivo de trasmitirles la fuerza que a él tanto le caracteriza.

Todo cambió cuando alguien desde la tribuna gritó "¡Con Alai todos al campo!". Y así fue. El joven terminó en el césped rodeado de su equipo, su segunda familia, y con una pancarta donde se leía "¡Ánimo!" y una camiseta con el 9, su número.

Con los sentimientos a flor de piel, los cánticos acompañados de varios regalos como la vestimenta del equipo, la bufanda y el pañuelo de San Fermín con el escudo del Gazte Berriak bordado no tardaron en llegar. "Me emocionó mucho el hecho de ver cuánto cariño me habían cogido en tal solo un año", asegura Alai después de haber asimilado la sorpresa.

El joven de 17 años llevaba varios años con dolores de espalda, sobre todo cuando se acercaba el tramo final de la temporada. Al ser molestias pasajeras Navarro lo le dio importancia. Estos últimos meses, en cambio, empezó a sufrir dolores más fuertes. "Era tal el malestar que sentía de pie, sentado, incluso tumbado, que llegué a tomar pastillas para dormir", narra Alai.

Tras una semana insufrible, las piernas del joven pamplonés dejaron de funcionar. Al no poder mantenerse en pie, decidió acudir al médico, donde le diagnosticaron un cáncer en la columna. Y tuvo que ser operado de urgencia. "Cuando entré al quirófano estaba tranquilo porque sabía que estaba en buenas manos. Lo único que en ese instante me preocupaba era el estado anímico de mis padres", afirma el jugador.

Tras superar la intervención y con ello el dolor de espalda, actualmente el joven navarro se encuentra en rehabilitación para empezar a hacer una vida normal. "Los médicos me han dicho que me ven con más fuerza en las piernas. Ahora muevo los tobillos, doblo las rodillas y me pongo de pie con la ayuda de las correderas", explica el futbolista, que califica el proceso como algo duro.

En su día a día, Alai se levanta temprano para ir a rehabilitación y cada dos días, le viene una enfermera a curar la cicatriz de su espalda. Durante el día, va cambiando de postura desde su cama articulada para que su espalda no tenga siempre la misma presión. Y a las tardes, si no está muy cansado suele salir a la calle. "Valoro mucho que mis amigos vengan a verme a mi casa o que salgan un rato conmigo", subraya.

Respecto a su futuro futbolístico, Alai se muestra optimista. "Este año tengo la esperanza de poder volver a entrenar, aunque sea dar vueltas por el verde. Es más, si mi recuperación sigue así de rápido quizá juegue algún partido durante la temporada", asegura.

"Me emocionó el hecho de ver cuánto cariño me habían cogido en un año"

Futbolista del Gazte Berriak