Medio centenar de personas se concentraron el pasado lunes de 3 de junio junto al río Ebro de Tudela en el lugar donde la joven donostiarra Gladys del Estal murió, asesinada por balas de la Guardia Civil en 1979, hace 45 años. Gladys había llegado a Tudela aquel día como integrante de los comités antinucleares, para manifestarse con miles de personas en contra de la energía nuclear y también contra el Polígono de tiro de las Bardenas, ya que se había convocado un Día Internacional de Acción contra la Energía Nuclear. Por entonces, existía un fuerte rechazo social al Plan Energético Nacional, que contemplaba la construcción de tres centrales nucleares en la costa vasca, una de ellas Lemóiz y otra más en Tudela, y que gracias a la respuesta social y al fuerte rechazo que supusieron no llegaron a construirse.
En la lectura del comunicado recordaron que Gladys, que vivía en el barrio donostiarra de Egia, había nacido en Caracas en 1956, su padre y su madre se exiliaron a Venezuela en 1936, huyendo de la represión franquista. Cuando volvieron a Donostia, Gladys adquirió un fuerte compromiso con la lucha ecologista, formando parte del Grupo Egia. “Era una mujer valiente y desobediente que pagó con su vida la violencia de un sistema político que aseguraba el poder y la continuación de las estructuras franquistas”. Aquel 3 de junio de 1979, Gladys participaba en una sentada pacífica en el puente del Ebro “mientras, la guardia civil cargaba con bolas de goma y botes de humo a una multitud de miles de manifestantes en las calles de Tudela. Aquí en el puente, la gente comenzó a sentarse pacíficamente en el suelo para protestar y fue entonces cuando el guardia civil le golpeó el costado con la culata de su arma, reventándole un riñón. Justo después le disparó a bocajarro en la cabeza, provocándole la muerte. Gladys tenía entonces 23 años”, recordaron.
Ante la creciente violencia policial, el Ayuntamiento de Tudela abrió sus puertas para ofrecer refugio a las personas manifestantes y celebró un pleno espontáneo realizando un llamamiento a la huelga general hasta que se esclareciera el tema y dimitiera el gobernador civil. “Un año más tarde, 4.000 mil personas se manifestaban en Tudela, para recordar la memoria de Gladys en una marcha que acabó aquí, en un monolito que se había levantado en el mismo lugar donde fue asesinada, y que la guardia civil retiró de muy malas maneras esa misma noche”.
En la concentración recordaron que la audiencia de Pamplona estimó que había sido “un caso de imprudencia temeraria e impuso la pena mínima, 18 meses de prisión menor al guardia civil que la asesinó. El Tribunal supremo rechazó en 1984 el recurso de la familia, según el cual el agente José Martínez Salas había actuado con dolo y alevosía. El asesino ni siquiera entró en prisión y, en 1992 fue condecorado con la cruz del Mérito Militar por el Gobierno del PSOE de Felipe González. Gladys nunca ha sido reconocida como víctima de la violencia de Estado”.
Durante el acto de recuerdo se señaló que “la lucha de Gladys sigue vigente en nuestros días. Tenemos las mismas razones y necesidades que Gladys defendió para seguir creando redes y alternativas a este sistema ecocida. Un sistema político que, 45 años después sigue imponiendonos sus políticas energéticas y económicas mediante la represión, la guerra y el genocidio. Por eso la lucha de Gladys también es nuestra lucha, y nuestro mejor homenaje continuarla, y mantener viva la llama de su memoria”, señalaron antes de lanzar unas flores al río Ebro.
También se dedicó un recuerdo a una persona que era habitual en las concentraciones y actos de protesta y que falleció el pasado mes de febrero, Joseba Amenedo.