- Atrás quedan los casi tres meses de confinamiento en uno de los rincones de naturaleza en estado puro. Alfredo y Maite han sabido disfrutar de este silencio y, felices desde su aislamiento, poder “escuchar” sin ruidos de fondo el canto de los pájaros. “Ha sido una experiencia única, también para el pequeño Aratz”. Alfredo Iraceburu y Maite Jaramillo reabrieron hace una semana el bar del albergue y este fin de semana no han dado a basto. Excursionistas, domingueros, ciclistas, montañeros, autocaravanas... “¿Pero qué regalais?”, preguntaba un amigo. “Aire puro”, respondía Alfredo. Sorogain es un reclamo turístico y cuando aprieta el calor sus hayedos ofrecen la mejor sombra, sus montes diferentes paseos verdes (3 rutas GR) y el río Erro mantiene fresca cualquier bebida. De momento el restaurante bar se mantiene abierto de 9.30 a 21.30 horas. Hay menú para comer todos los días salvo los lunes, con cita previa. Son doce horas que atiende la pareja procedente de Burlada y que lleva el negocio desde hace cuatro años. “Aquí dependemos mucho del clima. Si hace bueno, hay gente, si hace mala solo se acercan los ganaderos”, remarcan. Este año no se ha celebrado ni la marca de ganado. El ganado de Erro y de Baigorri ha entrado este año sin ceremonias. Vacas y yeguas que apenas se ven ahora porque hay comida en los prados altos. Del otro lado de la frontera, ahora cerrada, no se arrima nadie salvo algún pastor. Sopa, alubias, cordero en chilindrón y ajoarriero son los platos fuertes del menú de entre semana y finde, aunque también ofrecen platos combinados y bocadillos.

Saben que las 48 habitaciones del aterpe tendrán que esperar. “Va a ser una temporada muy complicada porque hay que garantizar las medidas de seguridad para tener grupos. Habrá que ir viendo cómo va la temporada, a qué fases pasamos y cuáles son las condiciones”, remarcan.

“No es fácil conseguir que la gente quiera venir a trabajar aquí”, señalan. Ello viven de alquiler en el aterpe que es propiedad del Ayuntamiento de Erro.

La temporada comenzó en marzo pero sólo pudo ser un fin de semana. El pasado 21 de mayo volvieron a abrir sus puertas en un goteo continuo de visitas que ha ido creciendo especialmente este último fin de semana con la llegada del buen tiempo. Enero y febrero permanecen cerrados, y del 1 de noviembre hasta Nochevieja. En general la gente se porta bien. “Lo único que pedimos es que se respete la naturaleza, que no tengamos que salir al monte a recoger el envoltorio de un azucarillo y eso ocurre”. Una naturaleza exuberante esta primavera que han podido vivirla de cerca confinados. “Ha sido un espectáculo increíble, cada día que salíamos a dar un paseo había una especie nueva. Era lo que queríamos, vivir en contacto con la naturaleza. De pequeños íbamos al pueblo de nuestros padres y siempre soñábamos que nuestra familia creciera así en un modo de vida alternativo y natural”, remarcan quienes van a “echar de menos tanta paz”.

“Queremos que el turista respete la naturaleza, que no se tire basura”

Aterpe Sorogain