Fue aquella hermosa primavera del confinamiento la que hizo que Kattalin Barber detuviese su mirada en los paisajes del valle de Arce y, sin saberlo, abrió una puerta a un universo de flores y colores que, con el tiempo, acabaría convirtiéndose en la raíz de lo que hoy es su proyecto de vida: Herbaria. “Con el coronavirus paseaba mucho y ahí me fijé en la cantidad de flores que hay, como si no las hubiese visto nunca. Y esa fijación me abrió un mundo muy grande en el que sigo metida”, cuenta esta vecina de 35 años del pequeño pueblo de Saragüeta.

Lo que comenzó como un simple pasatiempo (recolectar flores silvestres, identificarlas y prensarlas), se fue transformando poco a poco en algo más serio. Kattalin empezó así a construir un herbario con flores del valle de Arce, a elaborar artesanalmente cuadros botánicos y a ofrecer talleres de formación, un hobby que compaginaba con su trabajo como periodista.

Pero el año pasado se atrevió a dar forma a lo que le rondaba por la cabeza: abandonó la capital navarra para instalarse definitivamente en el valle de Arce y apostó por cultivar flores de temporada para convertirlas en arte decorativo. Con ese paso, Herbaria dejó de ser un proyecto en paralelo para convertirse en su sustento de vida siendo, que ella sepa, la única persona en Navarra que lo hace de forma profesional.

20 variedades

Así, en una parcela de 6.000 metros cuadrados en el terreno de Landarte, a tan sólo 5 minutos de su casa de Saragüeta, florecen una veintena de variedades de flores de temporada como dalias, cosmos, zinnias, statice o crissum. Ahora, con la llegada del otoño y de las heladas, despide al cultivo estival y es hora de sembrar los bulbos que dormirán bajo tierra hasta que, con la primavera, despierten en forma de narcisos, ranúnculos o anémonas.

Arte floral de Herbaria Cedida

Un mundo de tonalidades con las que después, a través de técnicas como el prensado o el secado boca abajo, Kattalin crea piezas únicas. “Las flores que cultivo son ornamentales -aunque no descarto cultivar en un futuro las silvestres- y con ellas hago cuadros, composiciones botánicas, cuadernos o cianotipias. También me encargan muchos ramos de flores frescas o secas, coronas y otras piezas artesanales”, relata. Con precios que rondan desde 1 € los adhesivos hasta 70 € los centros de flores más grandes, sus puntos de venta son las ferias, el mercado Geltoki de Pamplona, el mercado Garei de Aribe, el teléfono 676 614 069 o a través de su página web herbarialoreak.com.

Trocito de naturaleza

“Al final es llevarte un trocito de naturaleza a tu casa, ya sea en forma de ramo o de un cuadro de flor prensada”

Kattalin Barber - Emprendedora de Herbaria

Para Kattalin, cada obra de Herbaria es mucho más que un elemento decorativo: más allá de la belleza o lo estético, pretende ofrecer otra mirada, una que sea sostenible y respetuosa con el entorno. “Al final es llevarte un trocito de naturaleza a tu casa, ya sea en forma de ramo o de un cuadro de flor prensada”, reconoce. Por eso, desde su humilde proyecto, reivindica el valor de lo local y artesanal dentro de una industria floral muy centralizada en Holanda y con gran impacto ambiental. “Sin menospreciar a las floristerías, muchas veces las flores que ponemos en el jarrón de casa han viajado muchísimos kilómetros y han sido cultivadas de forma intensiva y con muchos químicos”, lamenta. Por eso, su “pequeño” granito de arena es apostar por flores cultivadas cerca, de manera natural y sin tratamientos agresivos, y siempre con ese carácter silvestre que también le define a ella. “Así como cada vez somos más conscientes y nos preguntamos de dónde viene lo que comemos, con las flores deberíamos cambiar esa mirada y sensibilizarnos para consumir lo de aquí”, asevera.

Apostar por vivir en el Pirineo y construir una vida ligada a la naturaleza al ritmo de las estaciones, no siempre es una tarea fácil. Kattalin lo sabe bien y reconoce que sin el apoyo del Gobierno de Navarra y el respaldo de Carlos, de Cederna Garalur, Herbaria no hubiera sido posible. Tampoco sin los conocimientos aprendidos de otras iniciativas en Girona o en Cantabria, o sin formar parte de una red estatal sobre cultivo en flor.

Sin embargo, hoy, entre flores silvestres y cultivos de temporada, Kattalin Barber está demostrando que en los pueblos pequeños también pueden florecer grandes ideas; sólo basta con detenerse a observar y animarse a dar ese salto valiente. “Se trata de intentar vivir de otra forma y con las manos en la tierra”, concluye.