- La plaza Manuel Turrillas acogió a Estefanía Chocarro Mendoza, la encargada de prender mecha al día del Barrio de Azpilagaña. A sus 97 años, Chocarro desbordaba ilusión y vitalidad ante lo que le rodeaba: los gigantes del barrio, la comparsa Gartxot, los txistularis de Oberena, el grupo de acordeones de la asociación de vecinos del barrio y los grupos de danzas de Bolivia, Tinkus San Simón, Caporales Viejo San Simón y Salay Bolivia Europa Navarra.

A las 12.00 horas, arropada por familiares y vecinos, Chocarro recibió una ofrenda foral, un pañuelo de fiestas en el cual estaba bordado el escudo de Azpilagaña y un emotivo Aurresku. A grito de '¡Gracias, a seguir viviendo!', Chocarro lanzó el cohete que dio pasó a un fandango, el cual bailó con entusiasmo. A sus 97 años, a punto de cumplir 98 en julio, Chocarro no utiliza ningún tipo de apoyo. Es más, cuando su hija un día le animó a comprar un andador, Chocarro acudió a la tienda, no preguntó por el asiento de sentarse, y salió sin nada de ella.

Pese haber vivido durante 28 años en el centro de la capital navarra, Chocarro siempre ha sido un referente para el barrio, ya que antes de convertirse en pastelera de la Calle Estafeta, fue la encargada de endulzar los estómagos de los vecinos de Milagrosa con sus churros durante ocho años. Una vez jubilada, volvió a instalarse en Azpilagaña para seguir agrandando su legado. "Siempre me he caracterizado por ser una persona de mucho hecho y pensamiento, pero de poca palabra", aclara la protagonista del día de ayer, mientras se toma el vermut en el bar Hemingway rodeada de los suyos.

Hasta la aparición del coronavirus, Chocarro salía al mediodía a pasear hasta Iturrama, se tomaba un café y volvía para preparar la comida. A las tardes, en cambio, pasaba el día leyendo el periódico. Ahora que el portal lo tiene en obras y le han puesto una rampa provisional, sus salidas son más limitadas, pero en cuanto tiene con quien pasear, Chocarro no duda en despejar la mente. Unas mejoras en la entrada de la vivienda no son un impedimento para una persona como Chocarro que perdió a sus padres siendo muy txiki, vivió la Guerra Civil, superó un cáncer de pecho e hizo frente a una fisura en una vértebra en mes de diciembre. A pesar de los obstáculos que ha tenido en su longeva trayectoria, "siempre he sido muy feliz".

Este año post pandemia, Azpilagaña no ha podido disfrutar de sus fiestas, pero sí del día del barrio. "El coronavirus nos dejó anímicamente tocados, por lo que no teníamos ganas de celebraciones. Sin embargo, en el último momento decidimos festejar el día del barrio", explica Javier Tubía, miembro de la Comisión de Fiestas de Azpilagaña.

Aunque haya sido un plan de última hora, la gente se ha animado a ser parte del chupinazo en homenaje a las personas mayores del barrio así como del calderete que han organizado la Gazte Asanblada de Azpilagaña y Arrosadia. Los artistas de la zona tampoco han perdido la ocasión de ambientar la Trasera de las calles Luis Morondo, Miguel Astráin y el parque peatonal. Cosa que volverán a hacer en la última semana de Octubre en la cuarta edición del Día de la Música, evento en el cual se homenajea a los músicos ilustres de esta tierra -Manuel Turrillas o Buenaventura Íñiguez- que dan nombre a muchas de las calles y plazas del barrio.l

" Siempre me he caracterizado por ser una persona de hechos"

Vecina de Azpilagaña