Un año más, la feria de artesanía de la cruz de mayo fue un escaparate de viejos oficios, otra manera de trabajar sin mirar el reloj. Además, en esta cita se pone el foco en las demostraciones prácticas. Así, más de medio centenar de artesanos repartidos en 25 puestos, con manos expertas y mimo dieron forma a diferentes materiales como mandera, lana o hierro. Si bien los pronósticos meteorológicos anunciaban la posibilidad de lluvia, la organización se arriesgó a celebrarla en la plaza de los Fueros. Solo al final cayeron cuatro gotas.
Tablillas
Desde Orbaizeta e Ilzal llegaron Javier Goicoa, Jesús Mari Larrañeta y Pío Sarries, que elaboraron tablillas con madera de haya con las que se realizaban tejados. “Aguantan como mínimo 50 años”, aseguraron. La tarea comienza hacia enero, cuando se cortan los troncos, siempre con luna creciente. Hasta mayo se dejan que eche la savia y es entonces cuando se deben cortar las tablillas, todavía en verde. “A partir de dos meses se empieza a perder”, observó Goicoa, de 78 años, que aprendió este oficio casi desaparecido cuando tenía 14 años. También explicó que no vale un haya cualquiera. “Hay que elegir bien, en un sitio sombrío y de suelo profundo. Debe tener pocas ramas, en lo alto y abiertas, que quiere decir que no va a crecer más. Suelen ser de 180-200 años”, explicó.
Muy cerca, Mikel Zalba y Aritz Agorreta también trabajaron la madera, en este caso de boj, para realizar cucharas y otros utensilios. Y es que se han propuesto mantener vivo este oficio para que no se pierda un legado que forma parte de la historia, la tradición y las costumbres de los valles pirenaicos.
Lo cierto es que la madera fue el material más utilizado, con kaikugiles por partida doble, Ángel Beunza y Ion Dufurrena, así como alumnos de la escuela de talla o Jesús Mari Olmos, un altsasuarra incondicional de esta cita. Y es que es un día en el que artesanos de la villa salen a la plaza para mostrar su trabajo. Era el caso del grupo de bolillos, Ramón Paniagua, Itziar Nazabal, Juan Manuel Herrero Zapa, Carmelo Llena, Alejandro Rellán, Susana Santano o Idoia Jiménez.
Curtidora
Este domingo era nueva en esta feria Eli Alberdi, de profesión curtidora, una donostiarra que vive en Murieta. “Veía que se desperdiciaba la piel de la oveja latxa y quería darle un uso”, recordaba. A base de consultar en internet y a profesionales del gremio, con mucho ensayo y error, se ha introducido en este oficio. “Quiero recuperar el uso de espalderos, sobre todo en el traje tradicional. En el caso de las mujeres, en la zona nórdica si se representa con pieles pero aquí nos han puesto una toquilla”, contaba.