A las seis de la mañana, un ruido despertó a Natxo Arrieta. Era un vecino. Había golpeado su coche contra la puerta del garaje mientras intentaba ponerlo a salvo de la riada.

El Arga se había desbordado de madrugada, el parque Uranga estaba inundado y el agua avanzaba hacia su portal: calle Ezpondoa, 14. Brincó de la cama, salió escopeteado y fue al sótano donde guardaban la furgoneta adaptada que habían comprado para llevar a su hija con problemas de movilidad.

El agua descendía por la rampa, el peligro “aún era muy bajo” –Natxo fue bombero durante 38 años y sabe actuar en situaciones de riesgo– y bajó al piso -1. Allí estaba la camioneta, la arrancó y probó a subir.

“Hice dos intentonas, pero era imposible. La furgoneta me patinaba y el agua saltaba por encima del morro. Ahí se quedó”, recuerda.

La planta subterránea se anegó por completo, los vehículos quedaron sumergidos debajo de “millones” de litros de agua que bomberos, DYA y personal de protección civil sacaron durante días y Natxo perdió la furgoneta.

“Estaba inservible”, asegura. El vehículo apenas había circulado 50.000 kilómetros, les había costado 35.000 euros y les dieron 3.800. “Una faena”, indica. 

Abandonó el sótano, fue al garaje de su casa y se encontró el Corsa seco. La rampa que comunica la planta baja con la primera había protegido el coche.

El Arga, sin embargo, había alcanzado a los que estaban aparcados a ras de suelo, y, cuando descendió el nivel del agua, ayudó a sus vecinos con una motobomba. “Los bomberos estaban desbordados y estuvimos sacando agua todo el día”, relata. Además, perdió un frigorífico, un sofá, mesas y sillas que guardaba en el trastero. 

Desde ese día, Natxo vive pendiente del río, las jornadas de temporal consulta la página web de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) y evalúa la situación. “Los datos se actualizan cada 15 minutos, calculo la tendencia y si veo que el caudal puede subir a los 500-600 m³/s –gran riesgo de inundación– llevo el coche y la furgoneta a un lugar seguro”, explica. 

Natxo considera “positivo” el proyecto Nogalera, confiesa que le aporta “tranquilidad” y confía en que el desplazamiento de la mota mitigue “parte” de los efectos de las futuras riadas.

Minimizará las consecuencias, pero no las eliminará. Si viene una como la de 2021, el agua llegará a nuestras casas porque tremendo caudal por alguna parte debe salir”, opina.

Por eso, pide al Ayuntamiento que continúe trabajando en la prevención, protocolos y sistemas de alerta. “Es fundamental actuar e informar con antelación. Si la ciudadanía es consciente del peligro con margen, puede protegerse en sitios seguros, sacar los vehículos de los garajes y aparcarlos en zonas altas”, incide.