Bohdan Koshovskyy vende fruta y verdura en La Tienda de la Esquina. Oksana Joshovska sirve cafés y pintxos en la cafetería K'Fesico.

De la noche a la mañana, las bombas, misiles y tanques entraron en su Ucrania natal y la pareja ha convertido sus pequeños negocios de Ripagaina en puntos de recogida de ayuda humanitaria para los damnificados de la guerra.

"Siento mucho dolor. Tenía que hacer algo para que mi familia, mis amigos y mi país no se sintieran abandonados. Hemos empaquetado muchas cajas y nos interesa que toda esta ayuda llegue pronto a Ucrania y no esté aquí ocupando almacenes", anhela Bohdan, que el viernes cogerá una furgoneta repleta de solidaridad y recorrerá los 3.000 kilómetros que separan Pamplona con la frontera de Ucrania con Polonia.

La Tienda de la Esquina, en la esquina de las calles Diego Salvá Lezaun y Madrid, levantó la persiana hace ocho años, el 22 de octubre de 2014, "cuando no había más que dos bloques de edificios y yo", bromea el frutero de Ripagaina. Bohdan vino a Pamplona en 2002 para vivir con su madre.

Bohdan pondrá rumbo a unos puntos de recogida de ayuda humanitaria que el gobierno polaco ha establecido en la frontera con Ucrania. "Han creado unos pases verdes. Allí dejas la mercancía y solamente pasan las organizaciones humanitarias que ya están ayudando. Tenemos comunicación con gente voluntaria en la frontera y nos dicen que todo lo que se envía llega perfectamente", asegura.

Bohdan se dirige a la guerra con billete de ida. "Depende la situación, de cómo me pille. Si puedo hacer algo y me lo piden, me quedaré", avanza. Su madre y sus tíos viven en Pamplona desde hace 20 años, pero hermanos, sobrinos de su mujer y amigos residen en Ternópil, una ciudad a 450 kilómetros al oeste de Kiev y con la misma población que Iruña.

"No han huido del país, pero se han marchado a una zona más rural. Por suerte, los bombardeos todavía no han llegado, pero nos dicen que todas las noches suenan unas alarmas porque sobrevuelan aviones de combate. Duermen en un refugio para protegerse", relata Bohdan, que nunca pensó que el conflicto desembocase en una guerra porque "pensaba que Putin era un poco más adecuado. Lo único que deseo es que termine ya".

Solidaridad

La campaña de recogida de ayuda humanitaria comenzó el martes y el respaldo de clientes, vecinos y amigos fue de tal magnitud que esa misma noche la primera furgoneta puso rumbo a la frontera.

"Esperaba solidaridad y colaboración, pero tanto no. La gente nos está ayudando mucho. La residencia Roncesvalles -en la Avenida Sancho El Fuerte, 28- nos ha dejado su iglesia como almacén. No tengo palabras", asegura mientras los ciudadanos no paran de entrar a la frutería con bolsas y se funden con Bohdan en emotivos abrazos. "Ojalá pase todo cuanto antes", es la frase que más se repite.

Bohdan y Oksana, con ayuda de su suegra y voluntarios, sacan la ropa, mantas, equipamientos médicos, medicinas o alimentos que vienen mezclados en las bolsas y lo organizan en cajas de cartón. "Ropa con ropa, comida con comida, medicinas con medicinas... Para que todo llegue ordenado y no haya ningún problema. Si necesitan ropa, entonces sacamos las cajas en las que solo hay ropa", explica.

En el caso de las medicinas, traducen al ucraniano con qué síntomas o en qué casos se deben utilizar. Además de recoger ayuda, Bohdan comparte en las redes y enseña vídeos de los ataques que está sufriendo su país. "No los estoy publicando para dar pena. No. Quiero que se vea la realidad, lo que está pasando de verdad", señala tajante.