El batallón de presos de Villafranca
Entre 1938 y 1939 un batallón de presos estuvo haciendo trabajos forzados en Villafranca. Vecinos de la localidad quieren convertir el Molino donde se alojaron 169 reclusos en un centro de memoria.
La localidad ribera de Villafranca votó en pleno hace un año que el Ayuntamiento diera los pasos necesarios para que el almacén del sindicato de riegos, conocido como El Molino, que albergó entre octubre de 1938 y mayo de 1939 un Batallón de Trabajadores formado por presos republicanos procedentes principalmente de Cataluña y Valencia, se convirtiera en centro de memoria. Tras una conferencia impartida por el historiador Víctor Moreno que narró el paso de 169 presos para hacer trabajos en régimen de esclavitud en Villafranca, el Partido Socialista presentó una moción con ese objetivo que se aprobó con 9 concejales a favor y dos abstenciones.
Villafranca promoverá la creación de un centro de memoria en su antiguo molino
En los restos de aquel antiguo molino, donde se hacinaron casi 170 personas en pésimas condiciones, aún se pueden ver las frases motivacionales dirigidas a los presos del incipiente régimen: “Viva España. El mayor honor ser español. Lo más noble servir a España. La mayor gloria morir por España”. Víctor Moreno ofreció en aquella conferencia gran cantidad de datos y detalles de la forma de vivir y padecer de aquellos presos y el Ayuntamiento de Villafranca aprobó una moción en la que se comprometía a iniciar los pasos, pedir el edificio al Sindicato de Riegos, realizar la petición al instituto de la Memoria de la declaración de centro de Memoria y comunicarlo a la población. Un año después, la iniciativa está parada. Los datos que ofreció Moreno se encuentran en su libro Villafranca bajo el terror golpista (1936-1939), de la editorial Pamiela.
Sanar a la sociedad
En palabras de Franco, como respuesta a una pregunta del periodista Manuel Aznar en la entrevista publicada en El Diario Vasco el 1 de enero de 1939, el caudillo no aspiraba solamente a vencer, sino a convencer, poniendo en práctica una política de redención. Por ello el delito era concebido mediante la metáfora de la enfermedad moral, que podía contagiar el “cuerpo social sano”. Franco manifestó su interés por guardar la vida de todos los españoles que fueran capaces de amar a la patria, pero afirmó que no era posible hacerlo sin tomar precauciones, pues devolver a la sociedad “elementos dañados, pervertidos, envenenados política y moralmente” era un peligro de corrupción y contagio para todos, además de un fracaso de la victoria alcanzada.
Así se gestó y dibujó todo un entramado de campos y batallones que tenían el objetivo de castigar a los presos republicanos, en el frente por la guerra, y en retaguardia por sus ideas “contrarias al Movimiento Nacional”, además de aprovechar la mano de obra en régimen de esclavitud. Antes de la llegada de estos batallones a Villafranca, todavía con la Guerra Civil en marcha, trasladaron a la localidad un grupo que se conoció en el pueblo como Batallón de Gudaris, un hecho del que dio cuenta la prensa de la época.
En un principio, a este grupo los “albergaron” en un recinto situado en la Presa. De ello daba cuenta, el alcalde Aranda en un bando de junio 1938, donde se prohibía “a toda persona ajena al destacamento y principalmente mujeres” que se acercaran a la Central Eléctrica donde se alojaban, “si no es por causa enteramente inevitable, así como se recuerda al vecindario y especialmente a las mujeres la prohibición de alternar con los prisioneros, principalmente en despoblado, advirtiendo que quienes contravengan esta orden serán puestos a disposición de Delegado de Orden Público”.
Sin embargo, algunas mujeres de Villafranca republicanas no se arredrarían ante tales medidas. Mucho antes de este bando, la Guardia Civil detuvo y multó a Pilar Arizu Arregui y Fermina López por haber hospedado en sus casas a dos mujeres de dos gudaris pertenecientes al batallón de prisioneros y porque “además de no pedir permiso a la autoridad, eran simpatizantes del Frente Popular” según decía la prensa navarra. Pilar Arizu era hermana de Jonás, alcalde durante la II República, viuda tenia 42 años y madre de cuatro criaturas. Del trato de estos presos con las mujeres daría cuenta el matrimonio de Tirso Elexalde, de Orduña, que casaría con una mujer de Villafranca, conocido como la Chilina.
Batallón de prisioneros
El sindicato de riegos de la localidad ribera el 28 de marzo de 1938 había puesto a disposición de las autoridades locales “para cuando sea necesario” los almacenes del Molino “para alojamiento del Batallón de Trabajadores”, cosa que no tardó en aprovechar el dirigente tradicionalista local y Ministro de Justicia entonces, Conde de Rodezno, que consiguió llevar un Batallón de trabajadores para realizar dichas tareas en régimen de explotación y esclavitud. El documento no puede ser más explícito de este tráfico de influencias, en el intercambio epistolar entre el alcalde, Cándido Aranda, y Rodezno. En un primer momento, se había anunciado que iban a traer un batallón de 200 prisionero, pero, finalmente, el número se redujo a 169 prisioneros, en su mayoría procedentes de las cuatro provincias catalanas.
