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El último jardín en auzolan de Pamplona

Vecinas de la Milagrosa inauguraron ayer tras tres años de trabajo "un jardincito" comunitario en la plaza Felisa Munárriz que forma parte de 'JardinHerria', una iniciativa que Navarra Suma va a "dejar caer"

El último jardín en auzolan de PamplonaIBAN AGUINAGA

Dice el refrán que el paisaje es el alma de los pueblos. Unas vecinas de la Milagrosa, dentro del proyecto Jardín Herria- Lorategiak auzolanean-Jardines en auzolan, se propusieron embellecer su barrio hace tres años. El resultado se estrenó ayer: un “jardincito” en la plaza Felisa Munárriz. “Además de conocer diferentes variedades de plantas o de practicar diseño de jardín; hemos sentido el calor, el interés y las sonrisas de nuestros vecinos”, confesó María Jesús Iragi, una vecina voluntaria.

El proyecto, dinamizado por Fulgen Sútil, responsable de Viveros Sustrai, y Juanmari Artazkoz, paisajista, nació en septiembre de 2018 con el objetivo de “recuperar para la comunidad terrenos que tenemos olvidados, abandonados o que merecen otro tratamiento”. La iniciativa, explicaron, apuesta por crear jardines floridos con tres condiciones elementales: bajo consumo de agua y mantenimiento, criterios ecológicos en la ejecución y posterior mantenimiento y que acoja una gran diversidad de plantas, de “floraciones bellas y prolongadas que atraigan todo tipo de insectos polinizadores y pájaros”.

Los jardines que se han plantado durante estos tres años -en total cinco-siempre se han hecho en auzolan a través de grupos de voluntariado. Para ello, la iniciativa dispone de un taller escuela en el que los participantes pueden aprender sobre cultivos de plantas y jardinería. “Contribuye a enriquecer y extender el conocimiento y la sensibilidad hacia las plantas y sus polinizadores. Ayuda a que los balcones y las terrazas estén más y mejor vestidos”; comentó Fulgen.

Desde la organización indicaron que esta experiencia también busca reflexionar sobre “las oportunidades que nos ofrece la jardinería en los pueblos pequeños y barrios. Intentamos, desde los criterios de desarrollo local y con recursos propios, enriquecer y embellecer los paisajes de nuestros cascos urbanos”.

Y sobre todo utilizan la jardinería como una herramienta para crear, fortalecer o estrechar lazos de vecindad entre los participantes. “Queremos que sirva como una escuela, que en el proceso de creación de cada jardín nos enriquezca en emociones y vínculos sociales”, reflexionaron.

En la inauguración, Fulgen recordó los inicios de la experiencia y rememoró momentos vividos. “Han sido tres años para descubrir la jardinería. Hemos hablado de tierras y abonos, de arbolado urbano y de plantas autóctonas. Hemos presentado un buen puñado de vivaces y gramíneas. Pero, sobre todo, hemos querido formar, crear y hacer los jardincitos con la vecindad, de manera participativa, en auzolan, haciendo barrio y dando protagonismo a las personas y al talento escondido”, relató.

Críticas

El tono de despedida se debió a que Navarra Suma no va a renovar esta actividad que puso en marcha el anterior equipo municipal. “Nos da mucha pena no poder continuar y todavía un poco más cuando vemos que el Ayuntamiento de Pamplona no nos da ni una sola razón para dejar caer esta actividad que ha reunido a un buen puñado de vecinas de los barrios donde hemos estado y hemos conseguido la empatía de la vecindad. Según las trabajadoras de Civivox es una actividad exitosa por la participación e ilusión que ven”, defendió.

En último lugar, Fulgen dedicó sus últimas palabras a las mujeres que habían tomado parte en la iniciativa. “Sois las protagonistas de la historia con las plantas.Desde los principios habéis sido las que las cultivabais y conocíais mejor, y muchas, demasiadas, lo pagasteis bien caro. En experiencias así queda claro que seguís siendo las reinas de las plantas. Sin vosotras los balcones de nuestros barrios darían auténtica pena”.