La antigua festividad de Maiatzeko Erregina o la Reina de Mayo volvió a celebrarse en Amaiur tras varias décadas de olvido. Tal y como sucediera hace casi cuatro décadas en Arizkun, Patxi Larralde enseñó los bailes y cantos de esta antigua celebración a los amaiurtarras, que volvieron a disfrutar en sus calles de una celebración que, seguramente muy pocos, recordaba haberla visto en la localidad, pues no se realizaba desde antes de la Guerra Civil.

La ceremonia de las mayas o Maiatzeko Erregina festeja el despertara de la primavera, el retorno a la vida vegetal después de los meses de invierno, quizás también en relación con la iniciación femenina previa a la maduración sexual.

Aunque antaño la salida de la Reina se realizaba por la tarde, tras el oficio religioso vespertino, en Amaiur celebraron el acto el domingo por la mañana. La comitiva salió tras la música de Baztango Gaiteroak (Asier jauregi, Iñaki Iriarte, Mikel Ortega y Roberto Goñi, dos padres portaban en su silla a la reina, Maiatzeko Erregina, Nekane Hualde, que fue arropada por 12 niños y niñas, Amaia Maisterrena, Araitz Etxeberria, Aia Larralde, Kattalin y Eñaut Irigoien, Eunate Iribarren, Xana Mujika, June Garmendia, Axun Elizalde, Joseba Iriarte, Mattin y Eneko Rekalde. El grupo fue acompañado también de los músicos, María Iñarrea, Itziar Aleman, Julie Mante y Patxi Larralde. Anteriormente eran las niñas y chicas jóvenes las que interpretaban Maiatzeko Erregina, aunque en Amaiur quisieron adecuarla, con la participación de varios niños, e incluso una madre.

La comitiva recorrió el pueblo de Amaiur, haciendo varias paradas, cantando diversas coplas y realizando una cuestación. En las paradas, y tras los cantos, también bailaban una jota alrededor de la reina. Durante el recorrido, se cantan diversas coplas acordes a las personas con las que se cruzan, a la etxekoandre, a la viuda, a los mozos, a los que dudan sin dar o no algo de dinero, a los que dan, a los que no dan, a personas distinguidas, al párroco, o incuso a las personas que no hablaban euskera. La copla general canta así: “Xulufrina ta arrosa, oi ari eder abuja! / Nafarroako errege jaunak egin omen du promesa / hiru seme dituelarik, hiruek arrosa bana / hetarik hauta, zuretako da, dontzella eder garbosa”.

MALDICIONES Paradójicamente y en boca de tan encantadoras cantoras, también se proferían verdaderas maldiciones a los que no daban nada. Ofender con una negativa a las Erreginak era, quizás, todo un desprecio a las fuerzas vitales de la naturaleza, toda una afrenta a la primavera, tal y como se ve en la copla que cantaban a los que no daban nada: “utzan, utzain ixilik, horrek ez din dirurik / hor badieraman bolsa zahar bat harri koxkorrez beterik”, advirtiendo de que dejaran en paz a esa persona que no tenía dinero, que solamente llevaba una vieja bolsa llena de piedrecitas. Pero el canto no terminaba ahí, posteriormente llegaba la maldición: “hakio ta makio! Lep-hezurre hauts balakio! Ni barber-mediku egin artio senda ez palakio!”, que quiere decir, más o menos, “ojalá se le rompa el espinazo y que no se le cure hasta que yo sea médica”.

