uidamos con el corazón es su lema. Su modelo asistencial se basa en la humanización de los cuidados y en la relación de ayuda , que considera a la persona de manera integral, sus necesidades y preferencias . " Cuidamos y acompañanamos teniendo en cuenta quién es la persona desde que llega. Es la aceptación incondicional y la valoración del conjunto de su vida.", detalla la directora de la residencia de personas mayores Valle de Salazar / Zahar Etxearen Zaraitzuko Ibaxa de Ochagavía Elvira Ruiz Recalde.

Siente que cerrar la puerta de su casa para ir a vivir una residencia tiene que ser "una de las decisiones más importantes de una vida". Y cuando lo dice, hay emoción y brillo en su mirada. Por eso, insiste, preparan la acogida con especial sensibilidad. "Desde el principio, intentamos trabajar la empatía y el respeto, que mantengan sus aficiones y costumbres en la medida de lo posible", concreta.

Poner la atención en la dignidad y en las propias capacidades de usuarias y usuarios del centro es el estilo que el centro practica estos últimos años, lo que significa un cambio importante en el funcionamiento general. Gracias a este trabajo, se han convertido en referente en Navarra de cambio de modelo asistencial centrado en la persona y en la humanización de los cuidados. Es la razón de que haya sido elegida junto a 24 residencias de otras CCAA para participar en un proyecto estatal sobre atención centrada en la persona (AICP),promovido por Fundación Pilares y Lares con la implicación del Gobierno foral. De esta manera, se inicia en Navarra un proyecto para tres años que va a permitir avanzar en el cambio en la cultura de los cuidados de las personas mayores y dependientes, una transformación, afirman, basada en la personalización, que tiene en cuenta la participación de residentes, de familiares y de la sociedad.

Ser parte de este proyecto reconoce el trabajo de cuidados que la residencia de Ochagavía está llevando a cabo y servirá de ejemplo y referencia para que otros centros puedan implementar su mismo modelo asistencial. "Este proceso transformador no hubiera sido posible sin la implicación de todo nuestro equipo de profesionales . El proyecto viene a respaldar nuestro trabajo, pero sobre todo es que todos hemos entendido la necesidad del cambio. La sociedad cambia y trae un cambio de mirada", afirma la directora.

De este modo se establece un modelo y unas pautas de funcionamiento que perduren, independientemente de quién trabaje en un centro. "Que si yo me voy, por ejemplo, tenga continuidad".

En este centro es fundamental considerar todos los ámbitos, cuidados y emociones. "Conocer y reconocer es imprescindible para cuidar bien. Difícilmente vamos a cuidar bien a una persona si no la conocemos; hay que sentarse con ellas, hablar, estar", manifiesta convencida

Está segura de que este es el camino que hay que seguir y cree que anteriores métodos no eran buenos . "Lo hacíamos con nuestras mejores intenciones, por el bien de las personas mayores, pero estábamos cuidando anulando a la persona, decidíamos por ella y eso no proporciona calidad de vida. Tienen que decidir por sí mismas mientras puedan. Cuando esto no sea posible, tendremos el conocimiento adquirido en la atención cercana para saber lo qué desean", argumenta.

El cambio de chip se produjo hace ocho años. Llegó a una con el cambio de gestión privada a municipal en 2017, diez años después de su apertura. El patronato dio mayor facilidad a trabajadoras y trabajadores para desarrollar su labor en la línea de atención centrada en la persona. Y a este margen de libertad se suma la Administración, "que rema también en la misma dirección", subraya la directora.

Por su parte, la consejera de Derechos Sociales, Mª Carmen Maeztu, señaló que este proyecto "va a permitir trabajar en el modelo de Atención Integral y Centrada en la Persona por el que el Gobierno de Navarra ha realizado una apuesta firme. Somos muy conscientes de la importancia que tiene trabajar por la prevención de la dependencia y procurar para todas las personas mayores una vida digna y de calidad, incluso para aquellas personas que no pueden permanecer en sus domicilios y tienen que trasladarse a un centro residencial".

El Gobierno foral respalda esta iniciativa financiada por el por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 a través de los Fondos Europeos Next Generation, e incluye un conjunto de actuaciones innovadoras que promueven el cambio en el modelo de cuidados.

El resultado es que con este apoyo ejecutado "sabemos que todos ganamos : las y los residentes viven mejor, las familias se beneficiaban y nosotras nos enriquecemos con esa conexión que nos proporciona mayor grado de satisfacción en nuestro trabajo", resume la directora.

