Mourad el Abdallaoui (Taurirt, Marruecos) llegó a Navarra en 2003, vivió en Falces y Peralta y en 2020 se mudó a Burlada.

A finales de año abrió una frutería en la calle Ezpondoa, en octubre de 2021 levantó la persiana en la Rochapea y ambos negocios quedaron totalmente anegados. “Fue un inicio muy bueno”, se ríe Mourad.

La mayoría del género se pudrió, las cámaras frigoríficas se estropearon y muebles, baldas y estanterías terminaron en la basura. “Solo se salvaron las latas de refrescos”, relata.

Ninguna de las dos fruterías estaba asegurada, Mourad traspasó la de la Rochapea y también estuvo a punto de cerrar en Burlada. “Sufrí muchas pérdidas económicas y también me quedé sin coche”, apunta.

En los primeros meses, Mourad pagó a los proveedores a plazos y se recuperó poco a poco gracias a la fidelidad y solidaridad de los vecinos, que hasta le compraron frutas y verduras mojadas y con barro. “Estoy muy agradecido. Me ayudaron y apoyaron mucho”, agradece. 

Cuatro años después Mourad sonríe, ha inaugurado una segunda frutería en la calle Merindad de Sangüesa y ambas están aseguradas. “Estoy más tranquilo porque ya no nos va a pillar por sorpresa”, adelanta.

Mourad apoya que el Ayuntamiento amplíe el espacio inundable del río, pero como el resto de sus compañeros, sostiene que la fuerza de la naturaleza a veces es incontrolable: “El agua, si quiere venir, viene. Nada la puede parar”.