Estas maldiciones, está claro, no gustaban a nadie, y el capuchino Aita Donostia dejó escrito que había conocido un lugar, sin decir cuál, en el que habían prohibido la celebración de las Mayas por ello. Por lo visto, según explicaba el capuchino, “una persona respetabilísima, que llevaba u ilustre apellido, acostumbraba a dar su paseo por el lugar donde las Mayas sentaban sus reales. Al principio, debió de irles muy bien, él dando y tomando ellas. Un día, como de costumbre, presentaron éstas su platillo acompañado de la correspondiente copla dirigida a la gente distinguida. Dicho señor, cansado, sin duda, de que siempre le vinieran con la misma canción, no soltó prenda”. Ellas le cantaron la copla dirigida a los que no dan nada, algo que molestó al susodicho, pues no paró hasta hacer que desapareciera esta fiesta; “lo cual, por otra parte, no le sería difícil conseguir, dada su influencia en el país”.

LAS FIESTAS DE MAYAS Patxi Larralde, junto a su padre, Javier, ha investigado mucho sobre las fiestas de Mayas, o las celebraciones del mes de mayo. Señala que estuvieron muy extendidas por Europa. Pertenecen al ciclo de cantares y diversiones de San Juan, del árbol de Mayo, de mayos, y oros, que representan el despertar y renacer de la naturaleza. Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, se denomina Maya “a una niña que en los días de fiesta del mes de mayo, por juego y divertimento, visten galantemente y la ponen sentada sobre una mesita en la calle, pidiendo otras muchachas dinero a las que pasan”. También se denominan Mayas al grupo de niñas que acompañan a la “Reina de Mayo”, y también a la fiesta en sí.

Según indica Manuel Polo y Peyrolón en su libro “Los Mayos”, son varios los pueblos que en la antigüedad, al salir de la época invernal, que aparece la naturaleza casi muerta, para entrar en la primavera, llena de vida y alegría, festejaban con gran regocijo el mes de mayo.

Entre los indios, Maya es la madre naturaleza y de los dioses de segundo orden, los fenicios veneraban también a esta divinidad, y la palabra Mayumea con que nombran a una de sus fiestas parece una derivación de Maya.

Los atenienses galanteaban a sus amadas, adornando durante las noches sus puertas y ventanas con coronas o guirnaldas de mirto y flores. Al romper el día, entonaban canciones amorosas, acompañándose con la lira, o haciéndolo sus amigos al so de dulces flautas.

Los griegos conmemoraban con flores y enramadas tanto sus alegrías como sus penas. Cubrían sus cadáveres con hierbas odoríferas y rosas, sembraban con flores sus sepulturas, y anualmente colocaban encima coronas frescas.

Los romanos celebraban también la Mayumea en honor a Flora, el primer día de mayo. Estas fiestas fueron instauradas por el emperador Claudio, que las tomó, probablemente, de los griegos. Al terminar la Mayumea, los jóvenes plantaban arbustos cargados de flores delante de las puertas de sus amadas.

Los israelitas adornaban con ramos y flores la entrada del Tabernáculo, y la casa del sacerdote Aarón.

De unos y otros tomaron los primitivos cristianos la costumbre de poner flores y enramadas en sus iglesias, y parece que el origen se encuentra en Grecia, de donde la tomaron los romanos, y de estos, los íberos.

También en Alemania y Francia se celebra la fiesta de la Maya, así como en España, en la sierra de Albarracín, y en varios pueblos de la provincia de Madrid.

En lo que respecta a Euskal Herria, en Gipuzkoa encontramos vestigios de la existencia de esta costumbre en los siglos XVI y XVII, en Rentería, Hondarribia e Irún, además de Donostia.

En Nafarroa, en Doneztebe hay noticias de que la llamaban Maia-Besta, y se celebraba el 1º de mayo y los domingos siguientes del mismo mes.

Con la Guerra Civil terminó esta tradición popular, tradición que se recuperó en Arraioz, también en Arizkun, y por último, ahora en Amaiur.

Durante los últimos años, el último domingo de mayo en Arraioz celebran Erregina eta Saratsak. En Arizkun, en 1983 recuperaron la fiesta Maiatzeko Erregina, fiesta que se había celebrado por última vez en 1933. Desde entonces la han representado varias veces, aunque hace ya varios años que no se celebra.