"El auténtico Santo Grial de la numismática navarra". Finalmente, los 8 escudos de oro de Felipe VI de Navarra (Felipe IV de España) han sido subastados en Suiza por 646.935 euros. Tal y como anunció el historiador pamplonés Mikel Zuza, la anhelada pieza no volverá a la Comunidad foral.
La empresa suiza Numismatica Genevensis ha sido la encargada de la subasta. La moneda, con un peso de 26,9 gramos, tenía un precio de salida de 400.000 francos suizos, equivalentes a a 426.375,60 euros. Asimismo, es considerada como una de las más buscadas por los coleccionistas.
LA HISTORIA
Dada su historia, la numisma ha sido codiciada por coleccionistas de todo el mundo. Tras las acuñaciones de reales de oro y sus múltiplos realizados en época de Fernando el Católico, y que se mantuvieron al inicio del reinado de Carlos I (manteniendo los tipos y leyendas de las piezas de su abuelo), las emisiones de oro en Navarra desaparecieron hasta el siglo siguiente; en concreto sólo se reanudaron en época de Felipe IV.
En este intervalo de tiempo, los monarcas de la Casa de Austria aceptaron que sólo aparecieran en las monedas navarras las armas propias de ese reino y su titulación específica, sin ninguna referencia a otras e, incluso, se debía usar únicamente el numeral del rey como monarca navarro, todo lo cual quedó reglamentado, en especial durante el reinado de Felipe II, en las Cortes de Sangüesa de 1561, y siempre que no se respetaron estos acuerdos, por ejemplo al utilizar los monarcas en las monedas el título de Hispanorum o bien el conjunto de rey de Castilla y de Navarra, los navarros protestaron oficialmente por ello ante el Virrey y la Corona.
En época de Felipe IV, se vuelve a batir en Pamplona moneda de plata, en especial a principios de los años 50. Precisamente, tras la protesta de los navarros (1652) por las acuñaciones hechas en plata con la leyenda PHILIPPUS DEI GRATIA CASTELLE ET NAVARRAE REX, se ordenó la paralización de la producción de estas monedas.
Posiblemente, como desagravio a los navarros, y siguiendo lo pedido en el documento sobre el Agravio, el monarca autorizó una acuñación extraordinaria y muy limitada de piezas de oro (onza y medio onza) con la leyenda pedida por sus súbditos: PHILIPPUS SEXTUS DEI GRATIA NAVARRAE REX, que fue supervisada por el entonces virrey (1649-1653), Don Diego López de Pacheco Cabrera y Bobadilla, Marqués de Villena.
Así se acuñó la Onza de 8 escudos de 1652, con marca de ceca AP (Pamplona), cuyo cuño de anverso se encontraba en 1866 en el Archivo de la Diputación Provincial de Navarra, según consta en la Noticia realizada el 28 de junio de 1866 por Pablo Ilarregui y Juan Iturralde, y que hoy día está en el Museo de Navarra. Es un pesado cuño fijo de más de 4 kilos de peso, de aspecto troncopiramidal de ocho caras.
Esta extraordinaria moneda ya fue descrita por Heiss (1869), siendo por entonces este ejemplar propiedad del Conde de Ezpeleta de Veire (Don José M.ª de Ezpeleta y Aguirre Zuazo, que recibió la Grandeza de España en marzo de 1866, y cuyos conocimientos numismáticos eran bien conocidos, fue senador y murió en junio de 1885). Años después, esta pieza pasó a la colección de la HSA siendo, por tanto, pieza única y la de mayor valor acuñada en toda la historia monetaria del reino de Navarra.