La historia ha concedido a Tafalla diversos apelativos halagüeños, como el de flor de Navarra, por la belleza de su extinto palacio, e incluso se dice que el bíblico Túbal fue su fundador, expandiendo desde ella la antigua lengua vascona. En lo musical, si ella canta lo hace Euskal Herria y también ha sido popularmente bautizada como capital de la jota navarra. No es para menos, ya que de su vientre han salido grandes voces como las hermanas Flamarique, primeras profesoras de la Escuela Oficial de Jotas de Navarra de Tafalla en 1973, Perico y Gabriel Armendáriz, los Navarro, Laureano Sola, Liberal, Valencia… Y, por supuesto, María Teresa Gutiérrez.

Fue en honor a ella el acto celebrado el pasado 19 de septiembre en la Casa de Cultura. Una ceremonia que estuvo presentada por Elena Leache junto con su hermana Ana Mari, mientras que las jotas corrieron a cargo de la escuela tafallesa “Hermanas Flamarique”, dirigida por Carolina González Prieto y acompañada por la Rondalla tafallesa. Esta última, integrada por los guitarristas Javier Salas y José Goyena, Mar Ovejero al laúd y las bandurrias de Esteban Belloso y Jesús Mari Ojer.

Teresa junto a la Escuela Hermanas Flamarique en la cita de Tafalla Endika Iriso

Durante el espectáculo, organizado por el Gobierno de Navarra dentro del programa Cultur Izan, se ensalzó la jota como bien de interés cultural y se combinaron varias piezas con fragmentos biográficos de la homenajeada. Tal y como leyeron sus sobrinas Arantxa Gutierrez y María Ciriza Gutiérrez, la propia vida de Teresa también es digna de jota, y parafraseando clásicos estribillos joteros narraron en primera persona sus vivencias familiares. Recuerdos que, rosas en mano y pañuelico al cuello, emocionaron a la laureada.

La mayor de doce

Es digno de recordar que, siendo la mayor de 12 hermanos -pasándole 20 años a su hermana más pequeña, Inma- Teresa tuvo que hacerse cargo a menudo de las responsabilidades del hogar. Las sobrinas recordaron como en las multitudinarias comidas familiares Teresa se arrancaba a cantar “la del consomé”. “Mujer que conserva el embrujo de sus ojos moros”, así la definieron, citando los versos de “Granada”. “Por cada gesto, cada ayuda, cada llamada… aunque a veces los cumpleaños no coincidieran con la fecha indicada, gracias por ser la tía Tere”, concluían entre un chaparrón de aplausos.

Teresa Gutiérrez Cedida.

La propia María Teresa subió sobre las tablas, y como, según ella, cantar se le da mejor que hablar, interpretó “El Cierzo” y “Es más bravo en la Ribera”, esta última junto a su sobrina María. El acto concluyó, como no podía ser de otra manera, con la Escuela interpretando junto a Teresa Por la sal que andando tiene, coreada con ahínco por gran parte del público.

Magnífica voz y mejor estilo

Teresa vino al mundo el 13 de junio de 1942, en el seno de la familia de los Gregoricos, y siendo prima de las hermanas Flamarique. Tras realizar sus estudios escolares entró a trabajar en la fábrica de Los Peines, combinando su empleo con su principal pasión, el canto. A los 15 años se inició en el coro dirigido por Juan Antonio Gambarte, pero no sería hasta el 13 de febrero de 1965, cuando, ante un abarrotado teatro Gorriti se presentaría por vez primera como jotera solista. Solo su familia cercana sabía que se presentaba y María Teresa recuerda: “en los camerinos me encontré a mi prima Encarna Flamarique, que me dijo: ¿Qué haces aquí? Como nos dejes en ridículo….”. Ni mucho menos, María Teresa consiguió pasar a la final y tras preparar sus jotas con los tres hermanos Flamarique (Pedro, Encarna y Vitori) recibió el primer premio del certamen. Aquel éxito fue el comienzo de una gran trayectoria musical, y como relataba Pedro Mari Flamarique en La jota navarra, “Su nombre, entonces desconocido, ocupa hoy un lugar destacado en la galería de las grandes joteras”.

En 1972 grabó un disco junto a sus primas con la casa discográfica Discophon, acompañadas por la rondalla Tubalense. También grabarían en Madrid varias canciones para un disco editado por Televisión Española, bajo el pseudónimo “Las joteras tafallicas”.

De Tafalla a Iruña

El 19 de mayo de 1973, Teresa celebró su boda con José María Erro, con quien tendría sus tres hijos: Iñigo, Ujué y Mikel. Cabe mencionar que antes de casarse Maria Teresa cantó también en la Coral Tafallesa y tras mudarse a Pamplona formó parte del Orfeón Pamplonés y la coral Ipar Doñua.

La propia María Teresa ha cantado más de una vez aquello de “La jota es gota de sangre, que sale del corazón, y el que la lleva en sus venas, tiene sangre de león”. Con dicha sangre corriendo por las venas, a sus 83 años continúa cantando, y acude fielmente al recital que la Escuela ofrece el 14 de agosto en fiestas. De ella se ha escrito: “magnífica voz y mejor estilo de la jota navarra”. Voz cristalina y sincera, “un manojo de rosas que sale de su garganta”. Un icono femenino que alzó la voz de las mujeres en la jota y resituó Tafalla en el mapa. Esa Tafalla que, como escribía José Menéndez

Es tierra de tradiciones,

entre llano y montaña,

centro, corazón y flor

de nuestra sin par Navarra.