Los directivos de las tres residencias de Tudela, Borja Macaya de la Torre Monreal, Begoña Moreno de Nuestra Señora de Gracia y Óscar Pérez de la Real Casa de Misericordia, serán los encargados de tirar el cohete anunciador de las fiestas de Tudela.

La noticia, que ha sido anunciada este miércoles por el alcalde Alejandro Toquero junto a todos los concejales de Navarra Suma, fue recibida con “sorpresa” y “emoción” por parte de los seleccionados, pero con “frialdad” por buena parte de las trabajadoras, que sienten que sus problemas laborales “siguen ahí” y que lamentaron que no se haya contado con ellas para la ocasión. 

Toquero, que eliminó el proceso de selección del anterior equipo de gobierno en el que cada año un partido político era el encargado de tomar la decisión, aseguró que “no hay una sola persona que no esté de acuerdo” con su propuesta, a la vez que afirmó que había sido una “decisión de consenso”. Desde el Consistorio, se quiso además reconocer “a aquellos que en los peores momentos sacaron lo mejor de sí mismos y lo pusieron a disposición de quienes más lo necesitaban”.

Asimismo, el alcalde definió el cohete, que no chupinazo, como una manera de “celebrar la vida” y destacó la “ejemplaridad” de las residencias durante lo peor de la pandemia.

Por su parte, Begoña, Borja y Óscar aseguraron que el encargo supone un “orgullo increíble” y, aunque no han decidido todavía qué es lo que van a decir cuando se suban al balcón de la Casa del Reloj el próximo 24 de julio, se mostraron “muy ilusionados” y “agradecidos ante la confianza depositada”.

De igual manera, expresaron su satisfacción “por la visibilidad” y reafirmaron “el orgullo de trabajar en las residencias”. Macaya además quiso recordar que “es característico de sociedades civilizadas honrar a sus personas mayores” y tanto Pérez como Moreno defendieron la importancia de “mirar hacia adelante”.

Un “acto de maquillaje”

Sin embargo, más allá del merecido reconocimiento, las residencias arrastran desde mucho antes de la pandemia enormes problemas que han llevado a la continua movilización de sus trabajadoras desde hace más de un año. Como los trabajadores de las residencias apenas tienen reconocido su derecho a huelga, al acercarse los servicios mínimos casi al 100% de su plantilla, han tenido que resignarse a movilizaciones en las que su principal reivindicación es la firma de un Convenio de Residencias que mejore sus condiciones.

Algunas incluso calificaron la decisión como un “acto de maquillaje” o “de cara a la galería” y criticaron que sean los directivos y no las trabajadoras las que hayan sido propuestas para lanzar el cohete. 

“No nos hemos visto recompensadas tras meses de intensísimo trabajo. Seguimos metiendo muchas horas con unos sueldos míseros”

Trabajadora residencia

Sus quejas se centran en la precariedad a la que están sometidas y que se ha agravado por la pandemia. “No nos hemos visto recompensadas de ninguna manera después de meses de intensísimo trabajo. Seguimos metiendo muchas horas con unos sueldos míseros”, se quejaba una trabajadora.

“Los aplausos y lanzar el cohete son reconocimientos que están muy bien, pero nosotras no podemos más y eso repercute en los ancianos, a los que no podemos dar la atención que se merecen”, comentaba otra empleada.

Lo cierto es que sus reivindicaciones no son tanto económicas sino relacionadas con su salud y su bienestar. “El dinero no lo es todo. Lo que quieres es estar sana y vivir mejor de un trabajo que a la mayoría de nosotras nos gusta”, aseguraban distintas fuentes de las tres residencias.

En la actualidad, con uno de los veranos más calurosos de la historia, muchas no cuentan con aire acondicionado en sus plantas, con lo que eso supone para la salud tanto de los ancianos como de las trabajadoras. Tampoco han aumentado sus plantillas de personal a pesar de las necesidades extra de confinamientos y cuarentenas que ha supuesto una enfermedad como la covid-19. Y cuando ofertan empleos, “nadie quiere trabajar aquí porque no pagan bien”, aseguraron.

Los artífices del chupinazo del próximo 24 Redacción DNN

“No somos heroínas, hicimos lo que teníamos que hacer”, comentaron ayer restándole importancia a una labor que, a pesar de que cuenta con el reconocimiento social, no despega a la hora de hablar de sus condiciones laborales. ”La problemática va a seguir ahí y nos gustaría que se dignifique nuestro trabajo”, reclamaron. A pesar de todo, las trabajadoras prometieron “volver a la carga” a partir de septiembre para conseguir un convenio justo.

Cuando el honor de lanzar el cohete se diluya y las trabajadoras vuelvan a ponerse su uniforme. Cuando sus cuerpos sigan sosteniendo un sistema precarizado y feminizado. Cuando no tengan medios para levantar a los ancianos y encadenen bajas por lesiones. Cuando a final de mes no cuenten con un sueldo digno con el que pagar las facturas. Cuando todo eso ocurra, tirar el cohete no habrá significado nada.