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Los Navarro honran su legado en Huarte

Casa Navarro, con sus más de 180 años de historia dando de comer en Huarte, lanzará el chupinazo de las fiestas de la Hermandad el 13 de septiembre

Los Navarro honran su legado en HuarteOskar Montero

En casa Navarro huele a puchero, cercanía y autenticidad. El establecimiento, que lleva en funcionamiento en Huarte desde hace 185 años, está regentado desde su apertura en 1840 por la familia Navarro, unos huartearras “de siempre”.

En 2025, la cabeza visible de la tasca es José Itoiz Navarro, que este año tendrá el privilegio de lanzar el chupinazo de las próximas fiestas de la Hermandad en homenaje a Casa Navarro. Es la tercera generación que se pone a manejar el negocio familiar. José describe los inicios de Casa Navarro como “una carambola”. “Fue mi abuelo, Joaquín Navarro, quien por ser primogénito le quedó en herencia una tienda de ultramarinos”, rememora José. El primer dueño de la casa de comidas tuvo que volver de Argentina y cerca del año 1840 ponerse al frente de una tienda de ultramarinos y tasca.

Durante los primeros años de andadura, Casa Navarro funcionó como una suerte de estación de servicio, ya que en Huarte confluían varias paradas de autobuses: “Estuvo varios años funcionando como un restaurante que daba comida 24 horas”. José ensalza la labor que se llevó durante los primeros años del restaurante, que “daba servicio y cobijo a todo el mundo que bajaba de los pueblos a Huarte y Pamplona a hacer compras y negocios”.

Apoyado en un reja del interior, un pequeño violín se ha convertido con el paso del tiempo en una de las enseñas de Casa Navarro. La pieza fue comprada por el abuelo de José y se corrió la voz, gracias a una noticia, de que Joaquín Navarro había sido objeto de un timo. Los Navarro, gracias a la noticia, estuvieron en boca de toda Pamplona durante un tiempo. Una fotografía en blanco y negro colgada en una de sus paredes de un tranvía por la calle Zubiarte, da fe de la veteranía del local.

Reforma para ser restaurante

El cambio de rumbo de la casa de comidas llegó cuando cogió las riendas del restaurante su madre, Lucía Navarro Luchi: “se realizó una reforma en el local para adecuarlo a las necesidades del trabajo y Casa Navarro pasó a ser exclusivamente un restaurante”.

El “boca a boca” de la gente de los valles circundantes a Huarte hizo que la clientela se hiciera cada vez más numerosa y fiel. “Venía gente de Esteribar, Erro y otros pueblos a la feria de ganado que había en Huarte y pasaban el día; almorzaban, cenaban, comían y llegaban a pernoctar”.

José empezó ayudar en el negocio familiar: “Como nuestro padre estuvo un tiempo convaleciente, todos tuvimos que arrimar el hombro en el restaurante”. Durante un tiempo estuvo entre los estudios y los fogones de Casa Navarro, hasta que finalmente tomó el mando de la tasca: “como hermano mayor tuve que entrar al negocio aunque tuviera otras salidas, pero la sangre tira”, dice José con una sonrisa.

Uno de los mayores legados que se llevan los Navarro de su negocio es el cariño del pueblo generación tras generación. “Detrás de la barra ves a crecer a varias generaciones de huartearras; yo en concreto he visto a padres, abuelos y nietos”, afirma José.

Entre los parroquianos que peregrinan año tras año a Casa Navarro para disfrutar de sus manjares, están unos franceses que se acercan a la casa de comidas durante San Fermín. “Uno de ellos escribió un libro en el que aparece nuestro restaurante”, enuncia con cierto orgullo José.

Si con algo se queda de sus más de cuarenta años al frente del local, es el cariño y el calor que las gentes de Huarte y alrededores le brindan a el, su mujer y el resto de la plantilla. “En Huarte tanto la juventud como las demás generaciones son gente muy familiar y sana”, sostiene convencido José por los años tratando diariamente con los cebolleros. “Antes, cuando abríamos a las mañanas y los chavales venían de juerga a almorzar, las madres nos llamaban a nosotros para saber si su hijo estaba almorzando y asegurarse de que habían llegado al pueblo”.

El cariño de los vecinos de Huarte se hizo patente tras la votación popular del lanzador del cohete; la candidatura de Casa Navarro se llevó la victoria con la inmensa mayoría de los votos. “El honor de lanzar el cohete me lo tomo como un homenaje a todos los que trabajamos durante las fiestas”, apunta Jose, que a la vez recuerda que a su madre le “hubiera hecho mucha ilusión lanzarlo”. Cuando la mano de José prenda la mecha en el balcón del ayuntamiento, también estarán las manos de Joaquín, Luchi y todos aquellos que alguna vez han sido parte de Casa Navarro.