Aunque hace once años que falleció, el compositor Lorenzo Ondarra Quintana (Bakaiku, 1931-Pamplona 2012), no morirá nunca. No en vano dejó una gran obra, cerca de 250 composiciones, sobre todo para música coral y txistu, un gran legado que se puso en valor en un sencillo homenaje, tal y cómo era él, que le rindió su pueblo este pasado sábado.

Lorenzo Ondarra: puente entre la tradición y la vanguardia era el título de la conferencia que ofreció Igor Ijurra, director del Orfeón Pamplonés desde 2005, quién hizo un recorrido por su vida y obra, con fotos familiares y algunos fragmentos de sus obras. Con amplios estudios musicales, Ondarra destacó en facetas como la composición, el redescubrimiento de partituras antiguas olvidadas, arreglos y transcripciones de partituras de otros autores, la interpretación del órgano, la enseñanza de música, la dirección coral, la investigación del folklore autóctono y o la divulgación musical en libros, artículos o publicaciones.

La Coral Erkudengo Ama interpretó obras compuestas por el músico de Bakaiku. Nerea Mazkiaran

CAPUCHINO

El compositor de Bakaiku era el sexto de nueve hermanos, cinco de los cuales fueron religiosos. Con 11 años ingresó en el convento de los Capuchinos de Altsasu, donde formalizó sus estudios eclesiásticos además de solfeo y piano. Una vez ordenado sacerdote en 1954 realizó estudios de gregoriano en Vitoria, Salamanca y Montserrat. También de órgano y composición con Tomás Garbizu y Francisco Escudero, “los mejores del momento”, según destacó Ijurra, al tiempo que recordó fue premio fin de carrera en ambas especialidades. Su formación continuó en Siena, Luzern y Darmstadt.

“En 1969 recibió el Premio Nacional de la Música con Diálogos, en 1969. Sin embargo, el padre provincial de los Capuchinos dispuso que se quedara en Altsasu para ejercer de profesor de francés y dibujo además de organista. Para Ondarra supuso una decepción. Pasó tres años sin componer y él se expresaba a través de la música”, incidió Ijurra. “José Luis Ansorena fue quién le pinchó para que un hombre tan sencillo y reatrído como él volviera a componer, con diversos encargos para la Coral Andra Mari y Musikaste”.

Rosa Elena, Luis Tomás y Mª Jesús Ondarra, sobrinos del compositor, descubrieron la placa en su casa natal. Nerea Mazkiaran

Asimismo, puso en valor su gran aportación a la música vasca, sobre todo como armonizador de melodías, principalmente las recogidas en las canciones de Azkue y Aita Donostia. “Hay consenso en que los mejores músicos vascos son Donostia y Guridi. Después están Garbizu, Sorozabal, Escudero, Mokoro, Bello Portu… Lorenzo está indudablemente al nivel de estos últimos. Posee un corpus único de once ciclos de villancicos para cuatro voces blancas y pianos. También armonizó melodías catalanas, castellanas, sudamericanas. Su Te Deum para coro y orquesta es una obra de referencia”, señaló.

No obstante, en su opinión, le faltaba ego. “Era una persona muy humilde que no le gustaba interactuar en público. Se perdió un compositor para orquesta pero ganamos a uno de los mejores compositores vascos de música coral en todas sus facetas, con 192 obras corales”, observó. Al respecto, destacó que “su estilo musical no es fácil, con interesantes armonías, choques armónicos y ásperos, seguidos de acordes más ricos que un desarrollo armónico medio, música detallista y elegante, nunca facilona. Un estilo compositivo que le sitúa a medio camino entre los compositores que conforman la tradición de la música vasca y aquellos que conforman la ruptura”, explicó Ijurra, quien puso un vídeo de Jon Bagues que decía que “su estilo bebe del gregoriano y del acervo musical vasco mezclado con una gran sabiduría y preparación fruto de sus estudios de vanguardia musical en Alemania, Suiza e Italia”.

Ijurra también contó alguna anécdota, como la del piano que compró el padre de los Ondarra en la subasta de los bienes del secretario, con un 66 % de rebaja tras quedar desierto. “Con nueve hijos, mejor que hubieras traído una cerda con su cría”, le dijo su mujer. Asimismo, apuntó que Ondarra sirvió a Dios y a su pueblo y puso en valor que Bakaiku, un pueblo de unos 350 habitantes, cuenta con personalidades destacadas en el mundo de la cultura, como Patxi Ondarra, José Ramón Anda y Asun Goikoetxea además de Lorenzo Ondarra, o el ingeniero Saturnino Zufiaurre, otro hijo ilustre.

HOMENAJE

El reconocmiento comenzó con una kalejira animada por Burundako Txistulariak hasta la casa natal del compositor, donde sus sobrinos Rosa Elena, Luis Tomás y Mª Jesús descubrieron una placa en la que le recuerda como compositor y capuchino, tras lo cual la Coral Erkudengo Ama junto con los txistularis interpretaron Agur Jaunak armonizado para txistus y coro por el compositor de Bakaiku.

De allí se dirigieron a la iglesia, donde fue la conferencia y un pequeño concierto de la coral de Altsasu, que interpretó cinco obras compuestas por Ondarra para esta formación, estrenadas en los años 80: Matalaz, Herribehera, Oi ama Euskalerri, Adiós a la Llanera, Ama Birjina Erkudengoa y Arkume ta gaztakin.