La pérdida de un ser querido, ya sea por fallecimiento o por la separación de los padres ha centrado la sesión de la tarde de la Muestra de Cine Español de Tudela. El cortometraje de las hermanas Labordeta (Ana, actriz, Ángela guionista y Paula Labordeta, directora) Los armarios no se vacían solos y el largometraje de Manuel Martín Cuenca El amor de Andrea llenaron de calidad el cine Moncayo para poner fin a estos cinco días de largometrajes y del séptimo arte nacional.

En el caso de este primer cortometraje de ficción de las hermanas Labordeta (con un amplio bagaje de todas en el mundo cinematográfico), que han señalado que esperan que sea “un primer paso de muchos trabajos juntas”, narra el dolor de una persona a la hora de acometer el vaciado del armario. Lejos de pensar que éste es el último paso del duelo, Paula explicó que, al contrario, es cuando se abre la soledad y el dolor, “el armario no es el final del duelo, sino el principio. Te enfrentas as tu soledad. Ahí empieza la lucha con la soledad”, ha indicado. El cortometraje narra el momento en que una mujer que pierde a su pareja y se mete en un agujero, en un pozo del cual ni quiere salir ni pretende que le saquen y una sobrina intenta tirar de ella. “Tratamos de enseñar cómo es el ser humano que es capaz de incinerar o enterrar a una persona y cuando después de hacer eso llega a su casa es incapaz de vaciar un armario. Es lo que mas que te une a una persona, lo físico que significa despedirte de ella”. El cortometraje ha sido seleccionado para proyectarse en el festival de Málaga, fuera de la selección oficial.

"Para mi el cine no es el lugar donde trabajo o desarrollo una vida profesional. Es donde puedo ser libre acometiendo las cosas que quiero y me salen de las vísceras"

Manuel Martín Cuenca - Director de 'El amor de Andrea'

La película El amor de Andrea ha contado con la presencia de su realizador Manuel Martín Cuenca (La hija, Caníbal, El autor) y su actriz principal, la debutante Lupe Mateo. Martín Cuenca aborda la historia de una separación vista desde el prisma de los hijos y especialmente desde la hermana mayor adolescente. “Trato de abordar una separación que se ha hecho mal, se ha gestionado mal, desde el punto de vista de los niños. No quería retratar a los adolescentes como lo hacen últimamente en la ficción, como una banda de tarados mentales que solo saben coger el móvil y engancharse a las drogas. Es un retrato de la juventud paternalista, injusta y reduccionista. Una persona de 14 ó 15 años e incluso de 7 u 8 añs tiene una complejidad emocional que ya querríamos muchos adultos y no tienen dinámicas tóxicas de adultos en las que estás metido y no eres consciente. Es la historia de esta heroína que quiere entender. No quiere ser tratada como una persona menor de edad, sin derecho ni conocimiento. Desde ahí nos planteamos hacer una película muy sencilla, muy transparente en la puesta en escena del guión”.

El realizador es uno de los más libres y valientes del cine español, abordando historias con temáticas muy distintas, “es una película de la que me siento orgulloso y me ha hecho viajar al lugar de la edad en la que yo soñaba con hacer cine en la edad que tiene Andrea. Yo también era ese adolescente y me preocupaba de las mismas cosas”. Martín Cuenca ha explicado que la libertad tiene un alto precio, “mi sueño de hacer cine siempre ha tenido que ver con esa libertad. Para mi el cine no es el lugar donde trabajo o desarrollo una vida profesional. Es donde puedo ser libre acometiendo las cosas que quiero y me salen de las vísceras. Siempre he intentado luchar contra corriente, que no me impongan las modas, el éxito o la critica. Puedes repetirte a ti mismo repitiendo una película que ha sido un éxito de crítica o de público, pero no he tenido ese problema, no he tenido un gran éxito de público. No me daban envidia los que debutaban con una primera película de mucho éxito; qué responsabilidad te autoimpones después de eso. Poder hacer una película, sobrevirir y poder hacer otra es el mejor camino para ser libre”.

La actriz principal, recientemente premiada por su trabajo, Lupe Mateo, grabó la película con 15 años y se sumergió entera en el papel, también gracias a la forma de rodar del director. “El rodaje fue muy bonito. No sabíamos el guión, cada uno teníamos uno en el que no venia lo que decía la otra persona, solo la última palabra. A la hora de rodar reaccionabas en cámara. Era como vivir una vida. Eso lo que hizo fue conseguir que nos fundiéramos en los personajes. En esos dos meses de rodaje fui Andrea, viví su vida, sentí lo que sentía, su tristeza, su felicidad. Es una película superórganica y muy real”.