- El trabajo que desempeñan como socorristas Unai Aizpun y Nahia Azkona se ha vuelto más necesario que nunca. Ser socorrista en una piscina municipal después de una pandemia no es tarea fácil.

Los jóvenes de 27 y 20 años llevan trabajando en la Ciudad Deportiva de Sarriguren más de 6 y 3 años, respectivamente. La piscina exterior grande siempre está repleta de niños y cuenta con un aforo de 248 personas en la nueva normalidad. En el primer día de reapertura, donde por el momento solo pueden acceder los abonados, los jóvenes indicaron que "es un poco locura, porque hoy hemos llegado a tener 48 niños a la vez, son muchos para estar pendientes de que todos cumplan con la distancia de seguridad", explicó Unai.

Nahia, por su parte, aseguró que "los niños lo primero que hacen es llegar y saltar de golpe, estamos intentado que eso no suceda para evitar que con las salpicaduras se pueda contagiar a otra persona".

Este verano será atípico, y para prepararse los profesionales han recibido un curso de formación en cuanto a medidas de seguridad y protocolo. Para evitar la propagación de la covid-19 a la hora de realizar la técnica de reanimación cardiorrespiratoria tan solo se procederá a realizar el masaje, en el caso de que fuera imprescindible, sustituirían el 'boca a boca' por un resucitador manual reutilizable llamado Ambu.

"Tenemos que tener mucha precaución en las curas, suelen ser muy habituales, porque los niños se caen, se hacen algún corte y nos toca actuar", manifestó Nahia con naturalidad. Para ello deben hacer uso de mascarilla tanto los socorristas como la persona atendida, uso de guantes y una pantalla protectora, "después ya se procede a realizar la cura normal", detalló Nahia.

Entre otras intervenciones, el año pasado la pareja sufrió un susto. Un hombre mayor se estaba bañando y al salir del agua sufrió un desmayo y los socorristas de la empresa Gesport, gestora de las instalaciones deportivas, acudieron inmediatamente a su rescate. "Esperamos no volver a tener ningún caso parecido, pero obviamente reaccionaríamos igual", confirmó Unai, "pero, eso sí, este año con mascarillas", agregó entre risas, Nahia. En una situación como esa, cuando una vida está en juego "se te olvida la pandemia y se te olvida todo, solo reaccionas e intentas hacer todo lo que puedas por esa persona", subrayan.

Los jóvenes recalcaron que todo sigue funcionando de la misma manera, "después de actuar sería cuestión de desinfectarse y tener el máximo cuidado posible", subrayaron.

Probablemente la tarea más ardua de este verano sea hacer que los usuarios mantengan la distancia de seguridad dentro del agua, pero estos socorristas cuentan con una pequeña ventaja. Durante el año imparten clases de natación a los más pequeños, por lo que "más o menos sabemos si son hermanos, primos o si solo son amigos, en este último caso tendrían que mantener la distancia", explicó Unai. Las personas convivientes pueden disfrutar de la piscina de manera conjunta, pero el resto debe mantener la separación.

En esta situación excepcional, la colaboración de las personas adultas es fundamental. "Muchas veces los niños entran corriendo y se les olvida que tienen que ducharse primero, por donde tienen que entrar o por donde tienen que salir", relató Nahia sinceramente.

Por esta razón los socorristas reclaman la cooperación de los padres porque "nosotros no somos ni porteros ni policías, intentamos cubrir todas las zonas y controlar todo, si también tuviéramos que vigilar la entrada y la salida no podríamos estar atentos al resto de la piscina", manifestó Unai. Asimismo, apelan a la responsabilidad de los usuarios en la utilización de las mascarillas y los geles hidroalcohólicos distribuidos en diferentes puntos de las instalaciones. Así como las alfombras de desinfección en la entrada y salida de la Ciudad Deportiva.