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Un árbol de Navidad de ganchillo une a las mujeres de San Martín de Unx

Quince mujeres de entre 60 y 94 años convierten un taller en un espacio de encuentro, autonomía y reivindicación del papel femenino en el medio rural

Un árbol de Navidad de ganchillo une a las mujeres de San Martín de UnxSaioa Martínez

Quince mujeres de entre 60 y 94 años han tejido en San Martín de Unx un árbol de ganchillo que va mucho más allá de una decoración navideña. Es una obra comunitaria, pero sobre todo refleja un proceso de cohesión social y de transformación del papel de la mujer en un ámbito rural donde las obligaciones domésticas han marcado históricamente el ritmo de vida.

La iniciativa surgió desde la Asociación de Personas Jubiladas del municipio. Su presidenta, Ana Gloria Ros, explica que la idea llevaba tiempo en su mente y finalmente este año se decidió a proponerlo: “Una de las socias es una manitas y ya el año pasado le comenté a ver si se animaba a formar un taller de ganchillo, pero no fue posible. Este verano volvimos a hablar y parece que se animó. Así que nos propusimos que para empezar nos marcaríamos un pequeño objetivo, tejer un sencillo árbol de navidad”.

Detalle del árbol y del belén.

Sin embargo, más allá del objetivo artístico, el taller se convirtió en un espacio de encuentro, relación y autonomía personal. “Este proyecto ha supuesto la liberación de la mujer en un ámbito rural… al final estas mujeres tenían sus obligaciones en la casa, preparar la comida, y ahora se dan cuenta de que también hay otras cosas. Se están haciendo muchas cosas para que la mujer cambie la actitud y no sea la que tenga que estar cuidando siempre a los nietos o a los hijos. No: eres una mujer y tienes que hacer tu propia vida”, explicaba Ana Gloria.

El taller se ha desarrollado dos días por semana desde el verano. Algunas participantes sabían tejer; otras comenzaron desde cero; pero todas compartieron aprendizaje, apoyo y convivencia. La actividad se abrió además a la residencia del municipio, sumando a tres mujeres que encontraron en este proyecto una vía para sentirse activas, acompañadas y útiles.

La dirección del taller recayó en Charo Janices, quien destaca la implicación y actitud del grupo: “Me parece muy bonita esta iniciativa, que se hagan cosas para el pueblo. Sobre todo por la ilusión con la que lo han hecho todas. Principalmente las abuelitas; ellas tienen sus problemas, pero han estado increíbles”.

350 piezas de creatividad, integración y autoestima

El resultado es un árbol de dos metros y medio de altura, un metro y medio de diámetro, compuesto por unas 300 piezas de ganchillo y cerca de 50 adornos. La estructura fue realizada por Martín Valencia, mientras que la estrella luminosa fue obra de Alfonso Janices. Se inauguró el 5 de diciembre y se expone en la Casa Muruzábal, el nuevo espacio comunitario del municipio.

Las protagonistas de este trabajo colectivo son: Charo Romero, Isabel Janices Muruzábal, Esther Berrade, Ana Victoria Durruty, Rosa, Amparo Muruzábal, María Jesús Janices, Mari Cruz Ducun, Paula Alcalde, María Jesús Ona, Ana Gloria Ros, María Morentes (residencia Santa Zita), Josefina Valencia, Sagrario y Teresa.

Varias de las mujeres durante una tarde de ganchillo.

Para muchas de ellas, participar ha supuesto algo más que tejer. Ha sido recuperar autoestima, rutina, compañía y proyección personal. Sagrario Berruezo, de 79 años, lo expresa con claridad: “Para mí el árbol es una gran alegría y me ha servido para sentir que sirvo para hacer algo. Tengo párkinson, pero el ganchillo me relaja mucho. Y venir aquí con amigas me gusta. Aquí nos ayudamos, enseñamos y contamos cotilleos”.

María Teresa Artola, de 89 años, relata cómo ha retomado una habilidad que había dejado atrás desde la infancia: “No había cogido el ganchillo desde que tenía 7 años, así que he aprendido prácticamente de cero. Estoy encantada”. Y para quienes no nacieron en el pueblo, el árbol ha sido también puerta de integración. Ana Victoria Urruti, de origen chileno y vecina desde hace pocos meses, afirma que “este grupo me ha ayudado muchísimo a integrarme. Cada día ha sido una oportunidad para compartir y aprender. Me he sentido querida, y yo las quiero mucho también a ellas”.

“El ganchillo nos ha unido” La acogida vecinal ha sido muy positiva. “Creo que no esperaban un árbol así. Es una obra de arte. Cada círculo tiene imaginación y combinación de colores”, subrayaba Ana Gloria. Pero insiste: el verdadero valor no está solo en el resultado visible, sino en lo que representa. “Un ganchillo nos ha hecho salir de casa, juntarnos, hablar de cosas que quizá nunca hablábamos… Es una experiencia que ojalá siga”.

Por lo pronto, el grupo continuará trabajando al menos hasta junio, combinando labores comunitarias, iniciativas solidarias y creaciones personales.