El monumento de Joxe Ulibarrena, el guerrero altivo y desafiante que mira hacia el campo de combate, volvió a convertirse ayer en un lugar de memoria. Un acto donde se recuerda que en 1521, en las campas de Noáin, “algunos navarros que querían mantener su independencia perdieron la decisiva Batalla”, destacaron en la ceremonia.

Con el tiempo a favor, a las 10.30 horas, alrededor de ochenta personas se concentraron en la Plaza de Salinas de Pamplona (Getzena) para subir al monte Mendi, donde se encuentra la escultura de hormigón armado de once metros, un símbolo para los que quieren una Navarra lndependiente.

Una vez allí, dos dantzaris uniformados bailaron el aurresku a ritmo del txistu. A diferencia de años anteriores, esta vez los bailarines se conformaron con bailar en la pista, eso sí, sin quitar la mirada al monumento, que se encuentra vallado por desprendimientos provocados por el agua. Con la última nota, los allí presentes no dudaron en gritar a los cuatro vientos y al unísono; “Independentzia!”.

Tras el silencio, rodeada de decenas de banderas navarras, Usue Sorauren, miembro de la Sociedad Batalla de Noáin, fue la encargada de leer el pregón Noaindik Amaiurrera-De Noáin a Amaiur- en euskara y en castellano. Pese a haber sufrido un percance al comienzo de la lectura, Usue no titubeó para manifestar que “la herida que sufrió este pueblo hace 500 años no se ha cerrado”.

Los dantzaris bailan el aurresku enfrente del monumento. Unai Beroiz

En los cinco minutos que duró el discurso, Usue tuvo tiempo para alabar a aquellas personas que lucharon por mantener la independencia navarra tanto en la batalla de Noáin como en Amaiur, así como para recordar la importancia de la memoria colectiva en la elección de la identidad política, “más aún en un territorio que ha perdido su capacidad de referencia con respecto a su lengua en algunas regiones”. La joven también tuvo unas palabras para aquellas personas que no comparten su idea: “Habrá a quienes no les gusten esas historias y épicas del pasado, quienes no consideran necesarias las referencias históricas...No hay problema. Recorrer el camino con amigos y amigas con el mismo propósito siempre es un placer”, sentenció entre aplausos.

Antes de bajar a la plaza de la iglesia para disfrutar de la exposición, uno de los vecinos se encargó en dejar cerca de la valla, frente a la escultura, la ofrenda foral mientras que el resto ambientó el acto entonando una de las canciones más emblemáticas de Mikel Laboa Txoria txori. A grito de “Gora Nafarroa!” dieron por cerrado el acto.