Un paseo por la historia industrial de Navarra
Víctor Manuel Egia presenta esta tarde en Pamplona ‘Ola berriak 1766-1927. Apuntes para una historia industrial de Navarra’, cita de las jornadas que impulsa Nabarralde
Tejerías, fábricas de cemento, de harina, papeleras, azucareras, conserveras, vinícolas, fundiciones, aserraderos y hasta una mina de carbón. Instalaciones fabriles de Iruñea, Salinas de Oro, Marcilla, Altsasu o Aoiz. Víctor Manuel Egia Astibia –Pamplona, 1952– presenta hoy en el Nuevo Casino de Pamplona (19.00 horas) la publicación Ola Berriak 1766-1927. Apuntes para una historia industrial de Navarra. Una presentación enmarcada en las jornadas sobre patrimonio que organiza Nabarralde Fundazioa, este año, como hace 10 en las primeras, centradas en el patrimonio industrial.
A través de algo más de 40 artículos, la mitad de ellos publicados en DIARIO DE NOTICIAS ahora reescriturados y otros tantos de nuevo cuño, el autor recorre “los caminos de la primera industrialización de Navarra. Comenzando en el siglo XVIII con aquellas primeras fundiciones de munición de Olaberri y Orbaizeta, la incipiente industria del papel y el desarrollo de la metalurgia, el boom del cultivo de la remolacha y la producción azucarera y, asimismo, el notable cambio que supuso la transformación de los clásicos molinos harineros en fábricas de harinas. La transformación de áridos, la minería, la industria vinícola, los aserraderos o el desarrollo de la electricidad y su producción en las centrales hidroeléctricas, son otros temas incluidos en este libro”, resume Víctor Manuel Egia.
Un libro “social”
La suya no es una publicación de balances contables ni cifras de producción. “Es un libro de historia social, porque narra cómo se formaron las diferentes fábricas, quién las fundó, qué se hacía, cómo... Me alejo de los complicados análisis de la producción y me centro en lo que fue cada fábrica y el porqué. Con muchas anécdotas y testimonios personales que le dan ese punto de historia social”.
Editado por Nabarralde Fundazioa y disponible en las principales librerías de la capital y en la propia web de Nabarralde, su precio es de 25 euros. En 334 páginas incluye 275 fotografías que “hacen su lectura más amena. Por suerte, tenemos unos archivos fotográficos fantásticos, tanto en el Archivo General de Navarra como en el Municipal de Pamplona. Y muchas otras fotografías las he conseguido en algunas de las empresas que todavía existen o en colecciones particulares”.
Como no es una novela ni un ensayo, no hace falta leer su libro “de tirón. Hoy me apetece leer sobre la fábrica de papel de Aoiz, o la Azucarera de Marcilla... puedes ir dando saltos o mirando los temas que más te interesen”.
De medicina a patrimonio
Egia, médico jubilado especialista en Neumología, ya interesado en el patrimonio desde hace 50 años cuando formó parte del grupo de canción popular Ortzadar, es cofundador de la Sociedad de estudios Iturralde, dedicada al estudio y divulgación de nuestra historia y patrimonio. Estudioso y defensor del patrimonio industrial, este su tercer libro –ha participado en dos más como coautor– tras Orotz Betelu y Olaldea, una historia industrial a orillas del Irati (2011), y El Irati SA, el sueño de Domingo Elizondo (2014).
¿Y qué lleva a un neumólogo a investigar sobre el patrimonio industrial? “Para empezar, hay un tema familiar. Mi bisabuelo materno trabajaba en una ferrería en Leitza y se trasladó luego a otra en Olaldea/Orotz Betelu; mi abuelo paterno trabajó en la construcción de la gran fábrica de pasta de papel en el mismo lugar. Durante cuatro generaciones en mi familia se han dedicado a la siderurgia. Mi abuelo tuvo un taller de maquinaria agrícola, tuvimos una fundición... he vivido ese mundo industrial muy de cerca”. Desde la jubilación, su dedicación es “absoluta. Meto muchas horas de investigación, pero las disfruto mucho”.
Investiga, entre otras cosas, porque “el patrimonio industrial en Navarra es el gran olvidado. El patrimonio clásicamente se entendía como algo antiguo y bello, predominando las edificaciones y objetos sobre todo eclesiásticos. El propio concepto de patrimonio ha ido evolucionando y hoy en día es mucho más amplio. Por supuesto que incluye el patrimonio industrial, aunque este ha llegado a la sociedad o a los estudiosos no hace demasiado tiempo. En Navarra se le ha dado muy poca importancia, seguramente por desconocimiento. Consciente de ese desconocimiento, mi intención ha sido siempre divulgar la historia industrial y darla a conocer para que se le termine dando la importancia que tiene”, comenta.
En los últimos diez años, reconoce que “algo se ha mejorado. Uno de mis caballos de batalla ha sido luchar por la conservación de los restos o rehabilitación del barrio aserradero de Ekai, de la importante empresa El Irati. Y después de mucha lucha hemos conseguido que el Gobierno de Navarra tenga presente esta inquietud, encargando un proyecto de actuación e incluso aportando una pequeña partida para el desarrollo del mismo en el último presupuesto”. Lamenta, por otro lado, que “hay muchísimos sitios olvidados. Por poner un ejemplo, en Bakaiku, existe aún uno de los primeros altos hornos construidos en Navarra en el siglo XIX y es muy poco conocido y minusvalorado”.
Por último, destaca que si existen algunas viejas fábricas que se han reconvertido: “Tenemos el edificio Iwer en la Rochapea, que fue fábrica de sedas. El Instituto Cuatro Vientos fue una fábrica de calzado a principios de siglo XX, o el molino y después fábrica de harinas de Ziganda, que es hoy un muy valorado Colegio de Educación Especial. La mayoría de estas reconversiones y reutilizaciones han surgido más por iniciativa privada que institucional”. En este sentido también la publicación tiene algunos tintes reivindicativos de la correcta valoración del rico patrimonio industrial de nuestra comunidad.
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