En esta época mandaba, y manda, el viejo refrán: “De los santos frioleros, San Sebastián es el primero”. Y su tan añeja respuesta o coletilla: “¡Detente varón, que el primero es San Antón!”. Los dos han pasado y estamos en febrero, que es mes canijo y de los más maltratados, Es el mes de peor fama, el más malo, tachado de loco, revoltoso y cosas peores (le salva que es el más corto) y encima, en esta era desquiciada y mercantilista, todavía se le maltrata más, por aquello de que “la auténtica cuesta de enero se pasa en febrero”. Pobrecico.

Es el caso que, entre religioso y profano, febrero es aficionado a festejar y empieza con velas por la Candelaria y termina hecho polvo (“Memento homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris”) el Miércoles de Ceniza. Entre unos días y otros, se llevarán, antes más, roscos, rosquillas y dulces a bendecir por San Blas, y se oirán cánticos en la víspera de Santa Águeda para darle matarile poniendo al mes patas arriba desde el Jueves Gordo (Orakunde) al Martes de Carnaval.

Las rosquillas del alumnado de Baztan Ikastola.

La trilogía santoral que componen la Candelaria, San Blas y Santa Águeda (2, 3 y 5 de febrero) resume las juergas y fastos del carnaval precristiano e indoeuropeo. Las dos vírgenes rememoran el espíritu de las matronales romanas en honor de la diosa Juno, cuando se daban rituales de fertilidad y votos de salud, y otro tanto ocurre con el abogado de los males de garganta y de las mujeres, San Blas.

Velas y dulces

Creyentes y feligreses gustan de acudir a sus parroquias con velas y cirios, desaparecida la argizaiola de madera y de cerilla enrollada, para bendecir en la festividad de la Presentación del Señor, Purificación de Nuestra Señora, Señora de las Candelas, o Candelaria y Kandelero para nosotros que de estas y otras formas se denomina a la virgen y la jornada. Se hace de antiguo, luego se guardan en casa para las distintas suertes o ritos que se seguían en torno a la luz y la cera que la hacía posible.

Así, se le atribuye condición de predictora meteorológica, como dicen los viejos refranes: Kandelero bero negua heldu da gero (calor o buen tiempo por la Candelaria, el invierno está por venir) o Kandelero hotz negua gan da motz (frío por Candelaria, el invierno irá corto), creencias similares y parecidos textos a los que se recuerda en Aragón, Cataluña y el País Valenciano.

El vestigio dulce y goloso de San Blas tiene origen (según decían) en una preocupación fundamental, la de evitar el riesgo de fallecer sin poder exhalar el alma por la boca. Tal calamidad se intentaba eludir comiendo tortas ofrecidas a dioses paganos, una convicción que santificó el cristianismo, y en la festividad del santo, muy popular por cierto, dos gremios harineros, panadero y pastelero, cuecen panes o roscas caprichosos, redondos o cuadrados, con y sin orificio central, glaseados o anisados, o rústicos y apetecibles como pan de pueblo recién salido del horno.

Los alumnos y profesores del Colegio Público de Almandoz, en el Valle de Baztan, festejan a Santa Águeda en una edición anterior.

Usos y costumbres

Numerosos pueblos y aldeas, también ciudades por descontado (la calle de San Nicolás, en Pamplona, será un hervidero de gente hoy por San Blas) se elaboran panes, roscos, rosquillas, pastas y bollos dulces o no, a los que se atribuyen capacidades sanatorias de las enfermedades de garganta, cuestión fundamental en tiempos de fríos, hielos, nieves, resfriados y gripes.

Repostería y panadería urbana o rural que también se bendecía durante la misa en las iglesias, para luego consumirlos como antídoto contra anginas y todas las enfermedades del aparato respiratorio (se desconoce si hay excepción de fumadores irreductibles) en creencias atávicas que hunden sus raíces en antiguas ceremonias paganas, en la noche de los tiempos como se suele decir.

En Baztan

En Elizondo, nuestro pueblo, los panaderos cuecen unos panes redondos y gloriosos a la vista y la boca, con un principio de corte horizontal (como para abrirlo entero y llenarlo de chistorra o tocino, por ejemplo) y otros laterales que le aportan una preciosa y tentadora imagen estética. Al alumnado de Baztan Ikastola se le acostumbra a enseñar, bonita pedagogía, a elaborar rosquillas con el natural agrado y risas de las criaturas que luego las disfrutan con sumo gusto. Y en ese día, siempre se recuerda con particular cariño a la pamplonesa Ramona Beorlegui (+), anciana que ocupaba su puestico en San Nicolás, y su fidelidad a las ferias de octubre elizondarras casi hasta que nos dio su definitivo adiós.