Pamplona era todavía una ciudad rodeada de murallas por todos sus frentes. Su carácter de plaza militar, además, conllevaba que toda la periferia de la ciudad tuviera que estar despejada de árboles y obstáculos, lo cual daba a menudo una sensación de desolación al entorno de la vieja Iruñea. La fotografía, obtenida hacia el cambio de siglo, va dominada por el perfil de la catedral. Vemos sus dos altas torres, así como el volumen algo más bajo de la capilla Barbazana, que se asoma al borde de la muralla, con el paseo de ronda homónimo detrás. Debajo de la catedral se perciben las formas duras y geométricas del baluarte de Labrit, y a su izquierda el desaparecido convento de la Merced, que asoma por encima de la muralla de Tejería en color blanco. Era un "skyline" característico e inconfundible, que apenas había cambiado desde que hacia 1782 don Ventura Rodríguez diseñara las torres tardobarrocas de la catedral.

Es preciso levantar la cámara para captar las monstruosas torres que asoman ya por encima de los árboles. Entre mayo y junio de 2015, cuando UPN y Maya sabían ya que tenían perdida la alcaldía de Pamplona, dieron vía verde definitiva a la construcción de unas torres gigantescas en pleno Segundo Ensanche. El objetivo de dicho plan no era otro que financiar una nueva escuela a los Salesianos en Sarriguren, y la premisa principal de dicha operación no era otra que las torres tendrían que elevarse lo suficiente como para poder financiar dicha escuela. Así de crudo.

Una actuación urbanística claramente especulativa, que deformaba por completo la línea de cielo que durante siglos había dominado en esta zona. Una agresión al espíritu mismo del Segundo Ensanche, que Serapio Esparza diseñó variado en lo social pero uniforme en lo formal. Y una triste salida para los Salesianos, a quien Pamplona tanto había dado.