El carnaval de Elizondo se despidió ayer hasta el año que viene en una soleada jornada en la que hasta el tiempo invernal se quiso sumar a la fiesta disfrazándose de primavera. A primera hora de la mañana, cuando todavía el pueblo se estaba despertando de la juerga del día anterior, la niebla intentó convertir Elizondo en Londres, pero poco a poco, conforme los primeros elizondarras empezaban a salir a la calle con sus disfraces, el sol fue tomando posiciones, queriendo avisar de que ayudaría a que la jornada fuera magnífica. Y así fue, el buen tiempo acompañó desde media mañana, y la alegría que se palpaba en la gente fue a más conforme la temperatura se volvía cada vez más agradable.

Desde muy temprano, las diferentes cuadrillas que participarían posteriormente en el desfile se fueron juntando en sociedades y bares, para almorzar y tomar fuerzas para la larga juerga que se avecinaba. A algunos les costó despejarse, pues la fiesta de la víspera se les alargó más de lo previsto, otros se habían reservado para ayer, por lo que estaban mucho más frescos. Unos y otros, poco a poco, con almuerzo o sin él, fueron acercándose al edificio del parque de Baztan Ikastola, desde donde a las 11.30 horas estaba prevista la salida del desfile de carrozas. Conforme la hora de salida se acercaba, la calle Mendinueta se llenaba de cuadrillas con sus respectivos disfraces, algunas más numerosas que otras, con carrozas más trabajadas que otras, pero todo el mundo con la misma sonrisa en la cara, con ganas de disfrutar y de pasárselo en grande.

DESFILE DE CARROZAS Mientras, las aceras de la calle Santiago, por donde transcurriría el desfile, se llenaban poco a poco, con numeroso público, atento al inminente espectáculo que iban a ofrecer los participantes en el desfile. Alrededor de treinta cuadrillas participaron en el desfile, que discurrió lento para los espectadores, pero divertido y colorido, a su vez. Un grupo de jubilados y pensionistas de vacaciones en Benidorm (no confundir con Benidorm) abrió el pelotón, mostrando sus aptitudes para el baile, al son del acordeón de María Jexus (que no María Jesús), en cuyo repertorio no faltó El baile de los pajaritos. Tras ellos, un grupo de actores de La Casa de Papel, que robó el Banco de Baztan; una atracción, Ibiltari azoka, digna del Parque de Igeldo, les seguía, donde había que introducir unas bolas en diferentes agujeros, y según la puntuación los animales avanzaban más o menos; varios mexicanos con músicos de la Santa Muerte precedían a Las Cholitas, valientes luchadoras bolivianas que ofrecieron unos combates espeluznantes en el ring preparado para ello; otra carroza con sabor mexicano iba detrás, con la Cantina Txaparrita, donde la comida y la bebida no faltaba; tras un harén y elegantes participantes del carnaval de Venecia arribó el Baby Ratzing, donde unos bebés de pañal casi se jugaban la vida en unas carreras de bici; más ruedas, en este caso de Fórmula 1 se podían divisar en los Boxes que les sucedían; otra cuadrilla retrocedió en el tiempo para bailar en la Discoteca Barraca, al ritmo de DJ Chimo Bayo; también se pudo disfrutar de un partido de voleibol, de jugadores de fútbol americano, Astérix, Obélix y los romanos, algún camión militar, cazadores, hippies, amatxis y aitatxis con sus bastones y un arsenal de cervezas, luchadores de sumo, el Bixi Akelarre, con jóvenes brujas, o varias aficionadas al heavy metal; unos dinosaurios enseñaron cómo sería el Jurassic Baztan, y algunos británicos se manifestaban en contra del brexit; una gran carroza transportó a Elizondo hasta el Sambódromo de Río de Janeiro, y una numerosa tribu africana deleitó al público con sus bailes, que parecían menos rítmicos que en África, quizás por el jet lag. Además, hubo un grupo de trabajadores de pico y pala, un salón del oeste, un safari, un tanque militar, astronautas de la NASA, y piratas, entre otros. Cientos de personas, cada cual con su disfraz, en grupo o incluso individualmente, con ganas de fiesta.

Tras finalizar el desfile, las diferentes cuadrillas se fueron dispersando poco a poco hacia sociedades gastronómicas y restaurantes, para comer en ellos, y por la tarde, ya sin carrozas, las cuadrillas se fueron desperdigando y mezclándose entre sí en los bares y en la Plaza de los Fueros, donde a partir de las 17.00 horas hubo baile a cargo del grupo Hauspolariek, baile que se organizó por primera vez, para que la plaza fuera punto de unión de los participantes en el carnaval.

Conforme la luz del día se fue apagando, los más pequeños se fueron retirando, y poco a poco, el cansancio empezó a hacer mella en algunos, aunque los más, continuaron con la fiesta en los bares hasta altas horas de la madrugada, quemando los últimos cartuchos del carnaval, que los últimos años, están volviendo a tomar mucha fuerza entre los elizondarras.

Hoy toca caldo y reposo. A partir de mañana, a pensar en el año que viene.