elizondo - Veinte años son muchos o pocos, según cómo se mire. Cada minuto puede ser mucho o poco, en función de cómo se emplee. Esa máxima que señala que “el tiempo es oro” se utiliza, a veces, sin pararse a pensar en la gran verdad que esconde porque si algo es cierto es que el tiempo es, quizás, una de las cosas más valiosas de las que dispone el ser humano. Si además uno lo comparte con otra persona puede ser, si cabe, muchísimo más valioso.

De esto sabe mucho Bidelagun Elkartea, una asociación sin ánimo de lucro que tiene el objetivo de desarrollar el voluntariado social en el ámbito rural para ayudar a los necesitados. Acaba de cumplir 20 años, dos décadas de ayuda, de solidaridad con los demás, aportando lo más valioso de lo que dispone cada uno: el tiempo.

Isidro Herguedas, coordinador de la asociación, recuerda con nostalgia y orgullo la creación de Bidelagun. “Empezamos a juntarnos cinco personas: María Jesús Arregui, Javier Azpiroz, Ana Kariñena, Bernadette Mihura y yo. Empezamos casi sin querer. Ana y Bernadette son enfermeras y tienen relación directa con la gente y veían la necesidad de hacer algo para ayudar, pues había necesidad de ello”. Según comenta, la idea surgió de Mihura. Empezaron a reunirse, a hablar y a pensar qué podían hacer y cómo funcionar. En aquel comienzo, recuerda Isidro, hicieron un llamamiento a la gente de Baztan para que acudiera a una reunión con el fin de aglutinar voluntarios y explicarles qué querían hacer.

La gente respondió “muy bien” y alrededor de 40 personas se mostraron dispuestas a participar como voluntarias. Sus objetivos estaban claros, ayudar y atender a las personas enfermas y ancianas, en sus domicilios o centros donde estuvieran de forma temporal o definitiva, ayudar y atender a las personas con discapacidades y prestar apoyo voluntario a cualquier colectivo desfavorecido de la zona. Al principio acompañaban a los ancianos de la residencia, a necesitados que vivían en casas particulares, o acompañaban en el hospital a quienes no tenían a nadie.

Poco a poco la asociación fue creciendo, fue haciendo camino gracias a los voluntarios y a que rápidamente se convirtió en referencia en el valle, porque cada vez que alguien veía una necesidad, ésta se identificaba y alguien acudía a Bidelagun a proponer que se ayudara. También trabajan estrechamente con los servicios sociales, por lo que la identificación y puesta en marcha de soluciones es más factible.

De los 40 voluntarios del comienzo, las personas dispuestas a donar parte de su tiempo para ayudar a los demás fueron a más, hasta llegar hasta los 65 voluntarios. A su vez, surgían nuevas necesidades que cubrir, por lo que Bidelagun fue evolucionando, adaptándose a diversas necesidades. La asociación se fue convirtiendo en un referente en Baztan, por lo que la gente acudía a ella para donar ropa usada, muebles, colchones? enseres que Bidelagun repartía a la gente que lo necesitaba.

Así, en 2003 nació el ropero de Bidelagun, y más tarde, en 2013, siguiendo con la evolución natural del proyecto crearon Lagun-Bide Zerbitzuak, una empresa social y solidaria que nació con la finalidad de trabajar con y para las personas. Su objetivo es repartir los beneficios en la consecución de objetivos sociales, es decir, que los beneficios de la empresa reviertan nuevamente en la creación de nuevos puestos de trabajo y en proyectos sociales que persigan el bienestar de los ciudadanos.

En todos estos años, Bidelagun no ha cambiado, se puede decir que ha ampliado sus horizontes, ha llevado la solidaridad y la ayuda a aquellos colectivos o personas que lo han necesitado, y ha creado herramientas para ayudar en ello. Pero la base de su proyecto sigue siendo la misma: ayudar a los necesitados. Durante dos décadas Bidelagun ha hecho muchas cosas. Isidro Herguedas apunta cada día todo lo que hacen en una especie de diario y, a final de año, al hacer balance se da cuenta de cuántas cosas han conseguido.

“Hay que seguir, seguir ayudando, dando sin esperar nada a cambio, porque la vida luego te regala muchas cosas”. El lema que utiliza lo dice claro, dar para ser receptor. “Ayudando te enriqueces”. Comenta que los voluntarios que participan en Bidelagun se muestran contentos con todo lo que reciben: una sonrisa, una mirada, un abrazo? “La gente agradece mucho la solidaridad; el haber ayudado a alguien que lo necesitaba con el simple (y complejo) hecho de aportar un poco del tiempo de cada uno, es muy enriquecedor. Algunos dan todo y más. Pero cada uno da el tiempo que quiere. Hay esa libertad, cada uno tiene su compromiso”.

Bidelagun cumple 20 años, y sigue trabajando, sigue ayudando. Herguedas confiesa que a veces ve las cosas negras, pero todo el grupo de voluntarios que está dispuesto a ayudar le da fuerzas para seguir adelante.

Bidelagun goza de buena salud pero siempre se necesitan más voluntarios, por lo que quieren animar a la gente a aportar su tiempo. De cara al futuro, tienen intención de crear unos grupos pequeños en cada pueblo para cuando surja cualquier necesidad nueva, lo identifiquen y estén dispuestos a ayudar.