Durante siglos el caudal del río ha sido conductor de la madera a través de varias técnicas. La más extendida fue la de transportar grandes cantidades de enormes troncos sueltos río abajo, las maderadas, el peligroso oficio de barranqueadores y gancheros. De estos, los más demandados por todos los ríos de la península procedían de Chelva (Valencia). Su río Turia era de los más difíciles y eso les forzó a perfeccionar una habilidad inigualable. Eran verdaderos maestros.

En la primera década del siglo XX llegaron a Aoiz las primeras cuadrillas de gancheros. Eran los valencianos, con palo y gancho dirigían en las orillas el descenso de los troncos. Las pantanadas eran patrimonio de Aoiz, un verdadero espectáculo desde Irabia hasta el aserradero de Irati SA”, del aezkoano Domingo Elizondo” para quien trabajaron. En Navarra existían los barranqueadores y almadieros. Los últimos gancheros del Turia se integraron en su historia uniendo ambos pueblos para siempre.

Mañana, sábado, a partir de las 18.30 horas las personas interesadas en su trayectoria tienen una invitación para emprender un viaje río arriba hasta el origen de los barranqueadores, para conocer los gancheros del Turia, su historia, su duro oficio y costumbres con la proyección del documental Los Pastores del Bosque Flotante con emocionantes testimonios y posterior mesa redonda. Una velada que engloba el título Los Gancheros del Irati.

Contará con la presencia de: Salvador Castillejos director del documental Los pastores del bosque flotante, Manuel Félix Cruz, presidente de la Asociación Gancheros del Turia, Victor Manuel Egia Astibia, investigador de la historia del patrimonio industrial de Navarra y autor de obras como El Irati SA, el sueño de Domingo Elizondo, Gustavo Fombuena y Juanjo Ruiz de la fundación María Antonia Clavel.

Moderará la mesa el joven agoizko Iker Cía Sánchez. Descendiente de gancheros y barranqueadores. Él ha impulsado el evento en la creencia de que “había que relacionar de alguna manera Chelva con Aoiz”. Mi bisabuelo, Juan Martínez Lizanda, fue de los primeros que llegaron de Chelva y regresó. Pero mi abuelo, José Sánchez García, se estableció en Aoiz y desde que descubrí por mi cuenta parte de su historia, quise darla a conocer”, expresa con emoción en sus gestos. A su lado, Víctor Manuel Egia, añade su conocimiento de cómo era el trabajo de los barranqueadores. Sin duda, comparten pasión.

Recuerdan que en Chelva había aflorado el deseo de reconocimiento a sus gancheros, como un tema pendiente en su lugar de origen. Al mismo tiempo, habían manifestado un deseo de acercamiento a Aoiz, donde mutó y después murió el oficio centenario.

El paso lo dio, relata Egia, la Asociación Gancheros del Turia. “Su presidente, Manuel Félix Cruz, ,se puso en contacto conmigo y posteriormente, nos reunimos en el ayuntamiento.

El encuentro de mañana en Aoiz es para él un punto de partida. “Estamos muy agradecidos al Ayuntamiento, a Iker y la organización. Queremos recuperar el oficio olvidado de nuestros antepasados . Hablamos de un patrimonio inmaterial reconocido internacionalmente. Mantener los lazos y la relación cultural con Aoiz es nuestro deseo y repetir la jornada en Chelva”, declaró.

Los primeros

De Chelva, la cuna de los gancheros, salieron las primeras cuadrillas en 1911. A Aoiz llegó una veintena. Un año antes, lo hizo el primero, Juan Salvador. Era maestro de río. “La actividad descendía en su tierra y se encontró con Domingo Elizondo. Su empresa necesitaba mano de obra para sacar los troncos desde los montes de Aezkoa hasta el aserradero. A esa primera tanda perteneció el bisabuelo de Iker. Eran temporeros. “Los siguientes ya se establecieron en Aoiz, en busca de una vida mejor, como mi abuelo”, comenta. Salvador, Cosín, Sánchez, Martínez son apellidos descendientes que guardan su memoria.

Vestidos con su indumentaria, espartinas (alpargatas valencianas) y zaragüelles (sus típicos pantalones), su presencia fue fundamental con sus altas picas que terminaban en ganchos empujaban la madera desde las orillas cuando bajaba desde Irabia hasta el Irati. “Barranqueadores y gancheros se colocaban a lo largo del recorrido. De Irabia a Aribe (los de Orbaitzeta) hasta Artozqui, los de Oroz-Betelu y desde allí hasta el aserradero de Ekai, los valencianos. Entre Itoiz y Aoiz el río tenía poca pendiente y había que moverlos y también ayudaban en la laguna de Ekai”, recuerda Egia. Desde 1920 hasta su traslado en camiones, últimos 50, las pantanadas se hacían cada tres semanas. Era una riada de troncos sueltos de haya. Cuentan que se comportaban como un rebaño de ovejas. Sus pastores fueron barranqueadores y gancheros.