Entrado el otoño, en torno al Pilar son las fiestas de Lekunberri, cinco días de celebraciones que arrancaron el miércoles de la mano de Manoli Olaetxea Iturbe. “Estoy muy contenta y agradecida. Este año ha tocado”, contaba esta mujer que este mes cumplirá 85 años. Y es que ha sido candidata en cuatro ocasiones para lanzar el cohete, a partir de las propuestas de vecinos y vecinas. Lo cierto es que es una persona muy querida, una mujer que derrocha simpatía y buen humor.

Este ha sido un gran regalo para mí. Con mis irrintzis he tratado de hacer una aportación en este pueblo. Mujeres, las plazas tienen que ser nuestras. Quiero decir desde este balcón que en Lekunberri no vamos a permitir ningún tipo de agresión o actitud machista. Los fiestas son para disfrutar y dejar disfrutar”, dijo micrófono en mano ante cientos de personas antes de gritar. ¡Viva la virgen del Pilar! Gora Lekunberriko jaiak! y echar un irrintzi.

Manoli Olaetxea en pleno irrintzi antes de lanzar el cohete. N.M.

Nacida en Uitzi, una vez jubilada, hace 17 años se trasladó a vivir a Lekunberri con su marido, Javier María Lizaso. “Somos muy distintos. Él ve la botella medio vacía y yo medio llena pero somos muy felices. Me levanto muy contenta, no sé por qué, me sale de dentro. ¡Viva la Pepa!”, exclamaba, Es otro de sus gritos de guerra junto con los irrintzis y sus poemas. “He escrito uno para el día del Pilar que leeré el domingo”, apuntaba esta mujer alegre y simpática a la par que religiosa. De misa diaria, ayer fue a dos, también es catequista. “Con los niños soy feliz”, aseguraba. 

La pequeña de siete hermanos, la mayor parte de su vida transcurrió en torno a Mainea, el caserío familiar. “Soy una caserita, una aldeana que se ha criado entre ovejas y vacas. Mi padre era vendedor ambulante y solía ir a la feria de Tolosa a vender productos de los caseríos y le acompañaba”, recuerda. Bien temprano, los sábados montaban en autobús de la Muguiroarra con sus huevos, gallinas o corderos destino Tolosa. “Me gustaba mucho ir a la feria. Allí conocí a mi marido”, recordaba. 

Una mujer activa que derrocha simpatía

Acostumbrada a madrugar, para las 5.45 horas ya está llamando al programa Argi ibili de Euskadi Irratia para que le pongan una canción. Además, todos los viernes a las 6.00 horas despierta a la audiencia con un irrintzi. “Luego la gente quiere conocerme y vienen a verme”, contaba. Hacia las 6.00 horas sale a pasear, buena parte del año todavía sin amanecer. “Ando dos horas por el pueblo, que hay mucha luz. Además llevo frontal. Voy de un lado a otro, 2 kilómetros de ida y otros 2 de vuelta. Hay veces que me junto con los jóvenes que vienen de fiestas y me toman el pelo. Yo también a ellos. Juventud divino tesoro”, decía. “Luego en casa siempre hay algo que hacer. También sigo la comida que ha empezado a preparar mi marido. Él va por delante y así no reñimos”, bromeaba.

Los lunes acude a Aralar Irratia para hablar sobre ecos de sociedad. Asimismo, cultiva una huerta. Pero el trabajo no está reñido con la fiesta y a Manoli le cuesta poco unirse a la juerga. Así, es habitual en el mercado de antaño, durante varias ediciones ahuecando la lana de un colchón entre irrintzis y estos últimos años de vendedora ambulante, siempre a su aire. “Esta año llevé unas alubias verdes de la huerta y repartí tarjetas para que me compraran online en manoli.com. Pero no tengo internet”, apuntó. 

Tampoco falla el 8 de marzo, vestida de morado, al igual que el 25 N, ni en carnavales, con disfraces que improvisa y con los que hace gala de su buen humor. Además, durante todos los Sanfermines viste de blanco y rojo, aunque no vaya a Pamplona. Tampoco se pierde las excursiones que organiza el Club de Jubilados y es una asidua a Benidorm. “El 9 de noviembre vamos a un crucero por el Mediterráneo”, observó.

Manoli estuvo acompañada de su marido, su hermana y algunos de sus sobrinos. N.M.

Aunque no hay tenido hijos, es la tía de muchos sobrinos y sobrinas, algunos de los cuales le acompañaron en este día especial. También su hermana Juanita, de 93 años, la única que queda. Fue con sus hijos Jesús Mari y Arantxa Igartua, así como su yerno, Jesús Rodríguez, y sus nietas Leire y Ane. También estaban sus sobrinos Félix y José Luis Olaetxea.