Dicen que la banda es el alma de la música en los pueblos y en Lumbier no es menos, como tampoco es menos la txaranga, ni el grupo de txistularis, ni el de gaiteros. Llenan escenarios, calles y plazas y alegran con sus sonidos allí por donde pasan. Contribuyen de este modo a mantener la vida cultural de la localidad.

La escuela lleva la música a la residencia San Isidro. | FOTOS: CEDIDAS

Todo comienza en la escuela Joaquín Larregla, formación, conocimiento que progresa y alimenta la afición. De eso se encarga la docencia durante todo el curso, bajo la dirección de Daniel Aristu. Y cuando este toca a su fin, gusta mostrar y compartir lo logrado. Entonces, llenan el cine de sus sonidos y del público incondicional. Este año lo han hecho con el musical El lobo hace huelga (Se ha cansado de ser el malo de la película y todos los personajes de los cuentos le piden que abandone la huelga). Cuenta Aristu que y les ha servido para reafirmarse en el deseo de ir más allá. “Ha sido más que suficiente para creer en nuestra capacidad. Mientras tanto, en este musical ha habido mucho trabajo durante todo el curso. Mi idea era que toda la escuela tuviera un proyecto en común, un mismo objetivo y un espectáculo. Ha sido un trampolín para hacer un musical propio. Ahora creemos que somos capaces, que se puede”.

Con el musical de fin de curso 2022-2023, ‘El Lobo hace huelga’, la escuela llenó el cine.

En él ha participado el cien por cien de la escuela, cerca de 90 alumnos, desde 6 y 7 años, hasta personas jubiladas. Incluye al alumnado de canto, y a su profesora, Raquel Ortega, especialista en lenguaje musical y canto. Con ella y el director, el equipo docente suma 9 miembros.

Con este cuento musicalizado, la escuela llenó recientemente el escenario del cine de efectos de sonido con el apoyo profesional de Álvaro Díaz (Ikus-Arte).

Los nueve meses de trabajo, dice Aristu, “han dado un resultado extraordinario con nuestros medios y recursos”

Impulso

Además de la presentación de este trabajo, la escuela sigue su máxima durante todo el año de salir a la calle .“porque estamos por y para el pueblo” afirma el director. Dice que han cogido impulso después de la pandemia, y también este mes han ofrecido un concierto en la residencia San Isidro.

Coger los instrumentos de calle, percusión y vientos, no les cuesta, se trasladan fácilmente y despliegan el repertorio propio de cada ocasión.

A las puertas del verano, el mes de junio ha sido prolífico. Su último concierto, en los aledaños del frontón, en el Torneo de pelota con motivo del Centenario del C. D Ilumberri. “Preparamos instrumentos de calle, acordeones, trikis, para un concierto de folklore vasco y lo ofrecimos a la organización”.

Como el deporte, la música une y permite compartir pasión. La escuela es, la base del aprendizaje. También garantía total de que Lumbier no dejará de sonar.