Parte de la fachada trasera del edificio de la calle Rúa, 14 del casco antiguo de Tudela se ha desplomado esta tarde sin que haya que lamentar ningún herido, tanto en la calle como en el interior del edificio. El suceso se ha producido hacia las 18.30 horas cuando, por causas que aún se desconocen, parte de la fachada de un edificio situado muy cerca del Ayuntamiento de la capital ribera se ha venido abajo. La fachada es muy reconocida por la ciudadanía dado que alberga una de las pinturas del festival del Avant-Garde urbano (se pintó una paloma de colores hace años) y se encuentra pegado a la entrada de la peña La Jota en la plaza de Yehuda Ha Leví. El edificio tiene cuatro alturas pero también cuenta con varios trasteros y bodegas.

Los técnicos municipales, con la ayuda de la Policía Municipal y y de los bomberos, han acordonado la zona y ayudado a las tres familias que residen en el inmueble a recoger algunas pertenencinas. Pese a que ninguna de las familias ha corrido peligro, por prudencia el Ayuntamiento ha decidido trasladarlas a un hotel de la ciudad donde van a pasar hoy la noche. En total son seis personas (tres familias) y dos perros. El otro piso se encontraba deshabitado.

Aunque se desconocen las causas para el derrumbre de la fachada trasera, que deja a la vista una de las habitaciones del primer piso, a primera vista las grietas evidencian que existían humedades y problemas de agua desde hace tiempo. De hecho, de entre una de las grietas ya existentes se podía ver cómo habían brotado varias ramas.

Desde el Ayuntamiento se ha indicado que el primer paso, después de asegurar la zona y desalojar la vivienda en previsión de nuevos derrumbes, será apuntalar el edificio y una vez hecho los técnicos examinarán cuál será la solución que, seguramente pasará por la reparación de la fachada pero no su demolición. El edificio es en parte propiedad de los empresarios Hermanos Oliver de Buñuel, pero el Ayuntamiento también es parte de la comunidad ya que es propietario de algunas bodegas.

Una de las personas que residía en el edificio, Ana Paola, junto a su hijo y dos maletas, esperaba a que pudieran subir a por alguna pertenencia más y que les indicaran el hotel al que se tenían que ir. "Yo estaba durmiendo y sonó como una bomba", ha indicado. Ana Paola llevaba viviendo en el inmueble dos años y señala que "ya habíamos tenido algunos problemas con las tuberías de agua", explica. El suceso ha causado gran expectación entre el vecindario ya que se encuentra en pleno centro del Casco Viejo, junto al Ayuntamiento y la Casa del Almirante, al lado de la plaza Vieja y la catedral, en pleno corazón de la ciudad.