Elvira Ruiz procede del mundo de la docencia. Es una profesora experta en la calidad de vida de las personas mayores. Se ha formado para ello. Tiene 54 años, administra y dirige el centro desde 2008, con 22 trabajadores, una plantilla joven, que atiende las necesidades de 34 residentes , autónomos y dependientes, distribuidos en 3 unidades de convivencia,

La residencia Valle de Salazar cuenta con servicio de residencia permanente y estancias diurnas con todos servicios integrados internamente para el cuidado individual. Además, trabaja estrechamente con el entorno para que el centro sea parte de la localidad y resto de municipios que integran los valles de Salazar, Roncal y Aezkoa, de donde proceden usuarias y usuarios, con algún caso de Pamplona.

Otro de los aspectos importantes en los que repara Elvira para poder llevar a la práctica este proyecto es la estabilización de la plantilla, "que facilita el conocimiento de las personas y la cercanía".

La directora constata que la residencia "es una fuente de trabajo para todo el valle". Y el trabajo asienta población.

Esta fue precisamente la opción elegida por Ana Algarra Compains, de Ezcároz, que vio en la apertura de la residencia una oportunidad de vivir y trabajar en el valle. Tiene 40 años y ejerce desde 2007 como auxiliar de gerocultura una labor cotidiana de atención directa.

Reconoce que el trabajo es duro y sobre todo que "te tiene que gustar", manifiesta sin dudarlo. Y con la misma convicción recalca "la gran satisfacción que me produce el contacto con la gente mayor y su experiencia de vida".

Relata que tenía claro que quería regresar al pueblo y por ello aparcó la educación infantil en Pamplona para formarse y adquirir nueva vocación. Hoy afirma convencida que no se arrepiente y le sobran argumentos. "Lo que más valoro es el agradecimiento de las personas que cuidamos, cómo nos valoran y nos estiman. Y cada día me llevo un aprendizaje total de cada una y uno de ellos".

Ana tampoco pasa por alto el ambiente familiar, un hogar de una gran familia, de vida sencilla y tranquila. "Aquí todos se preocupan por todos y se cuidan unos a otros. Se celebran las alegrías y si hay que llorar, se llora", aclara.

Sostener el día a día y cuidar las emociones es la base de su tarea no exenta de dificultades. "Las horas difíciles y de estrés son una realidad", sintetiza. Entre ellas cita inevitablemente, las jornadas de pandemia. En esta residencia, tampoco se libraron, aunque la covid llegó tarde, en abril de este 2022.

José Antonio Osta Esarte, de Otsagabia (76 años) hace 13 que vive en la residencia. Los hermanos Antonio y Félix Tolosana Tanco (93 y 94 años) roncaleses de Uztárroz, llegaron hace 12 con el tercer hermano, José. Miran los trescon agrado al jardín, donde la hierba se funde con el verde del monte. En la huerta crecen lechugas, calabacines, tomates y flores. Hoy -por el miércoles- han cortado un buen ramo de calas, y las gallinas han puesto dos huevos, señala José Antonio con los dedos.

La tierra y los animales conectan con las labores que dejaron atrás. Los roncaleses fueron pastores y el salacenco desempeñó entre otros el oficio de panadero. Recuerdan bien el día que "echaron la llave" y admiten que el principio fue duro. "Me dije: adiós a mi siestica, que es sagrada", rememora Félix. Se equivocó.

Los tres aseguran que "no se cambian por nada ni por nadie". Tal es su grado de satisfacción. En su evaluación, la nota más alta se la ponen al buen trato, seguido de la tranquilidad, la amistad y de la acogida en la comunidad.

"Hablar con la gente del pueblo nos hace felices, pasear por sus calles, ir a comprar el pan y a echar la partida cuando se puede. Que nos acepten cuando salimos y nos echen de menos cuando no vamos ". Para el exterior, cuentan con la ayuda de un grupo de voluntariado del pueblo. Y por las tardes de lunes a jueves, con Eutsi. es la joven sociedad formada para promover en la zona el envejecimiento activo con propuestas y hábitos saludables.

A su lado, la enfermera Mª Ángeles Domínguez Equiza (60 años) y la joven terapeuta ocupacional Arantxa Garmendia Glaría (26)suscriben sus comentarios. Hay mucha complicidad entre ellas y ellos. Las dos profesionales se complementan y participan de la calidad de vida que supone un trabajo con la tercera edad en el medio rural en contacto con la naturaleza. "Las ocupaciones significativas como la huerta y las gallinas dan sentido a su vida. Nuestro propósito es y cuidarles con cariño, "como nos gustaría que nos cuidaran".

En la residencia de Otsagabia se respira aires de cambio en la cultura de cuidados. Todas y todos disfrutan del buen hacer y de las bondades del lugar para vivir con dignidad esta etapa de su vida. l

"La sociedad cambia y con ella cambian también

los modelos de cuidados asistenciales"

Directora

"No cambiamos por nada

el buen trato del centro

y la acogida del pueblo "

Residentes de Uztárroz (Roncal)

"Trabajar con la gente mayor me aporta mucha riqueza y satisfacción"

Auxiliar gerocultura