La mañana de un domingo cualquiera de los años 60, Joaquín, el alguacil de Roncal, hace su ronda por el pueblo, cuando el alcalde le manda que vaya a atender a un grupo de turistas en espera del guía que no puede acudir. Sin otro remedio, el pregonero se convierte en guía turístico y encabeza un especial recorrido por la villa roncalesa, una visita teatralizada fuera del canon normal, unión de vivencias y emociones.

“Recupero el personaje del alguacil, esa figura de los años 60 y hablo del paisaje y el paisanaje, con una mirada a la gente importante y casas nobles del lugar, como Julián Gayarre o casa Sanz, pero también de la vida de la gente sencilla”, cuenta Iñaki de Miguel, que le da vida.

Aparece con su bicicleta y les atrae con humor. El recorrido se inicia en el frontón, “lugar de placer e identidad”. Se adentran en el pueblo hasta llegar a casa Sanz, “casa fuerte” y de esta, a otra humilde en Portazabalea. “Es un símil entre casa fuerte, gente normal; casa sencilla, de pastores gente fuerte. Quitando las dimensiones de la casas, el resto es igual”, dice.

La parada siguiente es la Casa-Museo de Gayarre, donde les da pinceladas del tenor, anuncia la exposición itinerante en curso y pone de relieve que no rompió el cordón umbilical con su familia, ni el vínculo con Roncal, cuando lee la carta a su tía Juana, en uskara roncalés, lengua que no olvidó, A continuación, visitan el lavadero, “lugar de trabajo y confidencias femeninas".

Un pequeño homenaje a la mujer roncalesa, fuerte y con determinación”. Quinta parada, la iglesia, con historias personales, de su infancia de monaguillo, con cencerros, otros utensilios y lectura de poema a los pastores. De la iglesia, al río para recordar a los almadieros. En cada parada, un texto de su puño y letra, salvo la carta original de Gayarre a su tía Juana. En el Errota, acaba el recorrido emocional, físico y poético de 90 minutos con poema al Tributo de las Tres Vacas. “Es como nos ven en el pasado. Somos todo esto y tenemos la mirada del presente con futuro”, dice.

Es una manera de recorrer el pueblo de la mano de un personaje atemporal del valle, de cualquier pueblo, de cualquier lugar de la montaña, integrado en la vivencia de lo cotidiano, de conectar con las emociones comunes y recordar, significa. “Cambian los sitios, pero las emociones nos unen y te vas a reconocer en el lugar”, expresa.

La visita es un homenaje al alguacil pregonero de su infancia, Joaquín, el último de Uztárroz, a su predecesor en Roncal, el tío Arsenio. Figuras de cultura popular. “ Los alcaldes vienen y van, y los alguaciles se quedan en el pueblo con los secretarios. Son los que tienen el verdadero poder”, apunta.

Actor y educador

Iñaki de Miguel Layana nació en Uztárroz en 1961, Allí transcurrió su infancia y parte de la adolescencia del actor educador que se trasladó con 14 años a estudiar a Pamplona donde reside actualmente, pero no ha perdido el contacto con la gente de Roncal.

Se define como “actor y educador”. Su vida gira en torno al mundo del teatro y de la educación, campos en los que se ha formado. Su otra pasión, apunta, son las letras. Cuenta más de dos décadas de escritor de vivencias rurales de hace 50 años en los pueblos del Pirineo, recuerdos de un mundo que defiende con humor y sensibilidad. La interpretación es lo suyo y se transforma en viajante o alguacil, personajes de otro tiempo, ya desaparecidos.

De momento, solo ha publicado en revistas literarias y antologías poéticas. Y cuelga sus escritos en su muro de Facebook, con éxito. Y es que Iñaki De Miguel conecta muy bien con las emociones ajenas. Publicar está entre sus tareas pendientes, y entre sus planes, tal vez el regreso al valle que le vio nacer, “para cerrar el ciclo vital”, declara.