En la documentación municipal aparecen los nombres de cada uno de los 169 prisioneros, con su nombre, apellido, edad, oficio y estado. Procedían del campo de concentración de Miranda de Ebro, se les llamó “los esclavos de Franco”, y fueron explotados en régimen de esclavitud y bajo el sangrante eufemismo de “redención de penas por día trabajado”. Además de los 169 presos, los vigilaba día y noche un Batallón de Guarnición, formado por veinte personas armadas, llamado Cuerpo de Guardia. Las edades de estos prisioneros oscilaban entre 18 (2) y 42 (1) años, siendo los de 20 años los más numerosos. Su procedencia era de Barcelona (48), Gerona (17), Lérida (12), Tarragona (11). Les seguirían las provincias de Murcia (19) y Valencia (17). El resto procedía de distintas provincias españolas, entre ellas Madrid, con 7 prisioneros. En su mayoría, estos prisioneros de guerra eran labradores (88) y campesinos (8). El Batallón de Prisioneros de guerra, también, llamado con el eufemismo de Batallón de Trabajadores, estuvo en el pueblo desde el 21 de octubre de 1938 hasta finales de mayo de 1939, realizando trabajos en régimen de esclavitud para el Ayuntamiento, además de otras tareas agrícolas para los terratenientes del pueblo, construcción defensas del Ríos Aragón -eterno problema Villafranca- y distintas tareas dentro de la población.
Precisamente, realizando uno de los trabajos que era cementar la calle Mayor se produjo un incidente en la localidad ya que alguien dejó su firma con las palabras “Viva Rusia” delante de la casa de la mujer de Agustín Arana, alcalde fusilado en 1936. El mensaje se le achacó a uno de los prisioneros, si bien nunca se supo quién fue el responsable. El agente municipal José Gelos comunicó el suceso al alcalde, “Sr Alcalde: Tengo el honor de participar a V que a las 10 horas del día de hoy me he enterado de que en el frontal de la acera de la casa de la Viuda de Don Agustín Arana sita en la Calle Mayor ha amanecido un letrero que dice ‘viva Rusia’ y no dando con quien puede ser el autor de dicho letrero lo que comunico a usted para los efectos que procedan Villafranca 20 de Noviembre 1938. III año Triunfal”. Mientras permaneció el campo de trabajo, todo lo concerniente a la alimentación y aspectos relativos a la salud e higiene de los prisioneros tuvo un elevado grado de precariedad.
Los panaderos, carniceros, tenderos y médicos de Villafranca serían quienes, en comandita con el ayuntamiento, hacían los correspondientes servicios; en algunos casos, dando origen a clásicos hechos de corrupción. En la Ribera en total más de 3.500 presos republicanos estuvieron realizando diversos trabajos disciplinarios en el entorno de Tudela entre los años 1937 y 1940, centrados en convertir en doble la línea Castejón-Zuera, en la elaboración de armamento químico o en el aeródromo de Ablitas. A diferencia de otras partes de Navarra o de otras provincias que se encontraban cerca del frente, el trabajo de los denominados Batallones de Trabajadores (BBTT) o Batallones Disciplinarios que se explotó aquí no se destinó a reparar carreteras o reforzar fortificaciones sino a labores relacionados con el ferrocarril o con construcciones hidráulicas, en su mayoría.
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La petición
A los días de la charla ofrecida por Víctor Moreno, el grupo municipal socialista del Ayuntamiento presentó en el Ayuntamiento una moción cuya finalidad era que este se posicionara a favor de llevar adelante la propuesta indicada en la conferencia. El pleno del Ayuntamiento, celebrado el 11 de octubre de 2024, aprobó mayoritariamente esa moción que proponía empezar conversaciones con el dueño del edificio para que el Ayuntamiento se encargara de su uso, reparación y mantenimiento con el fin de crear un centro de memoria histórica. También se pedía al Gobierno de Navarra que colaborara aportando apoyo económico y cultural para llevar a cabo esta rehabilitación. Además, se solicitaba que el Gobierno Municipal que informara a la Asociación de la Memoria Histórica para trabajar juntos en este proyecto. Pero en el pleno del 20 de febrero de 2025 la alcaldesa, Mari Carmen Segura, señaló que el Sindicato de Riegos usaba el almacén y que iba a arreglar el tejado con vistas a su uso, por lo que no entraba en la cesión del mismo. Además señaló que las mociones que se aprobaban en un pleno “no son vinculantes”.