Berbinzana volvió a vivir ayer su tradicional Fiesta del Injerto de Vid, en su segunda edición, después de tres años de su suspensión por la pandemia. Esta actividad popular nació en el 2019 con la intención de mostrar el arraigo de este oficio en el pueblo ya que es una práctica artesanal muy conocida por los vecinos y vecinas del pueblo y a la que se dedicaron muchas generaciones.

Para ello, el municipio organizó una jornada festiva en la que se pudieron degustar productos artesanos, ver demostraciones del oficio y visitas a su patrimonio cultural o las bodegas de Berbinzana. “Es una demostración de cómo se injertaba antaño y cómo se hace a día de hoy. Ha habido mucha tradición de siempre y antes era una de las formas mayoritarias de vida, así que es muy importante para nosotros”, aseguró Ángel Díez, alcalde de Berbinzana.

Hasta la localidad acudieron visitantes de diferentes puntos de Navarra y también autoridades como Mikel Asiain, parlamentario de Geroa Bai. “Esto es una muestra de seguir haciendo pueblo de la misma manera que se hacía antes. El injerto dio vida a la localidad de Berbinzana durante muchos años y ahora es bonito que se mantengan estas tradiciones para que las generaciones futuras tengan conocimiento de cómo se hacían las cosas antaño”, declaró Asiain, que añadió que estas fiestas sirven además para atraer a gentes de otras localidades para dar a conocer el lugar.

Jornada completa

El domingo comenzó con un mercado tradicional en la Plaza de los Fueros acompañado de animación de la comparsa gigantes y gaiteros de Asier Marco. En el mismo lugar se realizaron encierros para txikis con toricos de agua y una exposición fotográfica del Camino de la Veracruz a su paso por Navarra en la sala anexa al museo.

Además, en la misma plaza, los vecinos y vecinas de Berbinzana llevaron a cabo una demostración de injertos de antaño, tradición que han realizado desde hace décadas. “Lo que estamos haciendo es una muestra de los que se hacía en Berbinzana hacer aproximadamente 150 años. Ahora está mecanizado pero antes, durante unos meses, las familias hacían unas 12.000 estacas. Ahora, una sola persona puede llegar a hacer millones”, explicó Ángel Marín, vecino de Berbinzana que participó en la demostración de injerto junto a otras mujeres de la localidad.

Hasta Berbinzana llegó además un microbús con visitantes que se desplazaron hasta los Viveros Lagunilla y la zona de plantación en el campo para conocer las distintas etapas en la elaboración del injerto de vid.

El programa de actividades contaba además con una visita guiada a la Bodega Cooperativa El Ángel de la Guarda y al Museo y Yacimiento Arqueológico Las Eretas.

Las personas que se desplazaron a la localidad pudieron realizar también una degustación de productos artesanos de la localidad en la Bodega, junto al Museo y en la Plaza de los Fueros y la recaudación será destinada a un fin social de Berbinzana.

Siglo XIX

La historia de esta localidad de la Zona Media está muy ligada a la cultura de la vid y vino de Navarra a través del cultivo del injerto desde que a finales del siglo XIX se implantara la creación de viveros con la investigación como vía para atacar la pérdida del viñedo por la filoxera. Por ello, Berbinzana, junto con otros municipios de la comarca como Larraga, se erigieron como líderes de este sector. Este hecho hizo que Navarra se situase a la cabeza del cultivo del injerto gracias a la labor de las y los viveristas de la Zona Media, que se reconoce como una de las mayores productoras de plantones e injertos del estado, con un alto nivel de exportación.

Lo cierto es que no hay casa en Berbinzana que no tenga su máquina para injertar como parte del ajuar familiar. Esta labor que se ha transmitido de generación en generación se ha convertido en uno de los signos de identidad de este municipio, y por ende, de toda la comarca. Tanto es así, que hasta el Club de Fútbol posee este tradicional oficio en su nombre: Club Deportivo Injerto.