30 docenas de huevos, 50 kilos de harina, 14 kilos de azúcar, cuatro litros de leche, 90 litros de aceite de girasol, 12 litros de anís y 30 cajas de levadura. Un año más, la Asociación de Mujeres de Burlada se ha metido en los fogones para deleitar a los vecinos y vecinas con sus tradicionales rosquillas de San Blas, que se repartirán mañana a las 19.30 horas en la misa que se oficiará en la Capilla de la Asunción.

Las rosquillas forman parte de la cultura gastronómica de esta país; un sabor “de siempre”, que transporta a los mejores recuerdos. Un dulce delicioso que, sobre todo, une y consigue juntar a todo un pueblo. Cuando María Luisa Orduña, presidenta de la Asociación, llegó a Burlada, allá por principios de los 70, “era una ciudad dormitorio” y en la actualidad goza de una variada actividad. Una de las responsables es la Asociación de Mujeres, que ha luchado desde hace más de 40 años por un lugar más vivo. “Quería que mis hijos crecieran en un pueblo, pueblo, que tuviera ambiente”, relató María Luisa, que se había criado en Peralta y quería dar a sus dos niños la misma infancia.

Una mujer de la asociación fríe las rosquillas. Unai Beroiz

La peraltesa, antes de su debut en la entidad, ya había organizado alguna comida popular durante las fiestas patronales de Burlada. Al poco de aterrizar, surgió una red de mujeres inquietas, curiosas y luchadoras que ofrecieron talleres de costura, de cultura navarra y cursos de formación por médicos y docentes. Así nació la Asociación de Mujeres de Burlada con el objetivo de que las madres “empezaremos a salir de casa en aquellos tiempos cuando teníamos los hijos pequeños”, confesó María Luisa. Entre todas las iniciativas que brotaron de esta agrupación, apareció una que marcaría un antes y un después y dejó un legado. “¿Por qué no hacemos unas rosquillas? La misa para fiestas se llena de gente, en San Blas esto está tan muerto...”, se preguntaron.

El 3 de marzo de “hará ya muchos, muchos años” estas mujeres se pusieron los delantales y con las manos en la masa cocinaron una receta que tres décadas después siguen recreando. Las claras de los huevos se hacen al punto de nieve –lo que marcará la diferencia– y se reservan. A continuación, se juntan las yemas con el anís, el aceite y el azúcar, y se revuelve. Después, se tamiza la harina y se introduce poco a poco a la mezcla que se amasa posteriormente. El siguiente paso es añadir las claras batidas y las papeletas de armisen y hacer la forma de cada rosquilla. Por último, se llenan los calderos de aceite a fuego fuerte y “las freímos, sin olvidar darles la vuelta. Cuando tengan el tostado deseado, las sacamos”, explicó María Luisa.

Ocho cubos repletos de rosquillas para San Blas. Unai Beroiz

La entidad cuenta actualmente con 80 mujeres –en los inicios fueron solo siete– y el viernes 30 de ellas –entre las que se encontraba Berta Arizkun, alcaldesa de Burlada – se colaron en los fogones del colegio Hilarión Eslava, donde estuvieron elaborando rosquillas desde las cuatro de la tarde hasta las once de la noche. “Aunque es un palizón y llegas a casa muerta, estamos contentas”, aseguró María Luisa. Tras una larga, pero preciosa jornada, estas “cocineras” consiguieron llenar nueve cestas bastante grandes con sus deliciosas rosquillas que repartirán mañana en la misa.

Excursiones

Este casi centenar de mujeres inconformistas comenzaron a trabajar en el Ayuntamiento viejo de Burlada y hoy cuentan con cuatro salas en la Casa de Cultura. “Cuando nos trasladaron ya teníamos mucha más de fuerza. Nosotras hemos seguido trabajando y ahora realizamos muchas cosas”, adelantó la peraltesa. Así, estas “imparables” se reúnen cada martes en sus locales de 10.00 horas a 12.00 horas. Además de sus famosas rosquillas, organizan excursiones –suelen llenar dos autobuses–, celebran el 8 de marzo –el Día Internacional de la Mujer–, el día de Burlada con una misa jotera y una cena con baile, o el 25 de noviembre, día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.