Camillas destrozadas, estanterías por el suelo, puertas bloqueadas por muebles que impedían entrar a las habitaciones, aparatos tecnológicos inservibles, sábanas, mantas, edredones y 200 toallas empapadas de barro...

Txeli Espila regenta desde hace 25 años su centro de estética en la calle San Francisco, el 10 de diciembre de 2021 el agua llegó al metro de altura –en el exterior el Arga había tapado los coches y solo se intuían los techos– y arrasó con lo que pilló a su paso.

“Parecía el Titanic porque estaba todo tirado por el suelo. Fue horroroso, un desastre, dantesco. Nos quedamos sin nada. No teníamos ni papel higiénico para el baño. La sensación era de querer morirse”, confiesa. 

Txeli, su marido Pablo, su hija Saioa, amigos y vecinos se pasaron más de una semana recogiendo, limpiando, quitando la humedad –alquilaron una máquina que absorbía la humedad y cada día sacaban “una garrafa llena de agua”– y aplicaron un tratamiento contra el moho en sucesivas ocasiones.

“Cuando parecía que estaba perfecto, volvía a salir y se caían trozos de las paredes. Fue muy complicado”, relata.

La familia guardó todas las pertenencias en decenas de cajas, el perito fijó las pérdidas en 209.000 euros y el seguro solo les cubrió los objetos comprados en los últimos nueve años.

Nos dieron 40.000 euros, pero en la declaración de la renta tuve que devolver 12.000 por ingresos extraordinarios. Nos quedamos con nada”, lamenta.

Txeli estuvo a punto de cerrar su negocio, se rehizo del “duro golpe” gracias a la ayuda de estecicistas –le donaron material para que pudiera trabajar– y la fidelidad de la “maravillosa” clientela. 

La riada también les dejó secuelas psicológicas. Por ejemplo, antes de la inundación Txeli caminaba con su perro por el Arga y nunca miraba el río. Ahora, sea verano o invierno, llueva o haga sol, se fija en el caudal. “Vivo con el temor de que pase otra vez. El shock fue tan brutal que el miedo no se me quita de la cabeza”, reconoce.

Cuando llueve con intensidad se pone “nerviosa”, se lleva a casa los aparatos más valiosos y para acabar con “esta absoluta histeria” está “deseando” que se desplace la mota para minimizar los efectos de las riadas.

Prefiero que empiecen mañana a pasado porque tengo la necesidad de sentirme en un entorno seguro. Me parece maravilloso que se actúe en el río porque no puedo sufrir otra inundación, tendría que cerrar”, confiesa Txeli.