En lo alto de Arruitz, en el valle de Larraun, se levanta Apezetxea, una preciosa casa rural llena de historia. Y es que sus centenarios muros fueron durante siglos la casa del cura, de ahí su nombre. Desde 2006 es un destino para desconectar en plena naturaleza, en un pequeño pueblo ganadero que conserva intacto su encanto a medio camino entre Pamplona y San Sebastián, al pie de la autovía. También para disfrutar de la propia casa, mejor en buena compañía. No en vano, tiene una capacidad de 8 a 16 personas que se puede ampliar hasta 33 con camas supletorias.

La casa cuenta con cuatro baños, cocina totalmente equipada, un gran salón-comedor con una hermosa chimenea y sala de juegos en la ganbara con billar, futbolín y juegos de mesa. Está rodeada de un amplio jardín con barbacoa cubierta y zona de aparcamiento, con todo lo necesario para que la estancia en Apezetxea sea inolvidable en cualquier época del año. Propuestas no faltan: senderismo, visitas culturales, mountain-bike, actividades de montaña y una reconocida gastronomía son algunas.

Apezetxea fue construida a finales del siglo XVI, en 1598, una de las primeras casas del pueblo, como recuerda Iñaki Etxeberria Azpiroz, cuya familia compró el inmueble al Arzobispado de Pamplona en 1999 en subasta pública. Tras investigar en el archivo diocesano supieron que en 1666 se incendió la casa y con ella, los libros sacramentales. “Solo quedaron las paredes y tardaron tres años en reconstruirla. El cura fue condenado por negligencia y obligado a reedificar la casa a su costa. La obra se valoró en 1.290 ducados”, apunta Etxeberria.

También llevó tiempo rehabilitar la casa, un trabajo que en buena parte lo realizó la familia. Lo cierto es que tras el abandono de décadas, después de que el último cura se fuera en 1970, Apezetxea estaba a punto de caer. “Poco a poco hicimos la reforma y para dar salida a una casa tan grande, mis padres pensaron en una casa rural”, recuerda. Y fue todo un éxito. “Trabajamos muy bien. Hasta junio tenemos todo ocupado y han empezado las reservas para el verano. Empiezo a alquilar a partir de 4 habitaciones y doy opción de que cojan más y casi siempre se suele sumar alguien. La flexibilidad es clave”, cuenta Etxeberria.

En relación a la clientela de su casa rural, señala que hay de todo. “Antes de la pandemia, y de nuevo ahora, son sobre todo familias con niños pequeños que pueden dormir con ellos en camas supletorias. Durante la pandemia fueron muchas cuadrillas de jóvenes”, apunta. Respecto a su procedencia, explica que aproximadamente el 60% es de Navarra, sobre todo de la comarca de Pamplona y el resto del País Vasco, principalmente de Bizkaia. En verano cambia el perfil, con la presencia catalanes y madrileños además de extranjeros. “Acaban de realizar una reserva para este verano unos holandeses”, comenta.

A pesar del alza de los costes energéticos, en Apezetxea no han subido los precios. “La casa se calienta con leña y aunque ha subido algo, pensamos que hay que animar a la gente a que venga a disfrutar de nuestro entorno”, observa.